Sabíamos que los toros han leído a Heidegger. Por eso aceptan encantados ser seres para la muerte. Lo que no sabíamos es que los caballos hubieran leído ¿Acaso no matan a los caballos? (novela de Horace McHoy que Sydney Pollack hizo película que aquí se tradujo Danzad, danzad, malditos). Porque parece que a los caballos no les gustan mucho las carreras de caballos, como aquí vemos en la cajonera de salida de las carreras de Sanlúcar de Barrameda. Cuenten cuántos peones empujan el culo del pacífico animal, mientras el juez de salida decía al fotógrafo: ¡Disculpe, usted no puede estar aquí! Después hablamos de los toros.