Para no andar a hostias todo el santo día
y para que chinche y rabie
la terca oposición republicana,
de Grecia se trajeron el pacífico invento.
Y en días sucesivos estuvieron pendientes
del rabillo del ojo de su rey, que lo era
por la gracia de Dios, no se olvide.
–«Paralelepípedos, de paralelogramos, de paralelos»,
explicaba en su pizarra, base por altura,
el vendedor de aquella geometría fabulosa.
–«Para lelos», murmuraba el rey entre dientes.