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la humanidad de las humanidades.

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Diez días después de la fuga de don Juan Carlos, se demuestra que, emérito o reinante, un rey sirve para lo que usted quiera que sirva o, dicho en más social, para lo que socialmente se quiere que sirva: es la comunidad votante, de hombres y mujeres, la que se refleja y se retrata.

Del mismo modo que se inventó la república (basada en el primer invento, que fue, sin duda, ‘el ser humano’), se inventó la monarquía. Profetas y sacerdotes primero se inventaron a Dios y luego predicaron que el Rey era por la gracia de Dios, y daban misa en latín cuando ni ellos sabían latín.

Filósofos de altura, entre labradores, ganaderos y hoplitas.

Poetas, que nadie entendía.

Profesores, que decían esta es la Historia, este el Hombre.

Hasta el artesano quiso ser artista.

Todo, menos el trabajo manual por el bien común, aunque a ninguno faltaba la palabra bien común en sus discursos a la asamblea.

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En la era de las tecnologías, se ha disparado y disparatado la cantidad y calidad de humanidades que median entre el Poder y el Ser: abogados, psicólogos, mediadores, consultores en esto o en aquello con tal de no cuestionar el Poder y con tal de llevarse un sueldo a casa: analista web, especialista en posicionamiento web, responsable de e-commerce, digital marketing manager, social media manager.humanidades 2 La Politécnica de Madrid marcaba para el siglo 21 estas tareas: comunicación de datos, procesamiento de señales, diseño software, ingeniería de integración, especialista en sistemas intersectoriales. La página Infojobs da como nuevos trabajos: dotar de inteligencia a los objetos, desarrollar realidad aumentada, big data, detective de datos, facilitador de IT, experto en edge computing. Al mundo de la empresa han venido a sumarse los oficios que tienen que ver con el ocio y modo de vida: yutúbers, influéncers, consúmers, y todo lo que acabe en -er o en -ísing: más quienes se buscan la vida como máster chefs, talents o caza talents.humanidades teclado

gastropología

Lo penúltimo en el sector se llama *gastropología, la antropología del bar. Lo pueden ver en la página 7Caníbales.com, donde le intentan responder a cuestiones tan vitales como estas: «¿Por qué ocupas justo el taburete que ha dejado una persona en la barra de un bar cuando hay otros libres? ¿Por qué continúa el tablón de precios en un restaurante cuando ya no es obligatorio? ¿Eres consciente de la importancia de gestionar el espacio de los lavabos? Sergio Gil (Barcelona, 1976) ideó en un máster la gastropología, disciplina inspirada en la antropología sociocultural que pretende analizar las relaciones socioculturales y económicas que se dan en el espacio bar restaurante, útil tanto para el bar más pequeño de barrio como para el restaurante más estrellado.»

Desde que en la España del hambre, por la crisis del 2008, empezaron a proliferar los programas gourmet y ‘de tribunal’, y desde que tuvo un diagnóstico serio el ‘estrés posvacacional’, tuvimos claro que la buena vida de quienes vivimos bien iba a ser cada vez más glamurosa (palabra de aquella época), más sibarita y más pija, por comparación con la vida de quienes vivirían mal: parados, subempleados, auxiliares de lo variopinto, chapús, callejeros, ambulantes, top mantas, hurga contenedores, chatarristas, sintecho.

Claro que para eso estaban oenegés, bancos de alimentos, comedores sociales, todo muy lava conciencias de la mala conciencia, por si la hubiera o hubiese.

De la gastropología, ¿qué decir? Que ya va por 1.740 usos en internet, que la pamplina sigue y que algún día vendrá el realismo (nada más mandón que la propia economía) y todas esas pamplinas, que hoy acaso deslumbran a cuatro ingenuos con estudios, se irán al trabajo. También yo, como profesor, me iré al trabajo. La pandemia y la teleenseñanza me han reducido a mero tutorial a distancia.

