Bajo el poderoso influjo del Estado del Bienestar, el feminismo murió el día que aceptó el tapadismo de género como si fuese por gusto de las mujeres tapadas (gusto o moda por demás bien discutible).
Hoy el feminismo se acoge a dos fórmulas imbatibles: la igualdad laboral (a igual trabajo, igual salario entre hembras y varones) y contra el acoso y maltrato sexual. Y ¿quién podría negarse? ¡Hasta el PP suma y suscribe!
Pero el feminismo no consiste en sindicalismo ni en seguridad y protección, sino en plantear o replantear el papel de la mujer y lo mujer en las relaciones de pareja, en el paritorio y la familia.