análisis de un texto defectuoso: lucha de clases y pensamiento libre (de tópicos o lugares comunes).

La lucha de clases no es más que una lucidez; no algo que haya que reavivar con militancia. La lucha de clases es un axioma, una premisa para empezar a hablar, algo así como aceptar que la tierra es redonda. Negar la lucha de clases, o no tenerla en cuenta como factor o motor de la Historia, es una forma, y quizá la peor, de negacionismo.

De ejemplo, sirva César Rina, de Hª Contemporánea Univ Extremadura: El mito de la tierra de María Santísima. Religiosidad popular, espectáculo e identidad (CEA, 2021), en infoLibre (27/05/21): No es sólo religión, boato y turismo: la cara b del destrozo emocional en Semana Santa (cursivas de eLTeNDeDeRo)

El historiador César Rina muestra cómo el poder político y religioso ha tratado de controlar la Semana Santa, que ha tenido un envés popular, heterodoxo y hasta rebelde a menudo oculto tras el cliché.

con esta ilustración:

Grafiti en una calle de Sevilla, en 2018, incluido en el libro El mito de la tierra de María Santísima. Religiosidad popular, espectáculo e identidad, editado por el Centro de Estudios Andaluces: ¿Habré muerto solo para salvar el turismo?

La SS que aparece descrita en el ensayo El mito de la tierra de María Santísima. Religiosidad popular, espectáculo e identidad, de César Rina (CEA, 2021), asoma al lector a una celebración con vetas populares, heterodoxas y hasta rebeldes, que ha vivido en una histórica tensión con su interpretación más canónica y que es clave para explicar su éxito. Manuel Chaves Nogales en 1935 defendió que la celebración en Sevilla no es ni de los curas, ni de los gobernantes, por más que se empeñen: más que religión, es barrio, familia y recuerdo. Y diversión, por supuesto.

o sea, que la SS no va por clases sociales, que los pasos no pesan y la penitencia es un gusto

Donde se supone que tendría que haber ayuno y abstinencia, hay jolgorio y pecado. Y luego el Domingo de Resurrección, que se supone que debería ser un día de gozo, lo que hay es depresión porque se ha acabado la diversión, sonríe el antropólogo Ángel del Río: Yo estaba viendo la Macarena con un amigo mío ateo, de izquierda, que no pisa una iglesia, y de repente se pone a llorar. Yo estaba sorprendido. Y me lo explicó: ‘Aquí lo que estoy viendo es a mi abuelo, a mi padre, a mi barrio, a mi gente’. Perfiles similares a los de este ateo en lágrimas, o incluso capillitas convencionales, forman parte del público que ha convertido en un éxito la obra teatral Estrella sublime, una comedia cargada de gags y transgresiones que es un auténtico fenómeno popular en Sevilla. Ángel López, director de programación de la Sala Cero, donde se representa, ha comprobado cómo los mismos que se arroban ante una imagen pueden reírse con un chiste sobre la misma, sin contradicción. No olvidemos que en Sevilla apenas tenemos carnaval. El fenómeno tiene más de cultural que de religioso. Dice que en SS es inútil abrir un teatro en Sevilla, entre otras cosas porque el teatro está en la calle. El antropólogo Isidoro Moreno combate cualquier visión reduccionista y tópica sobre la celebración, que encuadra dentro del concepto de hecho social total, acuñado por el etnólogo francés Marcel Mauss. En este tipo manifestaciones la estructura social expresa todas sus dimensiones: religiosa, moral, política, familiar, económica, artística… Cada cual elige su forma de participar, afirma Moreno, para quien la clave está en los factores identitario y emocional, vinculados a la memoria familiar y al propio barrio.

Rina pone el foco en otro punto: en su capacidad de creación de comunidad en un mundo cada vez más globalizado. Eso también es la SS. Lo religioso contra lo profano. Lo popular contra lo elitista. Lo oficial contra lo subversivo. De una fiesta subvencionada la Iglesia trata de reivindicar su carácter estrictamente católico. Y no es algo nuevo. Las procesiones no hubieran renacido en el siglo 19 con la fuerza que lo hicieron sin las ayudas municipales. La derecha política, la jerarquía de la Iglesia y las cúpulas cofradieras han tratado de encauzar la SS hacia la pureza y el oficialismo, mientras otros sectores reclamaban su espacio e independencia. Isidoro Moreno lamenta que las cofradías apenas defiendan ese margen de independencia y sean cada vez más sumisas al dictado del Arzobispado.

