Considerando izquierda la opción que no se conforma y, por tanto, quiere cambiar el mundo, izquierdas hay dos: la de redistribución de la riqueza y la de reclamación de derechos humanos.
La izquierda del siglo 20, revolucionaria, luchó por la redistribución, y el día que caigan Cuba o Venezuela se habrá cerrado un ciclo que se inició en pleno siglo 19 (La Comuna de París, 1871).
La izquierda del 21, bienestarista, se limita a reclamar mediante mareas sociales derechos humanos, que el siglo 20 dejó por escrito, como si fuesen legalmente vinculantes y operativos o estuviesen dotados como gasto público. Es la simpleza de quien pide un piso porque la Constitución le da derecho a tener y a disfrutar una vivienda digna. Es la carta a los reyes magos del Estado del Bienestar, siempre bajo la aprobación de Banco Mundial y Banco Europeo a través de los marcadores económicos (irpf, deuda, pib, balanza de pagos), verdadera analítica de un paciente llamado capitalismo.
La izquierda de la redistribución de la riqueza, anticapitalista, persigue remover conciencias contrarias al estatus de las grandes fortunas. No llama a la puerta del Estado del Bienestar porque lo que parece gratis en sanidad, vivienda, educación o transporte, alguien lo paga. En contabilidad no hay milagros, solo entradas y salidas, debe y haber.
Quien esto ve y en esto cree, no cree en la política de nombres propios o culto a la personalidad de la democracia a lo occidental con sus campañas electorales tal cual acatan y plantean desde la derecha a Izquierda Unida Podemos. Son dos lenguajes que jamás se van a entender.
Respuesta de [eLTeNDeDeRo] a galateatontea por nuestro artículo A la catorce va la vencida. Ilustraciones gráficas de Rafa Iglesias, de TeVeo.