El capitalismo del sé tú mismo y de la libertad demuestra con las mujeres cómo es el monstruo que se lo come todo por dentro.
Como registra Wikipedia, el Día Internacional de la Mujer fue antes de la Mujer Trabajadora y ha ido pasando por distintos días, desde el último domingo de febrero, hasta el 8 de marzo. Para lo que importa, las fechas van de 1910 a 1965, fiesta oficial en la URSS, y 1972, Día asumido por la Onu y con cambio del nombre. En España se convoca desde 1936, impulsado por Dolores Ibárruri la Pasionaria.
En 1972, la Asamblea General de la Onu declaró el 75 Año Internacional de la Mujer. En 1977 invitó a todos los Estados a celebrar un día Internacional por los Derechos de la Mujer, asumiendo muchos el 8 de marzo como fecha. Paradójicamente, en EEUU no se celebró de manera oficial hasta 1994. El Día perdió entonces su apellido (y su carácter marxista) y pasó a Día de la Mujer.
Para España y redondeando podíamos fijar la fiesta desde el momento que El Corte Inglés se unió a la fecha con fines comerciales, lo que debió suceder años antes de 2015, cuando ya aparece el 8M en su agenda de campañas, igual que el día del padre o de la madre y al margen la opinión de sindicatos. 2011 es buena fecha por coincidir con la acampada del 15M y de Democracia Real ya! y del primer Podemos, todo a rebufo del Indignaos! de Stéphane Hessel. Y desde entonces se diga el 8M (o el ochoemeismo) a la última fase del feminismo.
El capitalismo del sé tú mismo y de la libertad demuestra con las mujeres cómo es el monstruo que se lo come todo por dentro.