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Guerra civil en España (1968‑2018)

Goya a palos

España huele a pueblo
(Benito Moreno)


1.
Las luchas sociales rara vez acaban en revolución a un mundo nuevo; las más de las veces, fracasan o terminan con la restitución de lo que había, mediante una reivindicación (casi siempre, salarial) conseguida o pactada a satisfacción de unos líderes sindicales que otra vez vuelven a entenderse con la patronal. En cambio, las luchas patronales rara vez terminan en acuerdo; lo normal es que una empresa tiburón devore a otra y pase a ocupar su cuota de mercado. Y, cuando ese ajuste desborda el marco de las naciones, antes o después, se da una guerra, como aprendimos del siglo 20 con sus dos guerras mundiales, por no hablar de guerras del petróleo.


2.
Quienes, diletantes o graciosillos, se declaran al margen o en contra del referundismo en Cataluña, o porque el Procés les parece de derechas, no quedarán al margen si otras comunidades se suman al derecho a decidir (ojo a Euskadi) ni si estalla una guerra (civil, que son las que más nos gustan desde los tiempos de Goya). El mal ambiente está sembrado. En Andalucía o en Extremadura, en Madrid o en Barcelona, ya sobra ciudadanía dispuesta a coger la banderita de España y convertirse en tropa. Aviso para navegantes supuestamente de izquierdas: lo que nos distinguiría del pasado es que esa guerra se resuelva no con armas ni por la fuerza policial o judicial: referendos, elecciones. Y no pidamos que el resultado nos guste o se decida por unanimidad: por las urnas (no funerarias) y por mayoría, sabiendo ganar y sabiendo perder, esa es la regla en Occidente. De lo contrario, volvería la dialéctica entre los de arriba y los de abajo que expresó Bertolt Brecht: cuando los de arriba dirimen sus diferencias, quienes pagan la historia con su vida, en la fábrica o en la trinchera, son siempre los de abajo.


3.
Una subida de sueldos a los obreros en huelga apagó el Mayo Francés del 68. Cincuenta años después, en la reciente España, Mariano Rajoy (actuando como De Gaulle) le subió el sueldo al Pnv (como sindicato) y el Pnv (como tonto) volvió a apoyar al PP, justo un día antes de que al PP le estallara el caso, solo un caso, de su financiación ilegal o trama Gürtel; escándalo que sirvió al príncipe Pedro Sánchez para desposar con el Pnv y con las mismas galas unionistas. (Groucho Marx: ¡Cambio de pareja!) Y el telediario sigue irrespirable. El mundo del cine, antes apiñado en el No a la guerra, ha dejado a Willy Toledo a los pies de Abogados Cristianos que, por lo visto, representan a Dios y a su santísima madre. Caricaturistas, titiriteros, tuiteros, raperos desfilan por tribunales sin que nadie convoque un movimiento antifascista por las libertades civiles. No hace falta ser Willy Toledo ni Charlie Hebdo ni el rapero Valtonyc; no tengo que ser fan de TeVeo ni que cagarme en Dios ni pedir que maten a guardias civiles; puedo deplorar toda esa especie y, al mismo tiempo, pedir que no la machaquen. En vez de eso, lo que en España se pide es más policía y más mano dura contra quien inquieta a quienes cobran por no inquietarse, cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, que se sienten, mujer, mal tratados o mal vistos en ciertos bares o en ciertos colegios, y sus familias, y ¡no hay derecho! No hay derecho (y esta es la penúltima) que yo, el patriota, no pueda quitar lazos o símbolos amarillos por Cataluña.


