

VÍA CRUCIS
cuento en 1.900 palabras de Jose Marrodán
vía crucis, camino de la cruz, es una locución latina que significa calle de la amargura, aflicción continuada. En Sevilla y en lenguaje tabernario ir de vía crucis es ir, solo o en compañía, de bar en bar o de ronda en ronda. Sobre esa costura, se pueden montar gloriosos paseos por la ciudad sin que falten cruzcampos, vinos y tapas de maravilla. Desconfíe de los sitios modernitos titulados gastrobares o gastrolugar con mucha pizarra, riojas muy caros y todo en nueva cocina. Un bar es una institución que tarda en arraigarse. En el barrio, en la gente, en la clientela que vuelva al cabo de los años. Un bar no depende de máster chefs ni de ajenos escrúpulos. Un bar arrastra todos sus inconvenientes: ruidos, suciedades, compadreos que podrían cambiarse por tratos más exquisitos. Pero difícilmente ese bar sería un bar de Sevilla, donde todavía algunos no tienen lavabo en el wc masculino ni wc femenino y donde las cáscaras de altramuces forman humus en el suelo. A esa clase de bares pertenece buena parte de los recomendados en 16 paseos por Sevilla. Unos cierran en domingo, otros en lunes o en miércoles pero todos están tan cerca que de día o de noche, en invierno o en verano, pueden juntarse hasta los catorce que, como estaciones, pide un vía crucis como Dios manda.
De tapa del día, la casa recomienda Vía crucis, un fabuloso relato de José Manuel Marrodán Montero, Jose Marrodán para los amigos y para El bebedor de cerveza.
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