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defensa de unisex.

Marlene_Dietrich vestida de garçonne

Me pregunta un hijo en edad de emparejar por el asunto niños y niñas, hombres y mujeres, varones y hembras, ante la educación. Y le digo que la única salida sería un plan nacional por la coeducación (campaña semejante a las que se hicieron por el uso del casco o del cinturón de seguridad o contra el tabaquismo); y que esa coeducación habría de ser por fuerza unisex, es decir, basada en la macro uniformidad socialmente acordada [1] entre roles y apariencias masculina y femenina, y a favor de lo mejor, para el caso: ¿falda o pantalón?, ¿pelo largo o corto por el lavado de cabeza diario?, ¿tacón alto o anatómico?, ¿tatuajes?, ¿pírsins o perforaciones corporales?, ¿uñas o boquitas pintadas?

Para ese objetivo, una persona sola o una familia sola no bastan. Hablamos de algo ambiental que está en los juguetes, en los escaparates, en los colegios, en las pandillas, en las fiestas, en los medios, en los modelos, en las redes sociales, en las salidas profesionales.

A nadie escapan las dificultades de un plan semejante pero, tampoco, su inmenso interés para la coeducación –o educación en igualdad niñas y niños– y para la prevención y erradicación del sexismo.

Y son ustedes, por sí solos o en pareja o por grupos, quienes tendrán que decidir. No es fácil ir contra la diversidad, que tanto se ha pregonado como rasgo distintivo de libertad y democracia. Ni fácil ni difícil, es cuestión de emprender juntos.

Y, hasta que llegue la hora del Estado, no hay más remedio que pringarse. A fin de cuentas, ser padre o madre implica un compromiso que, mientras la criatura dependa de nosotros, nos obliga a tomar partido. Ojalá acierten.

[1] Por macro uniformidad se entiende, no vestir por igual el mismo uniforme de colegio, sino como un marco general y orientativo, dentro de unos márgenes que subsistirán mientras haya diferencias por usos y clases sociales o religiosas (caso del tapado islámico).


en portada: Marlene Dietrich vestida de garçonne en 1933. El prefecto de policía de París, Chiappe, había amenazado con detenerla si se mostraba de forma pública vestida de hombre. (foto y pie de foto: Wikipedia)

/ a Juan Lebrato /

la moda como pregunta o como respuesta.

CURRICULAR POR LEMONGE recortada

El 9 de junio de 2019 la revista de moda, tendencias, estilos, compras y experiencias en la red Mi diario de moda, de Paula de Gracia, se hizo eco del artículo histrión, histriónico, histrionismo, de Daniel Lebrato, publicado en [eLTeNDeDeRo] ese mismo día.

Me hizo gracia. En principio, el histrionismo, que es una actitud o patología, nada tiene que ver con la moda, al menos entendida como lo que se lleva llevar. ¿Creías salirte de la moda? ¡Pues toma moda, Danielito!

Probablemente Paula de Gracia, la conductora de Mi diario de moda, habrá visto en mí a alguien que sabe que salir a la calle es abrirse el telón, y el histrionismo (como teatralidad) ayuda a la representación de la misma manera que pueden ayudar la madurez o el distanciamiento, la ironía o la cara dura. Revolviendo en Borges sobre el destino, podríamos afirmar que todas las modas, por muchas y cambiantes que sean o por mucho que dependan de vaivenes del mercado, se resumen en una sola: el momento en que uno sabe para siempre quién es y cómo quiere salir a escena, ya que no hay más remedio que salir. Igual que se dice que “el hábito no hace al monje”, podría decirse lo contrario a nada que uno se crea el papel que representa. Lo que no se puede o no se debe: ser títere manejado por hilos del juego de la compra, de tienda en tienda y compro porque me toca.

