Aquilino Duque, contra las cuerdas (vocales).


Antes del ring de boxeo (ring es geometría y es sonido), en lenguaje olímpico se hablaba de palestra, griego palaístra, de palaíein, luchar: 1. Lugar donde se lidia o se lucha. 2. Lugar donde se celebran ejercicios literarios públicos o se discute u organiza una controversia.

El diccionario académico recoge la locución contra las cuerdas, con significado de poner a alguien en situación comprometida de la que es difícil salir, semejante al púgil golpeado contra las cuerdas por su contrincante. Fundir o confundir cuerdas del boxeo (palestra, ring o cuadrilátero) con cuerdas vocales es significar el apuro que debe darle a uno que ha sido descubierto copiando en un examen poético o de palabras, que son al fin las vocales.

Y por vocal se tiene no solamente 1. Perteneciente o relativo a la voz. y 2. Que se expresa materialmente con la voz, hablando o cantando. —que vienen al caso tratándose de poesía y poetas— sino también 5. Persona que tiene voz en un consejo, congregación o junta, siendo entonces vocal 6. Cargo inferior o puesto sin desempeño específico, vocal de una junta directiva, pudiendo valer como sinónimos coro, respecto de corifeo, o pelota, respecto de peloteado o adulado, adulación que se iguala y compara con echar incienso o manejar el botafumeiro, lo que, como veremos, también viene al caso.   


En un artículo titulado Aquilino, sí, por supuesto, dedicado a inciensar a Aquilino Duque, su subalterno o monaguillo Jaime García-Máiquez le atribuye al jefe o maestro la autoría de una copla copiada con descaro (columna de la izquierda):

Reloj de arena, tu cuerpo.
Te estrecharé la cintura
para que no pase el tiempo.
Reló de arena es tu cuerpo.
Te abrazo por la cintura
pa que se detenga el tiempo.

en rojo, a la derecha,
la fuente que nos sonaba conocida


Sostiene García-Máiquez, Jaime:

(el peloteo, en azul celestial)

«Quien ha escrito versos como “Reloj de arena, tu cuerpo./ Te estrecharé la cintura/ para que no pase el tiempo.” sabe que algunos de sus poemas están más allá del tiempo que caduca. José Luis García Martín definía esta poesía, a la vez muy local y muy universal, cantarina y sentenciosa, con mucho empaque retórico y con la desnudez del cante jondo…»

…¡Y tanta desnudez como de cante jondo! Como que el verso, la soleá o tercerilla, ¡no es de Aquilino Duque!, sino de la lírica flamenca en andaluz, o sea, anónima o popular, cantable y con todos sus avíos, los propios del género y en lo que del género se espera.

Reló de arena es tu cuerpo.
Te abrazo por la cintura
pa que se detenga el tiempo
. 1

(1) Juan Alberto Fernández Bañuls y ‎José María Pérez Orozco, La Poesía flamenca, lírica en andaluz, 1983, pág. 130. También en José Luis Blanco Garza, ‎José Luis Rodríguez Ojeda y ‎Francisco Robles, Las Letras del cante, 1998.


Pueden ustedes contrastar los enlaces:

Primero, el facsímil del poema en Fernández Bañuls y Pérez Orozco (1983). Después, quienes siguen la estela de Aquilino Duque (por orden de aparición):

José Luis García Martín, Café Arcadia y La Nueva España, 31/01/2010, y en Crisis de Papel, 03/12/2018

Enrique García-Máiquez, en Poesía Digital, presentación a Luis Alberto de Cuenca, El reino blanco, Visor, Madrid, 2010

Minerm.Blogspot, 19/05/2010

Alonso de los Ríos, Viñamarina.Blogspot, 18/02/2011

César Romero, Diario de Sevilla, y Europa Sur, 19/12/2020

Jaime García-Máiquez, El Debate de Hoy, 10/09/2021

Manuel Gregorio González, Diario de Sevilla, 18/09/2021

Daniel L. Rodero, Libertad Digital, 19/09/2021

Alberto García Reyes, ABC de Sevilla, 20/09/2021

Jesús Morillo, ABC de Sevilla, 12/10/2021


Desde Cervantes se tiene por probado que los poetas se copian todos unos a otros. Sobre el plagio, escribe Juan Valera (1876):

«Horacio, Virgilio, Shakespeare, Milton, Garcilaso, Ariosto, Dante y otros muchos, de cuyos plagios pueden llenarse libros enteros, viven como altísimos poetas en la memoria de los hombres, mientras de otros, que jamás copiaron nada de nadie, no hay ser humano que se acuerde, o que los lea, o que leyéndolos los sufra. Por último, vale más copiar una discreción o una cosa bella, que decir una sandez, una frialdad o un desatino propio, dado que sandeces, frialdades y desatinos no sean también copiados.»

Dicho lo cual, no creo que Aquilino Duque haya querido robarle versos a la lírica flamenca, poema que se apropió con título de Abrazo. Estoy dispuesto a creerme que, culto y erudito, no ganaba él nada robándole la cartera a quien ni se sabía ni se podría saber quién era. Pero hay que ser muy necio o muy atrevido para quitarle al pueblo lo que es suyo, recorrido inverso al señalado por Manuel Machado:

Hasta que el pueblo las canta,
las coplas, coplas no son,
y cuando las canta el pueblo,
ya nadie sabe el autor.

No creo tampoco que el primer urdidor de la trama, como parece José Luis García Martín, hombre asturiano, se percatara de nada. Su admirado Aquilino Duque estaba además estropeando lo que en andaluz hablado fluía como el aceite de oliva, pues si es delito el plagio, tanto peor y más delincuente es empeorar, no mejorar, el original que se roba. Vamos a volver a leer ambas versiones del abrazo, a ver quién les parece que abraza mejor:

(izquierda, original; derecha, copia versión de Aquilino Duque)

Reló de arena es tu cuerpo.
Te abrazo por la cintura
pa que se detenga el tiempo.
Reloj de arena, tu cuerpo.
Te estrecharé la cintura
para que no pase el tiempo.

Para ese plagio, a peor, no se necesitan alforjas, aquilinoduquistas de mi vida. Sois vosotros, redactores al paño, periodistas culturales o reseñistas de altramuces de Jaén, gacetilleros altivos, quienes tenéis que decirnos:

¿quién levantó esos cumplidos?

El dibujo es bueno y original de Jaime García-Máiquez en Aquilino, sí, por supuesto.

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