Ninguna humanidad de humanidades tiene humanidad.

Ni siquiera la ciencia.


Si esto es el hombre.

La Luna de Méliès

El año 19 vino muy bien a la España borbónica, pelota como ella sola, la celebración de la llamada Llegada del hombre a la Luna como si hubiera sido perla de la Corona de Castilla, gesta de Colón o Sebastián Elcano.

Hay que recordar que el Gobierno llevaba meses en funciones. Por miedo a remover monarquía o república y por miedo a la cuestión federal, no se habían atrevido a lo más fácil: reformar Constitución con ley electoral. Y la nota que daba la clase política era particularmente baja, casi la misma que daban sus votantes.

–A los 50 años del viaje a la Luna, pues -se frotaron las manos en el Consejo de Rtve-, cumpleaños feliz que ameniza el verano y distrae de otras efemérides. (Entre todas, los cincuenta años del Proceso de Burgos, reactivo de luchas obreras y estudiantiles que dieron a España su particular Mayo francés.)

–¡A los 50 del Apolo! y ¡a toda tele!

La llegada del hombre a la Luna (1969) fue una película de La Nasa, con Neil Armstrong, Edwin Aldrin y Michael Collins. La película cuenta cómo estos tres, en los papeles de astronauta, salieron de Cabo Cañaveral, Florida, Tierra, el 16 de julio de 1969 (el 16 quizá por ser el día de la Virgen del Carmen) para llegar a la Luna el 20, y el 21 darse un ingrávido garbeo transmitido en directo por todas las cadenas del Imperio. Armstrong y su previsible frase; Armstrong y Aldrin como parejas míticas del cine; Armstrong, Aldrin y Collins como los Tres Mosqueteros del espacio, todo, todo, contribuyó a un éxito (sobra decir:) sin precedentes.

Cincuenta años después, la revista eLTeNDeDeRo demostró científicamente algo con lo que se había estado especulando en círculos de actividades anti americanas: la película no fue un documental basado en hechos reales, sino montaje o ciencia ficción dentro de los clásicos del género fantástico.

–Llegar, llegaron, claro que sí. Lo que se discute es que los tres del Apolo 11 fueran humanos. Militares, sí. Espías, sí. Al servicio de una única bandera, sí, y no de la Onu. Y en alta misión secreta y de guerra de bloques.

Si, a la salida de un campo de exterminio nazi, Primo Levi se preguntaba si esto es un hombre (Se questo è un uomo), mismo derecho tenemos los supervivientes del exterminio Usa (desde Hiroshima y Nagasaki: Corea, Vietnam, de Israel y tanta Guerra del Golfo) a no mezclar nuestra humanidad con la suya, nuestra paz con su guerra, nuestra carrera por la vida con su carrera de armamentos, por no hablar de sus guerras comerciales. Donde Estados Unidos pisa –supongamos la Luna– no vuelve a crecer el hombre.

–¿Armstrong, el Hombre?, ¿Armstrong, la Humanidad?

–¡Venga ya!

[ Manuscrito hallado en La corte del Rey Bobo ]

Foto portada: La Luna, de Méliès, fotograma cartel de la película (1902)

La estafa de las revistas científicas se acerca a su fin.

Moustaki nous sommes deux

(o la cultura de pago se acerca a su fin)

Será por el podrido contexto de la Rey Juan Carlos y por la vacuidad universitaria de currículos como Cifuentes, Montón o Casado. Será por la interesantísima tesis de Pedro Sánchez, doctor en Economía y Política, de cuyo doctorado, más allá del cum laude y del grado de honestidad en el manejo de sus fuentes, quién va a creerse algo investigado, algo que arroje una proposición que merezca la pena en lo que Sánchez titula Innovaciones de la diplomacia económica española aplicadas al espeluznante análisis del sector público 2000·2012. Será por ese contexto vulgar y podrido y será porque la “estafa científica” puede referirse a muchas estafas (de método o de intención, de conocimiento o aplicación), el caso es que el título puede no decir nada: La estafa de las revistas científicas se acerca a su fin. Sin embargo, nada más empezar a leer, una auténtica tesis nos engancha:

«Los contribuyentes desembolsan dos veces: primero para financiar la investigación y luego para leer el trabajo que han patrocinado.»