En cuanto a mi aliño indumentario, es solo una respuesta a pruebas físicas que no aprobé en mi vida: mi alopecia, mi miopía no apta para lentillas, mi inoperancia ante escaparates y grandes almacenes. Y he quedado en puro arcaísmo apalancado en el tipo de los galanes del cine en tecnicolor. Yo, que no soy galán, me defiendo como puedo. Y es verdad que daría todo mi ropero por que no hubiera nadie en el mundo sin vestir o pasando frío. No creo en la apariencia como seña de identidad. Mi identidad es la común pertenencia a un único y mismo género humano.

□ enlace a Daniel Lebrato imágenes


 

histrión, histriónico, histrionismo.

Daniel Camaleón en grande (2)

Me pregunta Álvaro Martín si soy algo exhibicionista. Le respondo que no. Que exhibicionista (macho) es quien se abre la gabardina (no lleva más ropa debajo) y enseña a las adolescentes de instituto lo que él llama su muelle de las delicias, su cosita. El episodio está en Hacia (1999) y recrea a un tipo real, entre voyeur y exhibicionista, que por los años 70 se descubría desde el Parque de María Luisa ante las niñas del Instituto Murillo (femenino) cuando éste radicaba enfrente, en el Pabellón de Argentina al final del Paseo de las Delicias, comienzo de la Avenida de la Palmera. A aquel tipo, enfermo de soledad, yo le hacía decir: «Rechaza imitaciones, que es calidad, chiquilla. Bajo mi gabardina, el auténtico, el único muelle de las delicias.» Soy tímido -sigo diciéndole Álvaro- y nada exhibicionista. Lo que sí soy: histriónico.

Daniel Lebrato firmando ejemplares ajenos en la feria del libro foto Pepe Morán 19 05 2017

histriónico [334.000 gugles] de histrión (1613), latín histrio, comediante, actor, mimo. Sustantivo y adjetivo. 1. Actor teatral. 2. Persona que se expresa con afectación o exageración propia de un actor teatral o que resulta falso o efectista. Me molesta su comportamiento histriónico. Sinónimos: exagerado, fingido.

histrionismo. Trastorno de la personalidad no tan grave ni tan raro de encontrar, que consiste en ver el mundo como un escenario donde el sujeto actúa. El exhibicionista presume de una mercancía que le gusta enseñar; el histrión ejerce con más profesionalidad y quizás con menos ego, su defecto es la sobreactuación, extremo que el verdadero actor profesional repudia y teme. El exhibicionista es parecido a Narciso; el histrión sería como el bufón, un enano entre gigantes que es enano todas las horas del día y por eso interpreta le toque o no actuar: de todas formas, se van a reír de él; digamos que su naturalidad es su artificio, que en lo falso consiste o encuentra su verdadera autenticidad.

Daniel Lebrato en la foto de la Generación del 27 (1)
El impostor, en la foto de la Generación del 27.

En su libro Hacia, publicado en Sevilla por Qüasyeditorial en 1999, y desde entonces disponible en Internet, tres episodios autobiográficos dan cuenta del histrionismo según Daniel Lebrato. Arranca con cinco citas de autoridad que conviene recordar aquí:

A veces me tropiezo sin querer con el que fui y apenas me saluda.
(José Antonio Moreno Jurado)

¿Soy yo o soy el mendigo que rondaba mi jardín?
(Juan Ramón Jiménez)

Con la barba afligida, sin afeitar y feo.
(Miguel Florián)

Lo más profundo que de ti conoces: la piel.
(Juan Cobos Wilkins)

A la larga, la máscara se convierte en rostro.
(Marguerite Yourcenar)

[AFTER SHAVE]

Lo has leído en autores más sabios y respetables:
el aire de extrañeza de quien se mira al espejo
y no se reconoce, como dudando si es él
quien tose, quien asoma tras las ojeras. La idea
no está mal. Sin embargo, tú cultivas sin escrúpulos
la impostura que alguna vez -Manolito y el lobo-
será más cierta, y haces del espejo un camerino.
Negándote, te afirmas: no se visten los actores,
se disfrazan. Quien no te conoce piensa: «de otro»,
y no: no hay más papel que al que das vida, el que detrás
del vaho te devuelve y te sostiene la mirada.
Celebras los chalecos y el sombrero y el bastón
que presumido eliges antes de que todo sea
verdad, verdad el lobo.

