EL AMOR EN LOS BARES
No hay como el calor del amor en un bar
Gabinete Caligari (1986)
Mis amores me dejan
de repente en los bares.
Los motivos, por dentro;
por afuera, ya saben:
–Ahí te quedas, estúpido,
berberecho, malaje,
zapatilla, ripioso,
pendenciero, pedante,
con tus obras completas,
que te aguante tu madre
(lo que sigue, asterisco,
por si hay niños delante).
–Vanse ‑me digo enclítico‑
mis amores dejándome
lo que debe el amor
¿cuánto es? –Al entrarle
vasos rotos, cuchillos,
transfusiones de sangre:
30 mil, caballero.
¿Tique simple o por partes
más el iva, no vaya
que en hacienda desgrave,
como bienes fungibles
en bares y restaurantes?
Ya el chupito lo pone
la casa. –Qué detalle,
Julián, estás de ¡bote!
Puesto yo a recogerme,
que me dejen mis fanes
en la barra Cruzcampo
y que yo me lo pague.
De los bares de amor,
al amor a los bares,
lo que va y, si me apuran,
no me dé un ictus antes
ni se irrite mi colon,
por demás irritable.
–Hay que hablarle bajito
‑la monja‑ y no mentarle
ni a Sabina ni a Ga‑
binete Caligari.