Lo mejor que tiene Sevilla (y otras ciudades) es que la dejen en paz. Si es discutible el bien del libre albedrío y del dejar que las ciudades se expresen, lo que [me] parece indiscutible es el daño que a las ciudades hacen concejalías, áreas de cultura, de hostelería o guías del ocio que al visitante dicen: por aquí hay que ir. De San Francisco, al Pilar y hasta Todos los Santos, allí donde estemos en geografía de España estaremos bien: el tiempo es suave, la lluvia una amiga mansa, y cualquier alojamiento por muy turístico que se ofrezca, cualquier mesón, cualquier bodega o bar se propicia al fuego, a la barra o la mesa para un recogimiento de afectos y gozos o curiosidades.
Sevilla en otoño está en su temporada alta para quien pasa de Semana Santa, Feria, Toros y Rocío, esa ciudad de ¡Arsa, mi arma! que vive de ser la ciudad de la gracia pretendidamente graciosa. Sevilla está en octubre y noviembre para buscar los primeros sitios de chimenea, del Aljarafe y Sierra de Aracena (que el sevillano, le alabo el gusto, hace extensión de su casa), bodegones que van del primer vino a las castañas asadas y del castaño a las setas tras las primeras lluvias. La ciudad, sin cofradías y sin casetas, se deja conocer al olfato y la intuición del paseante.
El resto depende por donde uno se mueva y qué radio de distancias y transportes quiera uno abarcar. Yo, cuando he recibido en Sevilla gente que viene de fuera, he empezado dándoles un tour por la ronda histórica, luego ampliado hasta las afueras de Triana (ronda de los Tejares) hasta subir hasta San Juan de Aznalfarache y desde lo alto del mirador enseñarles la ciudad desde arriba. Hoy, ese tour podría cambiarlo por una visita panorámica desde lo alto de la Torre Pelli o Torre Sevilla. (La torre echó cimientos contra el movimiento ¡Túmbala! de la Sevilla hostil al rascacielos, pero eso al visitante no tiene por qué coartarle.)
Murallas adentro, yo elegiría como zona base una de las cuatro porciones de ciudad, que son cada distrito del casco antiguo: Arenal, San Lorenzo, San Luis, Catedral. Probablemente San Lorenzo · Alameda · San Luis es la zona más cordial y mejor dotada de bares y sitios de compañía. Desde un mercado de abastos que todavía lo es (el Mercado de Feria, los bares de su entorno son imprescindibles), hasta bares de veladores o de barra antigua que siguen siendo lo que son. En esa ruta los días jueves son de ir al Jueves de la calle Feria, gustará si le gusta el Rastro de Madrid.
Decirle además lo que Sevilla ofrece como un menú cerrado o como un guiso que está muy hecho (Giralda, Catedral, Archivo de Indias, Alcázar, Hotel Alfonso, Universidad, Parque de María Luisa) sería ofender inteligencias. Yo hubiera dicho: Todos en bici y vamos pedaleando. Y, si no en bici, a pie. Y vuelta a casa o al punto de partida usando el taxi, que no es tan caro por unos días de vacaciones.
Y no me iría de Sevilla sin haber visto
un bar: El Rinconcillo
una terraza: MariaTrifulca (a mediodía o al atardecer)
una calle: Mateos Gago (hora de echar un vino una cerveza)
un paseo: Sevilla desde Triana, Triana desde Sevilla, de puente a puente: del de Triana al de San Telmo (circuito ampliable: desde el de la Expiración o antigua Chapina al de Los Remedios). Este paseo es bueno a todas horas, también se puede hacer por bajos del paseo de Marqués de Contadero, borde al mismísimo río.
una librería: Padilla Libros (Trajano, 18)
otra Sevilla: Las Tres Mil
La fiesta según Sevilla (20 minutos para leer)