[SEGUNDO AUTORRETRATO]

Afeitado. Duchadito.
Con el pelo y las uñas
impecables, a prueba
de fotógrafos.
El traje, ni más ni menos
que la etiqueta exige.
Saber llegar.
Que los tuyos te reciban
como suyo.
No pudo César
morir de otra forma.

[DE LA SINCERIDAD DE LA INFANCIA
retratada según se entra en la Poesía]

Se nace o se pace, pero a casi
todos da tiempo a manipular el
borrador y a falsear las pruebas
del alma, sus recuerdos. Son cromos
de un álbum de otra vida, no nuestra
vida, y son también una coartada.
Hagan juego o poesía, los dados
-manda el crupier- van a su imán, van a
su ayer y a los ayeres supedi-
tados a condición de la bío-
grafía que, como un crimen, preme-
dito. Podéis dudar del que fui,
no del que soy: maté a los testigos,
borré las huellas, me di a la fuga.

Daniel Lebrato, Hacia (1999)

O sea que, al final, mi puesta en escena es buscada, rebuscada, un miedo a la vejez y a la muerte como otro cualquiera y una manera, acaso digna, de no contribuir a la fealdad de este mundo.

/ a Fernando Mansilla,
 autor y actor y nada histriónico /


histriónico en Wikipedia

Así habló Zaratustra. En el desarrollo de la obra, la segunda y tercera parte se centran tanto en las conductas del personaje como el matiz histriónico de la doctrina.

Cesário Verde. Une a ambos autores la temática urbana y el interés por la vida bohemia; les separa, en cambio, el tono, frecuentemente exaltado y casi histriónico en Baudelaire, reposado e irónico en Verde.

Charles Laughton. Durante este tiempo, el trabajo en el cine de Laughton pasó a un plano secundario, y a veces, como en The Strange Door actuó de modo deliberadamente histriónico.

Debra Paget. Quedó encasillada en papeles de mujer exótica, delicada, debido a su gran belleza muy particular y su carácter histriónico.

Dmitri Shostakóvich. En la n.º 9 adopta en máximo grado la actitud de bufón o, dicho menos claramente, el uso histriónico, humorístico y sarcástico de la música. La Novena de Shostakóvich parece ser interpretable en clave de burla, no sabemos si de la muerte, de los políticos del Kremlin, de la comunidad mundial de compositores o quizá de todos ellos.

Entre bobos anda el juego. Don Lucas del Cigarral es un personaje histriónico y estrafalario, al que adornan todos los rasgos negativos que puedan imaginarse: retraso mental, fealdad, avaricia, necedad y masoquismo.

Fausto (película). De igual importancia, la técnica fotográfica y de imagen, la utilización necesaria del blanco y negro y del contraste fuerte entre las zonas ensombrecidas y las iluminadas, para destacar el dramatismo histriónico e incluso los cambios climáticos.

Francisco Franco. Personaje histriónico que fundó la Legión a imagen de la Legión Extranjera francesa, reclutando a proscritos sin importar su nacionalidad, a los que les redimiría su permanencia en la Legión: «Os habéis levantado de entre los muertos, porque no olvidéis que vosotros ya estabais muertos, que vuestras vidas estaban terminadas.

Hay que nombrar el histriónico Mundo Idiota (Neat Stuff. Fantagraphics, 1985-89) de Peter Bagge, donde se critican despiadadamente los modelos sociales.

Hermanos Marx. Chico fue un excelente e histriónico pianista, y Groucho tocaba la guitarra.

