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el Túnel y el Coyote y el Correcaminos.

Ignacio de Loyola foto en Zenit

Ayer hemos ido a ver una película que se nos escapó de cartelera: Ad Astra (Hacia las estrellas, 2019), película usa de ciencia ficción que, según la crítica, iba a ser una versión espacial de Apocalypse Now (1979), versión a su vez del Joseph Conrad de El corazón de las tinieblas (Heart of Darkness, 1899)[1]. No pudo ser. Hasta llegar al corazón de la película, había que tragar un belicismo insoportable.

Conrad y Coppola utilizaron guerras que en la Historia han sido. Del equipo de Ad Astra, a falta de referencias en las guerras del Congo o de Vietnam, cabía esperar un realismo imaginable o un futuro tipo El planeta de los simios o 2001, Odisea del espacio (ambas, de 1968).

En la lealtad hacia la guerra y los ejércitos (lealtad y fijación visible en videojuegos) actúan, por arriba, el grupo de presión o lobby militar para la realización de productos, digamos, ‘culturales’[2] y, por abajo (como techo de cristal y pegajoso asfalto), la escasez del pensamiento utópico[3], puesto a los pies del factor humano que nos atrapa: un trabajo (fijo), una familia (fija), el Virgencita, que me quede como estoy.


La actual crisis hay quien se la toma como la travesía de un túnel. “El cielo abierto nos espera”, dice el optimismo[4] cuando lo que abundará, diga el Gobierno lo que diga, será el derrumbe de iniciativas, esquemas, empresas y puestos de trabajo. Es el Síndrome del Túnel (patología como otra cualquiera) frente a lo que será más cierto, el Síndrome del Coyote. Ya saben. Por ir detrás del Correcaminos (el nivel de vida que teníamos, el bienestar que trae el Estado del Bienestar), el Coyote no ve que se ha pasado de carrera, que el pico del precipicio se ha desprendido y que, en la siguiente viñeta, el pobre idiota caerá al vacío.

Túneles y Coyotes se pierden la oportunidad de hacer tiempo muerto o flashback como en Amanece, que no es poco. También serviría Ignacio de Loyola con sus ejercicios espirituales leídos del revés: donde Loyola aconsejaba a los suyos “no hacer mudanza en tiempo de mudanza”, nosotros podríamos hacer mudanza en nuestras cabezas y nuestras imaginaciones ahora que la vida parece detenida.


Enlace al breve El pensamiento único que llevamos dentro.


[1] O sea, Brad Pitt como el capitán Willard, Martin Sheen, y Tommy Lee Jones como el coronel Kurtz, Marlon Brando.

[2] Ocurre con el cine de nazis contra judíos: tapadera de la actual Israel contra Palestina. Antes, en Hollywood, fue el cine de indios ‘buenos’ lavado de conciencia por el genocidio durante la Conquista del Oeste. En Ad Astra (mucho latín para tanta Nasa) el caramelo o la guinda ‘cultural’ se basa en expediciones salvíficas en busca de vida por el sistema solar.

[3] Vergüenza del castellano español es que utopía lo mismo significa ‘sociedad ideal’ que ‘pensamiento fuera de lugar y de lógica’. ¿Se puede concebir asociación más conservadora y más ruin? En ciencia ficción, cambiar armas convencionales por ultrasónicas, o aviones caza por naves Guerra de las Galaxias, dan idea de ninguna imaginación; mérito tendría un mundo sin violencias o sin trabajo tal como el trabajo se entiende y se distribuye de momento en el mundo.

[4] Literatura pos coronavirus, en redes sociales, a puñaítos. El túnel es también la propuesta oficial del Gobierno: de esta se sale, salimos.


foto portada tomada de página ZENIT

el pensamiento único que llevamos dentro.

Utopía

apostillas a El virus y la bola de cristal

Las ideas del artículo El virus y la bola de cristal no tienen nada que ver, aunque se agradece la comparación, con la Utopía de Tomás Moro, ni con distopías de ciencia ficción. Son ideas que alumbró el siglo 20, y que el 21 no ha hecho más que olvidar a beneficio, claro, de una panda que sigue gobernando el mundo y viviendo del cuento.

En El virus y la bola de cristal se hablaba de los partidos políticos como “asociaciones para el manejo y manipulación de voluntades”. ¿No lo son acaso? Y contra la democracia como inexistente mientras se asiente en la “división electores/elegidos” que algún día la democracia de verdad verá “tan desfasada como la división por sexo o raza”. Para una legión de cabezas pensantes, eso es realismo puro.

