cate (por suspenso). A vilimas que no hablan con un profesor ni en pintura de tutoría de sus hijos, para qué hablarles de sinonimias, homonimias polisemias o cambios semánticos. Seguro que en la asignatura de lengua les daban siempre un cate, un cero o un cero pelotero; palabras que, con el tiempo y la Reforma educativa pasaron a ser suspenso, no apto, pendiente (para septiembre) o necesita mejorar. cate es bofetada, golpe, paliza (desde 1896). Es voz gitana caté o caste, bastón, y éste del sánscrito [kastam, madero]. catear es suspender en un examen o asignatura. [También hay catear de cata, que es buscar, descubrir, espiar, acechar, y en América, allanar la casa de alguien o explorar terrenos en busca de alguna veta minera.]
La palabra cate debió entrar al diccionario cuando el interés por los cantes flamencos de final de siglo 19 incorporó palabras del caló como esta, vía jerga estudiantil, lenguaje de argot peyorativo [¡Te alcanzó un cate!, dice un personaje en Luces de bohemia, 1924, por decir un golpe o un coscorrón], que el eufemismo corrigió después.
Y es que la lucha contra el significado de lo que no nos gusta nombrar, en este caso el fracaso escolar, es fuente inagotable de sustituciones que, con el uso, también se contaminan. Es lo que pasa con la palabra huevo en el chiste ¿Te frío un huevo? ¡Por qué no te fríes tú los dos! O cuando decimos ¡por los huevos! por decir ¡por los cojones!
Este profesor les aconseja que pacten con su lenguaje y no hagan caso del qué dirán o si lo dicen lleva ¡premio! Llamen al pan pan y al vino vino y al podcast, audio, vídeo o en diferido. Es un consejo de daniellebrato (¡atríncamela un rato!) punto com.