Caramba. La idea de [eLTeNDeDeRo] es que ese [doble] pago no multiplica por dos, sino por tres o por cuatro, si incluimos las cantidades indirectas que a través de impuestos llevan a unas personas por la senda del trabajo intelectual y a otras por la efepé o directamente a los trabajos más duros y peor pagados. Y la idea es que, como se privilegia la financiación de la investigación, se privilegia el amplio y risueño campo de la cultura, del artisteo y de la creación, donde, igualmente a través de impuestos, becas o ayudas, hay quien vive de hacer cuadros o poemas igualmente subvencionados que el público tendrá que comprar y pagar. Al final del artículo, la conclusión de su autor, George Monbiot, es esta que podría extenderse:

«Mientras tanto, y como una cuestión de principios, no pagué ni un céntimo por leer un artículo académico. La elección ética es leer el material robado que publica Sci-Hub

Lo cual nos llevó a la Wikipedia, siempre dispuesta a enseñar al que no sabe: Sci-Hub ofrece artículos a los lectores sin requerir una suscripción o pago alguno. Cada día visitan Sci-Hub un promedio de 30.000 usuarios, generalmente investigadores. Diariamente se suben nuevos artículos, mediante un servidor proxy del dominio .edu. Antes de que se bloqueara el dominio original del proyecto, el sitio .org tenía un promedio de 80.000 visitantes por día.

Queden ustedes con La estafa de las revistas científicas se acerca a su fin en la muy recomendable revista SinPermiso y léanlo con fondo de Moustaki, célebre porque empezó por dos, Nous sommes deux, y acabó por mille vingt et trois. Gracias: Profesor Miguel A. Garrido


neuroeducación.

Publica El País una entrevista que no tiene desperdicio para padres, madres, maestres y educadores en general. El neurólogo Francisco Mora, autor del libro Neuroeducacion. Solo se puede aprender aquello que se ama, retrata indirectamente, pero con nitidez, la artificialidad de la enseñanza que se imparte actualmente y el origen del fracaso escolar. Hay dos frases espeluznantes. Una, que hasta los seis años el cerebro humano no está neurológicamemte formado para descifrar letras y números. Se puede empezar a los tres a leer y escribir, claro, pero como un papagayo y con sufrimiento. Y la otra, atroz también, es que la escuela se ha actualizado tan poco, que un maestro podría tener en su clase a un niño del Neolítico, sin detectarlo. Tan patético como triste y cierto. Antonio Delgado Cabeza.

Enlace a entrevista en El País.

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ser humano

Contra lo que suele pensarse, el ser humano no es producto de las humanidades, de la filosofía ni de la religión, sino de las ciencias naturales. Sin más distinción que macho y hembra, género humano funcionó para hombres y para mujeres por saber de qué se hablaba cuando se hablaba de homo fáber o de homo sapiens. Pero la experiencia duró poco. Y no por la risible carcoma que arremetió contra el hombre que venía del mono. Siglo y medio después, prueben a decir sin que les dé la risa tonta frases como la acción del hombre sobre la capa de ozono, la llegada del hombre a Marte o el hombre es un lobo para etcétera. Si es usted varón, diga esas frases indumentado con su velito islámico. Si es mujer, mirando al primer hombre que se ponga. Da risa tonta, no falla. De pronto, un tipo hace pensar. Se llama Hugh Heer y puede elegir qué piernas se pone igual que otro elige pantalones. Yo soy el biónico y Hugh Herr, el ser humano.

/ a Ana María Medina y a Albert Morante /