Ian Keith. También tuvo facilidad para la comedia, y su rico retrato del histriónico actor Vitamin Flintheart en Dick Tracy.

John Travolta. Ha desarrollado papeles muy diversos en multitud de géneros, lo que le ha dado la reputación de actor extremadamente histriónico y versátil.

José López Portillo. Lloró frente a millones de mexicanos y golpeó impotente con su puño el atril de la tribuna principal del Palacio Legislativo aceptando su responsabilidad personal al fallarles; un despliegue histriónico que conmovió a muy pocos, enfureció a los más y fue motivo de parodias y burlas.

Mala Rodríguez. Un álbum que empieza con el desparpajo histriónico y existencialista de Esclavos y llega la infecciosa melodía de Hazme eso.

Narcisismo. Así se incluyen también en este grupo el trastorno límite de la personalidad, el trastorno histriónico de la personalidad y el trastorno antisocial de la personalidad.

Necrorama. Juego de rol independiente (Javier Arce, 2007). Sus pilares son el pulp, el cine negro y el humor ácido e histriónico.

Peter O’Toole. Aportó un elemento histriónico que constituye a la vez su principal virtud y su mayor defecto.

Trastorno histriónico de la personalidad. Trastorno de la personalidad del grupo B (desórdenes dramáticos, emocionales, o erráticos).

Un tranvía llamado Deseo (teatro). Por primera vez en la historia del arte histriónico norteamericano se abordan temas antes considerados tabúes.

XDComics. Monroe ha ido volviéndose más histriónico con el tiempo, este hecho sumado al de creerse por encima de todo tipo de convención social y mejor que cualquier humano, le han convertido en un tipo que no necesita al resto de la sociedad, con cierta reciprocidad por parte de ésta.

Daniel Lebrato por la Avenida de Sevilla 22 05 2017 (Foto Antonio Mateu) (2)

casting y castigo.

Rosalía Las uñas como arma del feminismo

Mecano en los 80, con letra de Nacho Cano: No me mires, no me mires, déjalo ya, que hoy no me he puesto maquillaje y mi aspecto es demasiado vulgar para que te pueda gustar. Sombra aquí, sombra allá, maquíllate, maquíllate. Y de aquellos polvos, estos lodos: Sostiene la cantante Rosalía que las uñas simbolizan la feminidad y son un arma. Oído lo cual y sin entrar en el origen y evolución de (pues no es propio de [eLTeNDeDeRo] justificar lo presente por que haya sido historia), parece indudable que todo lo que llamamos maquillaje (del francés maquiller, jerga teatral del 19 cuando actores y actrices se aderezaban en el camerino) o cosmética (del griego ‘adorno’) ha llegado a la España del hombre y el oso (cuanto más feo, más hermoso) en soporte femenino y sería estupidez o demagogia sostener otros antecedentes, como causas médico sanitarias o como distintivos de tribu urbana. Hablamos de una idea de la belleza (sea o no saludable) y Rosalía tiene razón: las uñas simbolizan la feminidad, no el feminismo (tampoco ha dicho del arma: ¿para atacar o defenderse de quién?).

