
La acción política ha sido mi pasión y mi presa. Las premisas eran dos: el mundo está mal hecho, y quien más sufre la injusticia del mundo será el grupo que se beneficiará con cambiarlo. Hoy falta esa función dialéctica del grupo de progreso, ese que antes fue, frene a la burguesía, el proletariado (antes siervos de la gleba y antes esclavos) y la política se reduce a cuestión de poder (quién y cómo ocupa escaños predeterminados) y nada de eso me interesa. Por eso, mi Incitación al mundicidio, título que tomo prestado de Pablo Neruda en su Alabanza de la revolución chilena (1973). El mundicidio es figurado. ¡Vayan a acusarme de violencia terrorista!