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la lengua de géneros, historia y réquiem.

ies-martínez montañés

Perdón por lo que es evidente. El sexo es una oposición macho / hembra. La sexualidad es una práctica (tantas como quepan en LGTBIQ y lo que venga). Y el género, una categoría gramatical: masculino/ femenino/ neutro/ no marcado. El sexismo lingüístico se reduce al paradigma a/o, que hay quien se empeña –contra toda lógica y elegancia– en hacer pasar por @ o X. Como ni la a ni la o son referentes reales (de carne y hueso), ya fue un absurdo hablar de violencia de género, delito o maltrato de género, etc. Se propuso sexista o machista. Pero el sector femenino feminista, doy fe, impuso su criterio, votó por género y género se quedó. Se trataba de dar visibilidad a lo que a juicio de las mujeres no parecía tan visible, pues en el principio fue siempre la refutación de que «masculino incluye femenino». Aquel lenguaje lo quisimos llamar coeducado. «Hable con coeducación. Para hablar con educación, hay que hablar con coeducación.». [1]

Pasó el tiempo, se consolidó lo de género y, paralelamente, las sexualidades emergentes fueron ampliando sus letras l,g,t,b,i,q… Un grupo se nos escapó a todo control: mujeres tapadas por razón religiosa; práctica que el feminismo oficial (Psoe IU) se apresuró a calificar como cultura o civilización [2]. [3]

El lenguaje de géneros (desdoblado o inclusivo) nos dejó el vulgarismo culto del todos y todas, practicado por quien a la fuerza nos tenía que dejar constancia de su doble militancia, política y lingüística. A quienes aún hoy se empeñan en practicarlo o nos abruman con la arroba @ o la equis (x), un poquito de coeducación:

Primero es establecer la comunicación, el contacto con nuestro auditorio (emisor » receptor), función conativa o apelativa: Señoras y señores, Damas y caballeros, Niños y niñas, expresiones así. En correspondencia comercial o mensajería epistolar o en redes sociales vale empezar Querid@ amig@, Estimad@ cliente; o, al cierre, acabar con buenos días a tod@s, salud para tod@s, para un cuerpo de discurso (función referencial) en castellano inclusivo sin más desdobles que los imprescindibles a la precisión del relato.

Quien siembra y salpica su texto de arrobas o equis se está condenando a una misión imposible. Antes o después la tarea lo desborda y caerá en contradicción o incongruencia. Además está haciendo dejación de su obligación como hablante y nos pasa a receptores o público lector un trabajo de interpretación o lectura que no nos corresponde.

Los desdobles pueden y deben evitarse. Caso real: «¿Llegará un día que grandes empresas y agencias de empleo compren a Google los datos y valoraciones individuales de nuestro alumnado que los y las docentes, tan ingenuamente, compartimos en Google Drive?». Prueben: que docentes compartimos, sin artículo determinante, como en español periodístico de América.

Hablen y escriban bien. Hablen y escriban con coeducación.

[1] Coeducón del Instituto Martínez Montañés, Sevilla. El Área de Igualdad y Coeducación se implantó en colegios e institutos en 2005.

[2] A aquel sinsentido, nosotros lo llamamos tapadismo, tapadismo de obediencia islámica, tapadismo islámico o tapadismo religioso. Es nuestra la aportación de tapadismo a la Wikilengua. La Alianza de Culturas y Civilizaciones tiene fecha 2007. El feminismo oficial renunciaba a enfrentarse a la Iglesia (por sus monjas tapadas) y al Islam que nos metía en el aula alumnas con velo y, sus hermanos, tan frescos.

[3] Hubo más ampliaciones al debate: alumnas que eran o se sentían alumnos, y a la inversa; frivolidades que podían no serlo: alumnos con uñas pintadas. También, una guerra no declarada entre feminismo de mujeres y homosexualismo de homos pudientes partidarios de vientres de alquiler; disputa que ha concluido con la expulsión del Partido Feminista, de Lidia Falcón, del seno de Izquierda Unida.


8 de marzo | discurso desagradable contra el feminismo residual.

El feminismo que convivió con la lucha de clases corrió el riesgo ‑o hizo el ridículo‑ de hacer de las mujeres una clase social (Partido Feminista, de Lidia Falcón, 1977). Desde el punto marxista, una mujer trabajadora tenía que abordar una doble emancipación: como feminista y como luchadora por la cuestión social. Un siglo después, no hay clase naturalmente beneficiaria de ninguna revolución que merezca el nombre de revolución social: la lucha de clases está desaparecida. Y el feminismo también está desaparecido desde el momento que asumió el tapadismo de mujeres que alegaban sus motivos culturales e identitarios para taparse con gusto. Sigue, eso sí, un feminismo sindical del tipo a igual trabajo, igual salario entre varones y hembras, y poco más. Y no es de extrañar que un frívolo presentador de TV felicitara el 8 de marzo a las mujeres de su programa como se felicita el día de la madre.

Queda pendiente la asunción de la maternidad como realización personal independiente del varón y del Estado. Queda la abolición de la familia ganancial y como unidad económica tal y como ahora se entiende. Y queda que el Estado empiece a hablar de población y no de fomento a la natalidad.

La pregunta en euros a las mujeres, a cada mujer una a una, es cuánto cuesta ser madre, quién lo paga y quién lo va a pagar cuando el Estado, entendido como sociedad de contribuyentes, no tenga por qué apoyar ni subvencionar una institución estrictamente privada.

No querrán reconocerlo, pero quienes desde el Bienestar abogan por el apoyo a la familia, por el reparto de tareas o por la conciliación de las vidas laboral y familiar están diciendo lo mismo que la santa madre Iglesia. Algún día tendrán que callar.

Hombre o mujer: la vida que tengas, págatela. Y eso incluye a las mujeres que acuden entusiasmadas y sin pasar por caja a recibir los frutos de su maternidad.

eLTeNDeDeRo deja a ustedes con un poema de nuestro Antonio Machado quien escribió Pascua de resurrección para Campos de Castilla en mayo de 1909. El poeta, de 34 años, estaba por casar con Leonor, de 15. Tal vez por eso, escribió así

PASCUA DE RESURRECCIÓN (fragmento)

Buscad vuestros amores, doncellitas,
donde brota la fuente de la piedra.
¿No han de mirar un día, en vuestros brazos,
atónitos, el sol de primavera,
ojos que vienen a la luz cerrados,
y que al partirse de la vida ciegan?
¿No beberán un día en vuestros senos
los que mañana labrarán la tierra?
¡Oh, celebrad este domingo claro,
madrecitas en flor, vuestras entrañas nuevas!

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