POPULISMO
La derecha llama populismo a la demagogia, nombre que en política se ha dado siempre a la propaganda, variante la más tendenciosa y nociva de la publicidad. Pues ya se sabe que el objetivo de la publicidad es vender un producto verdadero o falso, con o sin ética. En cambio, el concepto de hegemonía (Gramsci, 1926) no vende nada. No es del emisor sino del receptor. Si la verdad es de izquierdas (y lo es por cuanto destapa los engaños y artificios del sistema capitalista), es de izquierdas saber que: el poder no actúa únicamente por el control del Estado mediante instituciones coercitivas que imponen miedo o respeto (fuerzas de la ley y el orden, policía, ejército, tribunales, cárceles, etc.) sino también mediante instituciones persuasivas asumidas de buen grado (sistema educativo, prensa y medios de comunicación, oenegés, entidades religiosas, empleo del ocio, deportes, etc.). La hegemonía consiste en la interiorización del poder por parte de súbditos que asumen principios y lemas que no son suyos. En términos de clases y de lucha de clases, la hegemonía de la derecha (que defiende la visión del mundo del capitalismo) es pieza inseparable de la alienación de la clientela de la izquierda. Obreros votando al PP, para entendernos. Que supuestos teóricos del cambio y de la indignación social asuman, simpaticen o simplemente crean en el concepto de populismo, es una tragedia comparable a la musulmana que asume con orgullo el velo que la tapa. El reto para la izquierda (Unidos Podemos, en España) consiste en ganar a la derecha la batalla por la hegemonía sin demagogias. Y al populismo, que le vayan dando.
–enlace a Raúl del Pozo sobre el populismo
–enlace a populismo (Íñigo Rejón sobre Ernesto Laclau)
–enlace a eLTeNDeDeRo sobre hegemonía