Las ideas, instrucciones de uso.

Bregar con las ideas es siempre complicado. Me pueden llamar víctima del pensar: arte, cultura o educación (entendida como un paquete establecido), no me dicen nada. En un museo de bellas artes veo no más que un repertorio de horrores y leyendas negras; su máxima expresión sería el asombro del turista occidental ante la contemplación de la Gran Pirámide: ese turista que hace la foto sin pensar la esclavitud, la injusticia, la desigualdad y la superstición que hicieron falta, tanto como el látigo del capataz, el andamio o la piedra, para levantar ese monumento a la muerte de uno solo. Y quien dice Egipto, Guiza o Keops, dice cualquier obra tenida por maravilla, pues no hay obra de arte, por muy intelectual o abstracta que sea, o de finísima musa concebida, que no traiga un recuerdo de la muerte (de otros, para que viva el artista la buena vida); obras cuyo valor se mide en tiempo y horas de ocio robado (desde a las amas de cría o amas de casa, al personal de servicio), hasta la herencia y condiciones materiales para el niño dedicarse a ser un Mozart o un Picasso o un Dante Alighieri o un Georges Perec, el de La vida instrucciones de uso, novela de 1978, a quien he pillado el título.

“Yo a mí despacho y usted a limpiarlo”, no puede ser.

“Yo el elegido, el político, y usted a votarme”, no puede ser.

“Yo a mi falda y mis tacones y usted a sus pantalones”, no puede ser.

No puede ser, no puede ser.

Estoy hablándole a próximos colegas que se precian de valores y derechos humanos y presumen de vivir en democracia, sistema que se receta como lo mejor del mundo, cuando la democracia es eso que administra el capitalismo que, a su vez, manda en el trabajo, que trae consigo la cobertura a “la explotación del hombre por el hombre”. Siempre se ha dicho así: capitalismo o división social del trabajo, esto es: hereditario y de por vida por clases que no comunican, lo que dictamina “tú, al andamio, y yo, a mi musa”, no seguiremos el juego a quienes usan hablar de neoliberalismo.

Estoy a un lado del mundo (primer mundo y occidente) incapaz de devolver lo robado al otro mundo (en tiempos coloniales, la metrópolis continúa). La última que yo me esperaba: la que se llama izquierda defendiendo la unidad de España.

Por otra parte, mi idea de conversación es solo afirmar o negar lo que todo el mundo (todas las personas de todos los mundos) pueda también afirmar o negar. Ideas totales yendo a la fuente de las ideas, que son la persona, el sé tú mismo, esos clichés tópicos. Mi crítica empieza por la fecundidad y maternidad donde la persona empieza, yendo a las mujeres y lo que es ser mujer, tanto que se habla de feminismo…

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