palabras polizón y tonterías, las precisas.

Cuando se impone el cálculo de palabras (y ahí está Túiter) por economía respecto al inglés, dos fenómenos, de adición o resta, luchan en español: palabras polizón, dequeísmo y polisíndeton.

A/
La expresión “tonterías, las precisas” es de esos giros (oración, frase o sintagma) sin ánimo didáctico ni categoría de refrán que triunfan sin que se sepa su procedencia. A Chiquito de la Calzada, lo vimos creando su ¡Hasta luego, Lucas!, pero ignoramos quién fue Rita la Cantaora o la Calentera, o Pero (o Pedro) Grullo, el simplón de las perogrulladas; o Bigote, el de llueve más que el día que enterraron a Bigote[1]. Estas palabras polizón, que viajan gratis y sin billete en la nave del idioma, se han colado (1) por ripio: guay paraguáy, remate de los tomates; valdrían también los dialoguillos con ‘premio’ como cinco, te la jinco. (2) por infantilismo: chachi piruli. (3) por eficacia expresiva: por un tubo. (4) por desambiguación: en andaluz sesececeante, casa y caza, igual a casa y cacería, y ma, donde confluyen más, mar y mal, dio origen a malamente y, de rebote, a buenamente. Alguna vez la ambigüedad permanece y el chiringuito Las Moreras, señalado por dos enormes árboles moreras, se quedó en La Morera para una clientela que no pronuncia las eses del plural. Otras veces el añadido de sonidos procede (5) por vía culta: caso de ómine, que hubo que alargar hasta hombre para que no acabara en om, on (<omne) confundiéndose con el numeral: uno oye, francés on écoute.

B/
Academia, Fundéu y profesorado de lengua (no sabemos si talleres de escritura) dan por buenos los galicismos antieconómicos del tipo fue entonces cuando (por cuando), es aquí donde (por aquí) o será de este modo (en lugar de así) y las dos negaciones, calco del pas, que recargan el español absurdamente. ¿Ha venido alguien? es más lógico, más breve y más fácil de responder que ¿No ha venido nadie? Pues nada, no hemos dicho nada. Otro día recordábamos que latinismos como grosso modo o motu proprio son así, sin preposición, no *a grosso modo ni *de motu proprio, errores tanto más graves cuanto nada impide en bruto, a bulto, redondeando o aproximadamente, por grosso modo, o por sí (mismo), por motu proprio. De hecho, el primer castellano (más próximo al latín de origen) usaba menos enlaces, conjunciones y preposiciones, que el español actual. Allá en su siglo, Góngora escribió “antes que lo que fue en tu edad dorada” y Antes que anochezca (1992) fue la autobiografía de Reinaldo Arenas (1943-90). Hoy antes de que gana al antes que por 10 a 1. Antes nadie pensaba de que, tenido por dequeísmo, y ahora todo el mundo piensa de que.

C/
Esta verborrea o palabrerío debe tener que ver con los medios, principalmente la tele, que nos ponen un micrófono por delante para los democráticos telediarios que se usan. La criatura que es nadie, y que se ve de pronto elevada a los plasmas de máxima audiencia y a lo que mande el mando a distancia, engola el gesto, se pone fina y piensa de que (por opino) de cara a (por cara a o frente a) y es como yo digo, cuando suelta, no una opinión, sino un refrán. Claro que también el medio que nos pregunta, pregunta: ¿cree usted que esto va a durar mucho en el tiempo?, como si algo pudiera durar fuera del tiempo, gente preparada que se apunta al primer barbarismo o anglicismo que nos llega: múbin, por acoso; íbuc, por libro; imail, por correo; tréndin tópic, por tendencia; influencer, por influyente; o comúniti mánayer, pamplinas que nos elevan por encima de la tribu, antes vulgo. Sean vulgares y pamplinas, las precisas.

[1] Ver artículo de José María Otero en Diario de Cádiz.


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