HORROR VACUI
Vinieron en belenes, en películas y en cromos de los diez mandamientos.
Cruzaron el Estrecho, nos dejaron alcázares, alhambras, generalifes, pretextos para giraldas
y patios de naranjos.
Hicieron chistes malos con los godos: ¿Saben aquel de don Rodrigo y la pérdida de España?
Los vimos por Ketama, en la locura de un viaje, y en Chauen, esa vez, de novios.
Y, desde las Torres Gemelas, o antes quizá, ¿fue Irán, en el 79?, los seguimos viendo, no fallan,
en todos los telediarios.
No estuvieron pero estaban en la estación de Atocha. No estaban pero estuvieron
en el metro de Londres.
Son buenos porque sacan lo peor de nosotros mismos, como el miedo a la muerte
o estos renglones que muy pocos leerán y que alguien escribe.
Son la prueba de que Dios no existe, porque existen ellos en el nombre de Dios, el Clemente,
el Misericordioso.
No se tocan el sexo ni cuando tienen sexo. No se tocan la barba ni aunque no tengan barba.
Son puros.
Saben que Dios tiene su horario de oficina. Hoy, viernes 25 de septiembre, de sol a sol,
esta es la pauta. 8:11, 2:14, 5:39, 8:16, 9:37. Mañana será otro día.
Para no parecer impíos se descargan Práyer Times o Islámic Salat y al minuto exacto, pipipí,
si Dios, al teléfono, les dice ¡ven!, lo dejan todo y se ponen a rezar al Clemente,
al Misericordioso, que estará en todas partes pero más bien les pilla
mirando hacia La Meca, que pueden ver por Google Maps.
También la oración cabe en un whatsapp. Oh pueblo mío, soy libre del culto idólatra,
vuelvo mi rostro como sincero creyente hacia quien ha creado los cielos y la tierra
y en modo alguno soy de los politeístas, no digáis tres, Dios es uno, ¿cómo iba Dios
a tener un hijo? Tuvo profeta y petróleo para encender lámparas en las mezquitas.
Nos miran y desconfían de nosotros. Los miramos y desconfiamos de ellos. Y de quienes,
en buena hora, pusieron alfombra roja de civilización y alianza de culturas a tan
piadosas costumbres y tradiciones, que hay que conservar (contra la lucha de clases,
contra el humanismo que viene cargado de feministas, maricones y lesbianas).
Ahí es donde nuestros cromos con sus cromos, nuestros belenes con sus belenes,
son de un único álbum, se confunden. Desde el Quema hasta el Ganges,
desde el Rocío hasta Santiago de Compostela, desde Islamabad a Westminster,
todos los caminos llevan a Roma y al Pentágono, a la bondad de su bondad,
a la irrenunciable sonrisa de su sonrisa, a la analítica de su encíclica urbi et orbe
y al amor de Dios te ama, hermano.
Te ama, sí, y quisiera verte ahora poseído exagerando el gesto expresionista ante la cámara,
mientras ensayas a lapidar mujeres tirando piedras al Diablo, que tampoco existe
o tampoco es malo porque habíamos quedado en que Dios no es bueno, puesto que
existen ellos o yo no existo, se cansa uno. Las tonterías que nos hace decir la teología.
Al menos 717 muertos este jueves y más de 800 heridos en una avalancha de peregrinos
en el valle de Mina entre los tres millones de personas que participaban
en la peregrinación anual a La Meca. En el preámbulo, los creyentes han de coger
tres piedras, tres, de menudo tamaño que habrán de utilizar en la lapidación
del Diablo, informa Efe. El rito se remonta a Abraham, aconsejado
por Gabriel Arcángel, y se efectúa contra el muro de las lapidaciones, de 26 metros,
dispuesto por las autoridades saudíes. Lo que la agencia de noticias no dice
es qué vio el primer peregrino, a qué tuvo tal miedo incontrolado
que provocó el pánico general y el alud de gentes. Si vio a Dios o a Satanás.
O si a sí mismo se vio. Del horror vacui ante el paraíso prometido,
al horror al infierno en esta vida. Lo que va.