4.
En vez de levantar mareas antifascistas para una reforma ¡ya! de la Constitución y contra la ley mordaza, ahí tienen a Izquierda Unida y a Podemos, a Garzón, a Anguita, a Llamazares o a Pablo Iglesias: junto a la España canalla y cañí, de ¡dale caña! Cambiando lo que hay que cambiar, es como si la sindical huelguista en Francia 1968 hubiera dicho a Daniel Cohn-Bendit, Alain Geismar o Alain Krivine: sois pequeños burgueses, majos, así que no contéis con nosotros, que somos el proletariado, que somos la revolución. Fachas que siempre estuvieron contra el Mayo del 68, en su cincuentenario han vuelto a sacar de contexto y situación palabras de Pasolini, del Pci, sobre la piel estudiantil que alborotaba Europa: que los estudiantes tenían razón pero eran burgueses, mientras los polis eran los pobres o los hijos de los pobres. ¡Pobre Pasolini! La verdadera libertad no se divide y se demuestra liberando, aunque sea adrenalina, y, si se calla el cantor, calla la vida.


 

si se calla el cantor.

Camarón por Benito Moreno
Camarón por Benito Moreno

España huele a pueblo (Benito Moreno)

Una subida de sueldos a los obreros en huelga apagó el Mayo Francés del 68. Cincuenta años después, y aquí en España, Mariano Rajoy (como De Gaulle) al Pnv (como sindicato) le subió el sueldo y el Pnv ha vuelto a apoyar al PP ante el inminente levantamiento del 155 en Cataluña, se justificaba el prenda un día antes de que al PP le estallara la bomba judicial de su financiación ilegal, escándalo por el que el PP de Mariano Rajoy debería verse automáticamente desposeído, igual que al ciclista se le retira el Tour ganado bajo dopaje. Muy al contrario, la España periodística suma y sigue. Y el telediario continúa irrespirable. El mundo del cine, antes apiñado en el No a la guerra, deja solo a Willy Toledo a los pies de Abogados Cristianos que, por lo visto, representan a Dios y a su Virgen madre. Caricaturistas, titiriteros, tuiteros, raperos desfilan con sus casos por tribunales y prensa nacional sin que nadie monte ni convoque un movimiento antifascista por las libertades civiles. Yo no tengo que ser Willy Toledo ni Charlie Hebdo ni el rapero Valtonyc; no tengo que ser fan de TeVeo ni que cagarme en Dios ni pedir que maten a guardias civiles; puedo deplorar toda esa mensajería y al mismo tiempo luchar porque a quien no piensa como yo no lo machaquen. Y eso incluye a Puigdemont y a quien lo vote, ¿de derechas?, ¡de derechas, mire usted! En lugar de antifascismo y libertad, lo que en España se pide es más policía y más mano dura contra el referundismo, contra el narco, contra las mafias, contra quien inquieta a quien cobra por no inquietarse, cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, que se sienten, mujer, mal tratados o mal vistos en ciertos bares o en ciertos colegios, ellos y sus familias, y no hay derecho. No hay derecho ‑y ésta es la penúltima‑ que yo, el patriota, no pueda quitar cruces amarillas que se han puesto en playas de Cataluña.

Quien podría iluminar tanta tiniebla (supongamos Unidos Podemos) en vez de levantar mareas antifascistas y urgir elecciones constituyentes para una reforma ¡ya! de la Constitución, y que se acabe tanta mordaza y que Cataluña sea lo que quiera ser y por un aire más respirable, en vez de eso, ahí tienen, junto a la España canalla y cañí, a Garzón, a Anguita, a Llamazares o a Pablo Iglesias. Es como si la sindical en Francia en 1968 hubiera dicho a Daniel Cohn-Bendit, Alain Geismar o Alain Krivine: sois pequeños burgueses, majos, así que no contéis con nosotros que somos el proletariado, que somos la revolución. Enemigos que siempre fueron de Mayo del 68 ahora han vuelto a sacar de contexto y situación algo que escribió Pasolini contra estudiantes que alborotaban Europa: que tenían la fuerza de la razón pero que eran burgueses, mientras que los polis uniformados, que estaban del lado de la barbarie, eran los pobres. ¡Qué bien le viene a la carcoma, cuando le interesa, Pasolini!

Jóvenes por la libertad: La libertad es eso que se demuestra liberando, aunque sea adrenalina. La libertad se canta y ya se sabe ‑Horacio Guarany, Mercedes Sosa, Benito Moreno‑ que si se calla el cantor, calla la vida.