Que “pediremos ser controlados por la Administración, ya sin ventanillas ni oficinas” lo vemos hoy por las sucesivas áreas virtuales que ya gobiernan o administran nuestra vida pública (expedición de documentos, tarjetas sanitarias, recetas médicas, Hacienda, DGT, pagos y cobros). ¿Qué dice quien dice que el control atenta contra su libertad?

Que pasarán al “museo del olvido” oficios o trabajos, lo estamos viendo. [1] Que vamos a una sociedad cada vez más robótica y, por tanto, más ‘deshumanizada’… Solo hay que imaginar esa automatización sobre tareas que hoy se creen insustituibles: taxistas, tenderos, burócratas, pero también reyes o presidentes.

Imaginar un mundo sin guerras es mucho más fácil que lo contrario. ¿Se imaginan una guerra entre España y Marruecos; entre España y Portugal o Francia o Reino Unido, se imaginan? ¿Entonces por qué se imaginan el gasto en Ejército y Defensa?

Y si ya no concebimos la pena de muerte, ¿por qué no algún día próximo sin pena de cárcel, cuando el delito se justifique por injusticia social (el robo) o trastorno mental (el crimen)?

Que la ciencia tuviera “otra ética” no vendría mal a la humanidad. ¿O es que no hubo ciencia de laboratorio en ciertas invenciones del siglo 20? ¿No hubo cerebritos de premio nóbel tras los gases de exterminio, esterilizaciones, genocidios, bombas atómicas?

¿Y la Onu? ¿No salió configurada a la medida de las potencias vencedoras de la 2ª Guerra Mundial? ¿No es ese el germen del Consejo de Seguridad? ¿Ha de durar para siempre?

¿Y la Otan? ¿No fue respuesta ‘defensiva’ ante la Unión Soviética y fuerzas del Pacto de Varsovia? ¿Por qué, entonces, ya sin Soviética ni bloque del Este, la Otan continúa? [2]

Y pasando a proyecciones de índole personal que hoy aparentan estar en el centro del debate, el debate no existe. Convénzase, viejo militante en costumbres de otra época: No habrá toros de sangre. No habrá cofradías invasivas (tal como ahora se apoderan de la ciudad). No habrá cada año una portada de Feria distinta.

Porque hasta el almanaque festivo y laboral que hoy comanda una iglesia será sustituido por un cupo de días festivos y laborales que lo que en el futuro será empresa y trabajo administrarán a voluntad y por convenio al día, a la semana, al mes y al año. ¿Que usted quiere su viernes como descanso semanal…? ¡Ahí tiene usted su viernes, sea usted o no musulmán! (Estará prohibido el tapadismo religioso.) ¿Que usted quiere su sábado…? ¡Ahí lo tiene sin problema! ¿Su ramadán…, su yom kippur… para tomar vacaciones con motivo el que usted quiera…? Y los chinos que quieran cerrarán por el Año Nuevo chino. En realidad salvo un calendario escolar, que tiene que haber, todos los calendarios nos vienen impuestos y hasta el papa Francisco, recordarán ustedes, propuso una Semana Santa en días fijos, y no móviles. No le dejaron ni hablar:

–Se ve que es nuevo, el pobrecito.

Mírese usted en los bolsillos. No sea que entre sus llaves y pañuelos lleve usted, en el fondo, un buen pensamiento único, ¡ay truhán!

[1] Sin salir de gente de mi edad: ¿cuántos soportes de audio y vídeo (con sus correspondientes negocios y comercios) hemos conocido? vinilo, casete, cedé, mp3, mp4… ¡Para al final Youtube o Spotify! Imagínense qué fue de la efepé de singles y elepés. Atención, familias, qué carrera dan a jóvenes y adolescentes en edad de labrase (imaginarse) un futuro.

[2] La respuesta es obvia para quien respira pacifismo: la Otan había venido no para defendernos sino para quedarse. ¿Sabían ustedes que en 1954 la URSS propuso su unión a la OTAN, con el objetivo de mantener la paz en Europa,​ pero los aliados rechazaron la propuesta? La paz y el desarme a nivel mundial han sido objetivo de la Onu (pueden verlo pinchando aquí). Por paz se entendía coexistencia pacífica y el desarme arrancaba por la no proliferación de armas nucleares o de destrucción masiva; recientes, como estaban, Hiroshima y Nagasaki. ¿Seguro que detrás de Covid-19 no está algún listillo jugando con lo que no se debe? ¿Y no será el coronavirus un arma de destrucción masiva? Lo que es seguro es que la duda no tiene nada que podamos llamar conspiranoico.

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