El caso es que alguien podría hacer –la ha hecho ya– una lectura feminista más allá de Rosalía. Pintarse la cara, las uñas, calzar tacones o lucir escote son marcas de mujer y lo siguen siendo aun cuando varones por orgullo gay o culturizados por la igualdad de sexos hayan adoptado esos usos, también la coleta a imitación del largo pelo de las mujeres. Todo, todo, es resultado de siglos de hegemonía masculina sobre una población femenina que o quedaba al margen (mujeres de clases populares) o acentuó sus rasgos para triunfar sobre, o medirse con, el macho dominante (caso de las mujeres sabias o de alta nobleza). Solo dos modas recientes se han trasvasado del macho a la hembra: el tatuaje y el pirsin, pero ese trasvase, signo de una homogenización característica, no anula lo esencial: los roles son roles y están hechos a la medida de quien mandaba en el resto: el machismo como precipitado histórico que fue haciendo una doble construcción a partir de la división primordial entre la falda y el pantalón, entre el rosa y el azul, entre la muñeca y el balón. Y dentro de esa gran división, como en dos poderosos bandos o ejércitos, el detalle de un toque personal, de un adorno o pintado más o menos, pierde relevancia: lo que importa es el conjunto, quién manda aquí y cómo deberíamos emprender la descorporeización[1] del personaje hacia una sociedad más seria e igualitaria; no, que, después de las campañas y mareas Me too, No es no y 8-M, el feminismo sigue teniendo en la moda su más peligroso aliado. Cuando una cantante se señala por sus uñas, mal le irá y nos va. Y cuando un colectivo, de pronto feminista, quiere seguir siendo feminista sin bajarse de sus tacones, sin que le miren el escote o sin que el largo de su falda signifique nada, es que tacones, escotes y faldas significan, ¡vaya si significan!

Sepan más sobre labios maquillaje ojos pirsin tatuaje uñas tacones y quédense con el corto Rabo de toro (0:46), rodado en los estudios Palacios Malaver de Cenarte en Sevilla; con la actuación de Eli Finberg bajo la dirección de Pablo Ruiz Sánchez, quien realizó The Fog (La Niebla), con música de iAmDive y con nuestra participación y contra la pesadilla de los medios que tienen machacadas a las criaturas que dan su vida ante la cámara por un buen casting.


[1] desomatización no valdría por cuanto significa transformar problemas psíquicos en síntomas orgánicos.

la moda.

1.
No hay que leer El sistema de la moda, de Roland Barthes en 1967, para reconocer que la moda (cualquier moda, toda la moda y lo que está de moda) es una convención, un acuerdo social donde lo de menos es la ropa (vestirnos conforme a pudor, salud y clima) y donde lo de más es la imitación; por un lado, para pertenecer al grupo al que queremos pertenecer y, por otro, para diferenciarnos de él. De ahí, el afán por ser quien eres, tú mismo o misma frente al todo. Somos como la ovejita que yendo en rebaño se empeña en que el pastor la reconozca y la llame por su nombre.

2.
El único antídoto frente a la dictadura de la moda es salirse de la moda pero, claro, mercados y escaparates mandan, sastres y modistas cuestan un dinero y por qué no ponernos lo primero que nos venga en gana o que tengamos al alcance en el cajón o en el armario. Nuestra indumentaria puede responder, además, a la imitación de un líder o de una causa (jipis, roqueros, barbas por el Che Guevara, pañuelos palestinos, viseras hacia atrás por el hip hop o el rap).

3.
El problema surge cuando alguien utiliza la moda con perspectiva de género. Caso del amiguito, gay o no gay, que se pinta las uñas o se pone tacones como señas de identidad con lo femenino. Ese amigo no se da cuenta de que uñas pintadas, tacones y escotes son imposiciones del macho occidental igual que el macho islámico impone el tapado a la mujer islámica o el japonés que a la geisha le oprime el zapato porque le da más morbo el pie pequeño.

4.
No ver en el desvío o en la anti moda (de vestir a la contra) las mismas pegas que se ven a la moda es ignorancia o ingenuidad. Otro día hablamos de cómo los varones, al adoptar rompedores hábitos y conductas femeninas (el pelo largo con coleta, los zarcillos), no han roto con nada en realidad: no han hecho más que repartir por su sexo la supeditación a un modelo. Más machismo, o sea.


 

el hilo invisible (Phantom Thread, 2017)

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Alpinistas sobre sus tacones,
de escote para submarinistas,
las ganadoras del Óscar, o nominadas,
desfilaban por la alfombra roja,
unas de otras envidiosillas del premio,
del peinado o del vestido o de la cola
que traería cola de público y cadenas
de todo el mundo.
Prada o Giorgio Armani o Valentino
o Reynolds Woodcock en su película
tenían las llaves del costurero de las reinas.
Pero ellas, dignas y unánimes, juraban todas
cuatro días antes de aquel 8 de marzo
que estaban contra los estereotipos femeninos.


