El año 19 vino muy bien a la España borbónica, pelota como ella sola, la celebración de la llamada Llegada del hombre a la Luna como si hubiera sido perla de la Corona de Castilla, gesta de Colón o Sebastián Elcano.
Hay que recordar que el Gobierno llevaba meses en funciones. Por miedo a remover monarquía o república y por miedo a la cuestión federal, no se habían atrevido a lo más fácil: reformar Constitución con ley electoral. Y la nota que daba la clase política era particularmente baja, casi la misma que daban sus votantes.
–A los 50 años del viaje a la Luna, pues -se frotaron las manos en el Consejo de Rtve-, cumpleaños feliz que ameniza el verano y distrae de otras efemérides. (Entre todas, los cincuenta años del Proceso de Burgos, reactivo de luchas obreras y estudiantiles que dieron a España su particular Mayo francés.)
–¡A los 50 del Apolo! y ¡a toda tele!
La llegada del hombre a la Luna (1969) fue una película de La Nasa, con Neil Armstrong, Edwin Aldrin y Michael Collins. La película cuenta cómo estos tres, en los papeles de astronauta, salieron de Cabo Cañaveral, Florida, Tierra, el 16 de julio de 1969 (el 16 quizá por ser el día de la Virgen del Carmen) para llegar a la Luna el 20, y el 21 darse un ingrávido garbeo transmitido en directo por todas las cadenas del Imperio. Armstrong y su previsible frase; Armstrong y Aldrin como parejas míticas del cine; Armstrong, Aldrin y Collins como los Tres Mosqueteros del espacio, todo, todo, contribuyó a un éxito (sobra decir:) sin precedentes.
Cincuenta años después, la revista eLTeNDeDeRo demostró científicamente algo con lo que se había estado especulando en círculos de actividades anti americanas: la película no fue un documental basado en hechos reales, sino montaje o ciencia ficción dentro de los clásicos del género fantástico.
–Llegar, llegaron, claro que sí. Lo que se discute es que los tres del Apolo 11 fueran humanos. Militares, sí. Espías, sí. Al servicio de una única bandera, sí, y no de la Onu. Y en alta misión secreta y de guerra de bloques.
Si, a la salida de un campo de exterminio nazi, Primo Levi se preguntaba si esto es un hombre (Se questo è un uomo), mismo derecho tenemos los supervivientes del exterminio Usa (desde Hiroshima y Nagasaki: Corea, Vietnam, de Israel y tanta Guerra del Golfo) a no mezclar nuestra humanidad con la suya, nuestra paz con su guerra, nuestra carrera por la vida con su carrera de armamentos, por no hablar de sus guerras comerciales. Donde Estados Unidos pisa –supongamos la Luna– no vuelve a crecer el hombre.
–¿Armstrong, el Hombre?, ¿Armstrong, la Humanidad?
–¡Venga ya!
[ Manuscrito hallado en La corte del Rey Bobo ]
Foto portada: La Luna, de Méliès, fotograma cartel de la película (1902)