prólogo-epílogo.

Si el objetivo del prólogo es defender una obra de los reparos y objeciones que se le han puesto o se le pueden poner, se denomina galeato (cubierto con casco o celada). El prólogo resulta más literario que la introducción, que solo presenta el contenido, no al autor, y debe distinguirse del prefacio, que expresa la intención de una obra con anterioridad a que haya sido escrita. La más célebre parodia de prólogo es la que puso Cervantes al frente de su primera parte del Quijote, donde un amigo se presenta al autor y le va facilitando la receta para salir del paso. Prólogo-epílogo es un poema de Manuel Machado, ese que empieza El médico me manda no escribir más (1909). Entre 1902 y 1934 Unamuno había hecho tantos prólogos a su Amor y pedagogía, que, por ganas de acabar, terminó usando la fórmula prólogo-epílogo. De prólogo a epílogo, lo que transcurre es tiempo, carrera, currículum. En Roma el currículum o cursus honorum era el que seguía el ciudadano en la magistratura. En la Edad Media el currículum ya es académico y está integrado por trivium y cuadrivium. Desde la Antigüedad, vita o vida equivalían a libro. Vida del lazarillo de Tormes y [libro] de sus fortunas y adversidades. Sin contar cuadernos diarios y libros de memorias, los géneros biográficos se dividen y organizan según la persona o personaje tenga más a menos derecho a narrador: biografía, autobiografía, currículum y currículum vitae. El currículum vitae es señal de que tienes que buscarte la vida y mentir como dicen que mienten, vaya usted a saber por qué, las putas y los bellacos. Si en ello andas en estos tiempos infames, que Dios te dé suerte y a mí quien me lea Tinta de calamar.


 

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