La historia de la instrumentalización de la SS

Es elocuente la estrategia de los borbones de buscar legitimación popular en Sevilla vinculándose a su imagen más señera, la Macarena: fueron hermanos la reina María Cristina (1892) y Alfonso XIII (1904), entre otros. La cúpula eclesial, las élites cofradieras y la derecha no solo protagonizaron el boicot a las procesiones de los años 1932 y 1933, sino que luego el franquismo logró fabricar con éxito el mito de que había sido el régimen tricolor el que las había prohibido. La Estrella fue la única que se atrevió a plantar cara al boicot. Durante el régimen se siguieron produciendo tensiones entre las dimensiones oficial y popular de la SS. En 1941 salió por primera vez Jesús Despojado, de Antonio Perera, republicano del barrio de San Marcos, en pleno Moscú sevillano, que la talló en la cárcel tomando como modelo la imagen de un compañero sentenciado a muerte. El obispado destituyó a la junta de gobierno de la hermandad. Otro más. Millán Astray, en 1939, presidió como hermano mayor honorario el paso del Cristo de la Buena Muerte. En su honor sonó el Novio de la muerte al paso del crucificado por la Plaza de San Francisco, provocando el enojo del público sevillano, que quería silencio. La hermandad pidió que la banda de música de la Legión no volviera a salir con ella. Millán Astray no volvió a la SS de Sevilla, pero se mantuvo con el Cristo de la Buena Muerte, de Málaga, donde no había límites a la representación legionaria. Los legionarios empiezan a salir con la Buena Muerte en 1928, pero ya en 1930 en la prensa de Málaga se habla de una tradición eterna de la ciudad. Los empujones entre políticos para lucirse en la Buena Muerte llegan hasta el presente. En 2018 hubo hasta cuatro ministros: Cospedal, Zoido, Catalá y Méndez de Vigo. Esa es la SS que sale en la foto. Pero no es la única.

La SS popular, excéntrica, bohemia, en ocasiones canalla.

El auge de las procesiones en el 19 ya despertó la alerta de la jerarquía católica. El arzobispo de Sevilla llegó a prohibir cofradías alegando que entre sus miembros había inmorales y homosexuales. En Semana Santa insólita (Almuzara, 2014), los periodistas Eva Díaz Pérez y José María Rondón ya hicieron repaso a una celebración subterránea, casi clandestina y ajena a la versión oficial, que demuestra que los caminos de la devoción son imprevisibles. El aviador republicano Ignacio Hidalgo de Cisneros anotó en Cambio de rumbo lo frecuentes que eran los altares de la Macarena o el Gran Poder en casas de prostitución. John Haycraft, autor de Babel en España (1958), se refirió a las procesiones como borracheras eucarísticas. En 1973 la delegación episcopal de Málaga pidió la revisión de todas las piezas musicales, después de que el año anterior hubiera sonado en varios puntos Soy rebelde, de Jeanette. Y aquí un ejemplo extremo de desviación con respecto al dogma: en 1900 hubo hermanos de Monte-Sión que remitieron al arzobispo una carta alertando de desmanes gravísimos detectados tanto en la procesión como en el templo: una sacrílega camarilla de crápulas organizaba orgías.

¿Qué se concluye, en conjunto? Que la celebración de la SS no es ni política, ni moral, ni culturalmente unívoca. Y que tiene tanto de fiesta como de rito. Esta pluralidad interna no evita que la celebración tenga sus representantes oficiales, las hermandades y cofradías. El mundo cofrade está reconocido por la Junta como el cuerpo social más numeroso, con más de 300.000 hermanos. Auténtico lobby, con gran capacidad de influencia. Según lo que digan las hermandades se cortan calles, se quitan árboles, quioscos. Los centros de algunas principales ciudades se organizan en función de una semana, condicionando qué se pone en una calle según vaya a pasar o no una procesión. Pasión en Sevilla contabilizó en el primer trimestre de 2017 un total de 545 cortes de vías, de los que el 43% eran por procesiones, el 11 por ensayos, el 10 por cruces de mayo, el 12 por vía crucis, el 7 por traslados de imágenes, el 5 por romerías y el 4 por otros cultos externos.

—Viene de La cara b de la prensa libre

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