[LA CORTE DEL REY BOBO]


los modos, las modas y las bodas.

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completas son las obras escritas y reunidas, a una determinada edad, pero también vivencias. Por alguna razón, ando poniendo en orden y al día mis completas y mis vivencias, lo que es una forma de dejar fuera y de hacer limpieza o antología. Y esto vale para mis libros que fueron libros, para mis papeles y mis objetos y para mi entorno o las personas que todavía me emocionan. Es como si Daniel Lebrato se hubiera puesto en pause, que no es que se vaya a morir, al revés, yo, más vivo que nunca, de cuanto simple amé rompí los lazos (Epístola moral a Fabio).

Un día que pasa a mis completas y a mi antología es el 23 de abril del año dos mil, día que fue ‑además de del Libro, de San Jordi y de Cervantes‑ Domingo de Resurrección. [Según el calendario romano; el protestante entiende que “al tercer día resucitó” significa en Lunes.] Aquel domingo, broche de Semana Santa y víspera de Feria, había toros en la Maestranza; ni más ni menos: Curro Romero (con Morante y Enrique Ponce) y hubo quien, por amor a Curro y a su abono, se perdió la otra cita del día: Pilar y Daniel se iban a casar y a casarse, además, a su imagen y semejanza. Fue Tres trajes traje, como decía la participación. [No invitación: cada uno pagaría su parte en el convite y estaban expresamente prohibidos regalos que no fuesen inmateriales como un dibujo, un poema, un cante, una actuación, cosas así.]

Tantos años después, he montado y corregido la película que nos grabó un hijo nuestro con su vídeo cámara y luego nos pasó en dvd. Por alguna otra razón, parte de mi leyenda negra con mi familia, que no se habla conmigo, tuvo que ver con las bodas: ella sabrá (mi madre o mi familia) por qué o en qué. Es verdad que la gente con 20 años no se casa lo mismo que a los 30 o a los 40, edad que pasábamos Pilar y yo ese 23 de abril primero del nuevo siglo. Y es verdad que una boda es a la pareja lo que miniño, para sumadre: lo mejor del mundo y las críticas son mal recibidas; si hubiera autocrítica, ya sería mucho, pero, en vez de eso: álbum de fotos.

Vean, si les parece, la película Tres trajes traje. No llega a 45 minutos. Y denle a avance rápido y sáltense lo que no les asombre: en cinco minutos tienen ustedes idea cabal de lo que puede ser una boda hecha ni por el cura ni por el concejal ni por la empresa de eventos ni por el cáterin ni por el padrino ni la madrina: por la pareja protagonista, quien toma el mando y pone el ceremonial en su sitio. El nuestro fue Galaroza y Fuenteheridos, Sierra de Huelva, donde vivíamos lo mejor de nosotros. Cuánta agua y cuánto vino nos inunda desde entonces.

–enlace a Tres trajes traje

enlace a Rey de bodas


El sistema de la ropa y del vestido (a propósito del burquini)

burquini

EL SISTEMA DE LA ROPA Y DEL VESTIDO
–a propósito del burca y del burquini–

Culturas o sociedades del taparrabo aparte (de tribus que han permanecido al margen de la historia), todos los pueblos prehistóricos e históricos (tanto los machos como las hembras) han combinado el tapado integral con el desnudo integral sin morbo, sin malicia y sin menoscabo: cuando hacía frío, porque hacía frío, y, cuando calor, por defenderse de los rayos del sol y preservar la humedad del sudor.

