orto y ocaso del feminismo, la solución unisex.

El feminismo migró desde el primer sufragismo, por el derecho al voto, al actual feminismo, de cuotas, de cremallera o de igualación 8-M, pasando por la crítica al patriarcado y el marxismo feminismo. Al final, el feminismo se ha rendido al Si no puedes con él, únete a él, para igualar dos mundos perjudicados (donde algo prevalece y algo se somete), en la común derrota que significa la hembra boxeadora, toreadora, astronauta o militar, o el varón depilado y con faldas y a lo loco.

Bajo el poderoso influjo del a igual trabajo, igual salario, la “operación feminismo” se ha ganado en tres frentes. La aceptación de un mundo macho con sus valores de competición, fuerza o violencia. La incorporación del macho a unos valores supuestamente femeninos como el cuidado de personas o el cuido de uno mismo. Y la desconfiguración del lenguaje corporal como sistema de signos. Y algo que consiste en símbolo, en alegoría o en metáfora, deja de ser lenguaje figurado para hacerse literal. No solamente renuncia a la lectura del signo: repele la lectura de significante y significado como un verdadero atentado contra las libertades de todos y de todas.

El todos y todas, de pronto, adquiere un valor terrorífico, por cuanto implica no a todas, que ya estaban machacadas por el sistema, sino a todos los masculinos varones, que hasta ahora se libraban. Y el varón que gozaba la libertad del hombre y el oso, cuanto más feo, más hermoso, sufre hoy lo que hizo sufrir a la mujer: para presumir hay que sufrir.

Con ayuda del mariquita amanerado y del nuevo orgullo gay más el acordeón lgtbiq, la operación les ha salido redonda a quienes querían cambiar lo mínimo para que todo siguiera igual. En el vaciamiento de la conversación, radica su victoria.

A quienes, como madres, padres o abuelos o educadores, y con honestidad y lucidez, siga interesando el tema, no queda otra que hacer norma lo que fue moda unisex. Y puesto que, en comodidad y funcionalidad, masculino gana a femenino (lo dicen azafatas o enfermeras que unifican en pantalón, y no falda, su uniforme), habría que empezar por desactivar el espejito, espejito, donde se miran las niñas bien educadas.

La regla sería: A los niños como a las niñas, y a las niñas como a los niños. Lo que es bueno para un sexo sería bueno para el otro. Y siempre será más fácil la igualdad de lo semejante que la igualdad de lo desigual, que tanto se predica para que cuele el tapadismo islámico, por ejemplo, como hecho diferencial justificado por vía de cultura o civilización. Ya está bien de cultura y civilización.


unisex, del inglés unisex. Adecuado o destinado a hembras y a varones. Moda en los 60 que buscó diluir diferencias en materia de apariencia, vestimenta y comportamientos. Grado cero del sexismo. Antónimo o antídoto frente al sexismo entendido como el cultivo de las diferencias. Lo femenino sería lo que, en lingüística estructural, el término marcado.

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