Etiqueta: cerveza

mi gimnasio (maestros cerveceros)

MAESTROS CERVECEROS
mi gimnasio

Mis amigos me dicen:
–Morirás a Cruzcampos
(no ignoran que además
me mato a manzanillas,
a orujos y aguardientes,
a vino tinto y blanco,
gin toni y cubalibre).

Mis amigos, les digo:
–Menos mal. La cerveza
me hace salir de casa
(otros van al gimnasio);
no a museos, teatros,
ni conciertos ni libros.
¡Perderéis un gran sabio!

*

 

el ojo cerveza

3MegaCam

*

El ojo del amo

engorda el caballo

y el ¡ojo, cerveza!

enfría la Cruzcampo.

*

Un bebedor de cerveza de barril no pierde nunca de vista el grifo, el vaso, el camarero que la escancia.

Por eso vamos a la barra antes de que nos la sirvan en mesa mal servida.

Igual tendríamos que hacer con el amor o los amores de nuestra vida.

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COPAS Y CAÑAS

Sevilla CF

COPAS Y CAÑAS
de los nombres de los vasos del vino y cómo pasaron a la cerveza

Sevillistas en Basilea, llévense botellines, latas o litronas de Cruzcampo porque acostumbrados a una cerveza a euro o euro y pico, ¡está barata una caña en Basilea! Y si solo fuese una.

caña y cañera


La palabra caña es metáfora para designar el vaso de vidrio alargado y fino como una caña o bambú. Igual que el primer cine se acomodó en los viejos teatros, las primeras cervezas (1904) se sirvieron en los vasos del vino. Era lo que había, cañas. De fino o de manzanilla, de moscatel, de mosto o de mistela. Todavía hay bares que despachan la cerveza en tubos (o tanques). El vaso muy ancho que ahora se usa viene de Asturias, patria querida de la sidrina. Por eso, ese vaso se conoce también como vaso sidra. El cual pone a prueba la exactitud de la metáfora caña, cierta en los primeros vasos estrechos. Vean lo que en Sanlúcar de Barrameda es una cañera y lo que en los bares se entiende por vaso, gorrión o castora, todos ellos cañas frente a los catavinos o copas.

cañas vaso y gorrión

Que haya suerte en Basilea. A mí el fútbol me alegra cuando alegra a mis amigos. Y lean El bebedor de cerveza.


VÍA CRUCIS

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el bebedor de cervezaverano 2007 07 19 carmona

VÍA CRUCIS

cuento en 1.900 palabras de Jose Marrodán

vía crucis, camino de la cruz, es una locución latina que significa calle de la amargura, aflicción continuada. En Sevilla y en lenguaje tabernario ir de vía crucis es ir, solo o en compañía, de bar en bar o de ronda en ronda. Sobre esa costura, se pueden montar gloriosos paseos por la ciudad sin que falten cruzcampos, vinos y tapas de maravilla. Desconfíe de los sitios modernitos titulados gastrobares o gastrolugar con mucha pizarra, riojas muy caros y todo en nueva cocina. Un bar es una institución que tarda en arraigarse. En el barrio, en la gente, en la clientela que vuelva al cabo de los años. Un bar no depende de máster chefs ni de ajenos escrúpulos. Un bar arrastra todos sus inconvenientes: ruidos, suciedades, compadreos que podrían cambiarse por tratos más exquisitos. Pero difícilmente ese bar sería un bar de Sevilla, donde todavía algunos no tienen lavabo en el wc masculino ni wc femenino y donde las cáscaras de altramuces forman humus en el suelo. A esa clase de bares pertenece buena parte de los recomendados en 16 paseos por Sevilla. Unos cierran en domingo, otros en lunes o en miércoles pero todos están tan cerca que de día o de noche, en invierno o en verano, pueden juntarse hasta los catorce que, como estaciones, pide un vía crucis como Dios manda.

De tapa del día, la casa recomienda Vía crucis, un fabuloso relato de José Manuel Marrodán Montero, Jose Marrodán para los amigos y para El bebedor de cerveza.

Lean con moderación, es su responsabilidad.

La cerveza en los bares (a vueltas con la exclusividad) (Postal)

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con Kisco Caro, en Trebujena, enero de 2003

Kisco Caro escribe a eLTeNDeDeRo:

Es falso que los industriales de las marcas de cerveza obliguen a no tener otras marcas de botella. La ley lo prohíbe, es incluso denunciable. Cuando hacemos un contrato de exclusividad con un bar, informamos que puede vender hasta un 25% de otras marcas y hasta enfriarlas en el aparato de frío de la cervecera. Quien no sirve Cruzcampo, ni en cañas ni en botellín, es porque no le da la gana. La mejor forma de responder a estos “profesionales” de la hostelería (que no cuidan lo más importante de su negocio, que es la clientela) es cambiar de lugar. Por suerte, en nuestra zona existen centenares de establecimientos que sí cuidan nuestro paladar. Si un “hostelero” es capaz contracorriente de poner una cerveza dulzona, que no gusta a la mayoría de la parroquia, solo por el hecho de ahorrarse unos euros, qué no será capaz de ahorrarse en el solomillo, en el pescado o en los tomates. Me huelo que hará lo mismo: ir a lo más barato del mercado. Y, como todos sabemos, lo barato va directamente proporcional con la poca calidad. Mi consejo es mudar de barra, y a disfrutar.

Manuel Francisco Caro (manuelfco@carodistribucion.com) 03/08/2015 a las 16:31.

Respuesta a la postal Litrona.

Litrona (Postal)

Litrona de mesa

La escena ocurre en Fernandito, chiringuito de playa en Sanlúcar de Barrameda. La de barril es Mahou, cerveza muy dulce al paladar hecho a la Cruzcampo. En compensación, el bar ofrece a su clientela litronas heladas de Cruzcampo al precio de tres euros, con derecho a vasos fríos los que pida y a guardarle la litrona taponada en la nevera el tiempo que dure su consumo para que no se le caliente. Un 10. La guerra de la cerveza genera conservaciones mal llevadas sobre cuál está más o menos buena, y la cuestión no es esa, sino ¿por qué en una tierra que bebe y entiende de cervezas los bares nos obligan a una sola marca, cuando, no siendo esto Escocia, esos mismos bares ofrecen de whisky cuatro o cinco marcas? Entonces el del bar sale con que al bar le imponen el monopolio del barril. De acuerdo. Ya que el barril es uno, que sea de la marca del lugar. No me negarán que es lo más democrático: Estrella en Galicia, Damm en Barcelona, Alhambra en Granada, Cruzcampo en Sevilla y su zona. ¿Por qué no lo hacen así los bares? Por dinero. Porque otras marcas les sirven el barril más barato y encima le amueblan el establecimiento: veladores, toldos, etc. Pero la segunda pregunta es ¿por qué, si a la empresa le sale más barato el barril, la baratura no repercute en el cliente y por qué al cliente la caña le sigue costando lo mismo? La última pregunta que nos hacemos es si la fidelidad a una marca de barril obliga también a la cerveza de nevera, que bien podría ser un buen botellín helado o una litrona, como en este caso, de la marca preferida, democrática y mayoritaria según los sitios. Cuando entonces te dicen que ni el botellín lo tienen, piensas de todo del bar menos que el bar cuida a su clientela, y te vas buscando tu cerveza a otra parte. Y conste que la Mahou en Madrid, como la Estrella en Galicia, está buenísima. Aquí los fieles a la Cruzcampo seguimos queriendo Cruzcampo y ni que tengamos que dar explicaciones. Bien por Fernandito.