Como cuenta el del Génesis, lo primero que hicieron el hombre y la mujer metidos en culpabilidad fue taparse con pudor y con malicia, cortapisas morales que pusieron fin a los tiempos ingenuos; pérdida de la inocencia y ciclo que hoy reproduce el crío o la cría que cambia de una relación inconsciente con su ‘cosita’ y la ‘cosita’ de los demás, a una relación consciente y picardeada.

La doble sexualización del cuerpo y del vestido (sexo: en tanto distinción machos y hembras y sexualidad: en tanto incitación activa o pasiva) se dio en las tres sociedades patriarcales de las religiones de libro: judíos, cristianos y musulmanes. Las tres conocen la poligamia, la prostitución, la violación de mujeres y niños, el matrimonio por interés, el apellido, la familia y la herencia, y las tres distinguen entre homos y héteros y entre un erotismo oficial y otro por donde discurren los bailes del vientre o de los siete velos.

Por razones que tienen que ver con la sublimación de la mujer como mujer objeto[1], el judeocristianismo aceptó la liberalización del cuerpo femenino, de pronto expuesto al sol casi desnudo y con muy poco peligro. Para eso hizo falta que los machos se educaran en la represión de sus instintos básicos, que aprendieran a ver un culo o una teta sin echarse encima de su dueña; tuvo que cambiar el modo de ver y de ser vista. O visto, cuando los machos, homos o héteros, empezaron a marcar paquete, a lucir músculo y ombligo, a ser hombres objeto como las mujeres eran.

Esta culturización del exhibicionismo se razonó en la indumentaria útil en tiempos de maquinismo y de incorporación a trabajos que arrinconaron túnicas y chilabas como arrinconaron gorgueras y gregüescos, capas y sombreros de copa, revolución del vestir que no se dio en el islam donde tampoco se dio lo que en Occidente fueron Renacimiento, Ilustración, Revolución Francesa o Revolución Industrial.

Cuando al final del siglo 20 y por motivos cortitos EEUU y la Otan dieron alas al islamismo sin más intención que combatir a la Unión Soviética, dieron alas también, como efecto colateral, al tapadismo sexista y sistemático y no voluntario ni por moda ni por gusto, aunque algunas tapadas digan que les gusta, y han creado un conflicto entre tapadismo y exhibicionismo de imposible solución si no es, con criterio global, prohibiendo todos los signos externos de religión en público vengan de donde vengan: la vuelta a una religión cero cero y a una sociedad sin culpa (sin necesidad de redención, también) como la que había antes del pecado de Adán y Eva en el Paraíso.

Lo cual, que, al aferrarse a sus medallitas y crucifijos, cristianas y cristianos, practicantes o culturalmente portadores del cristianismo, son corresponsables de la gestión que hicieron sus gobiernos apoyados y sostenidos con su voto, gestión que ha hecho de indumentarias folclóricas, regionales o a extinguir lo que ahora musulmanes y musulmanas dicen que es su moda: burcas, velitos, barbas y la madre que los parió. De todo ese armario ropero, el burquini expresa y resume la máxima confusión, lo peor de cada casa. El burquini de la islamista sexi en playas de la Costa Azul suma lo vano y superficial del concepto moda de Occidente con el integrismo de beduinos y pastores de ganado que no han salido todavía de donde los habíamos dejado, en el portal de Belén.

[1] Vaya usted a ver si en la nueva configuración de la mujer tuvo algo que ver el peso simbólico de la mujer madre y de la mujer virgen representadas por la Virgen María.

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tatú

Tatú

TATUAJE

Criticar nos hace viejos, pero, sin crítica, qué sería del mundo sin nosotros, profesores, pensadores, cultos en nuestras dos versiones, señora y caballero. Decía Salinas, don Pedro: la luz, lo malo que tiene es que no viene de ti. El tatuaje, lo malo que tiene es que no viene de quien se tatúa. Tampoco el velo de la mujer islámica ni la corbata del comercial con pretensión. Lo que llamamos moda son víctimas a pie de tienda. O de tatú.