Se puede legalizar o sindicar lo que se quiera, pero no está de más recordar que sindicato es trabajo: una relación pública contractual, pactada, impuesta o conseguida entre dos partes en torno a una actividad económica o productiva determinada, siendo así que:
1º) La actividad sexual no es trabajo sino ocio para una de las partes, la parte contratante. Si el puterío fuese ocioso por ambas partes, más escandaloso resultaría sindicar su mutua, voluntaria o elegida relación, de naturaleza estrictamente privada.
2º) La voluntad de la parte contratada no basta por sí sola para definir o constituir un trabajo, es decir, una actividad económica o productiva de algún bien de uso concreto. Claro que este es el caso de otras figuras del mapa laboral occidental: amas de casa, sacerdotes, clase política; quienes viven de la filosofía, de la novela o de la poesía, si les da para ello, varones o hembras, mientras la mayoría se dedica a trabajar trabajar con reflejo en el pib.
Es lógico que el puterío aspire a equiparar su mundo con otras categorías parasitarias o privilegiadas pero esa lógica no puede ser la del Estado. Ocio o negocio. Izquierda o derecha son conceptos que no pintan nada aquí.