Las voces poéticas de la España despoblada.
Pedro Bermejo (León, 1996): “Qué rara la ciudad donde he llegado/ donde montan en las nubes por la noche”
José Blanco (Barakaldo-Bizkaia, 1965): “Anoto en mis cuadernos mi colección de pérdidas,/ junto con las comunes, las más extraordinarias”
Carmen Ruth Boíllos (Soria, 1981): “Y el padre, con los ojos enredados/ en ese cielo encapotado de Madrid,/ alzó su voz sobre el heredado hastío”
Pablo Casares Gurmendi (San Sebastián, 1972): “Qué delicia este presente/ dejando que los cuerpos den forma a lo impredecible”
Sofía Castañón (Xixón, 1983): “Rivendel, Albanta, Macondo/ nun esisten.// Rodanillo. Villalpando. Valdefarrucos/ sí”
Jaime Cedillo (Toledo, 1990): “Al borde del abismo/ también suena mi voz a precipicio”
José María Cumbreño (Cáceres, 1972): “Todas las casas se construyen con presencias y ausencias”
Amelia Díaz Benlliure (Castellón, 1959): “donde descansar las iras/ mientras se observan las huellas/ que otras olas borrarán”
Almudena Eslava (Palencia): “Moriste por la sombra que deja la mano después del tacto./ La sombra que deja la vida en la memoria”
Óscar Esquivias (Burgos, 1972): “Qué poca cosa es la muerte,/ que ni siquiera vence a la memoria”
Be Gómez (Palencia, 1978): “Para que la selva se abra paso/ basta un poco de lluvia en el desierto”
Iousune de Goñi (Burlada, Navarra, 1993): “que nuestras manos son orquídeas/ unidas bajo tierra”
Maribel Hernández del Rincón (Soria): “Reivindicando un latido/ que hoy, sólo nos devuelve el eco”
Martín López-Vega: “Nada más en las imagen;/ ni una casa; ni un almiar; ni vacas;/ ni guadaña; nada”
Vicente Muñoz Álvarez (León, 1966): “con las maletas llenas de melancólicas/ muestras de zapatos de un solo pie”
Celia Prieto Mazariegos (Zamora, 1980): “Porque puede que todo:/ el cuerpo, sus misterios, una casa,/ solo sean eso”
Ape Rotoma (Aranda de Duero, 1967): “Y si vuelvo por aquí, a ver si ando/ algo más listo y no lo paso tan mal/ por tanta gilipollez. Y si no, casi mejor”
Regina Salcedo Irurzun (Pamplona, 1972): “No, leve no;/ la lluvia en realidad tiene manos inmensas”
Juan Antonio Tello (La Almunia de Dª Godina, 1965): “Este río ahora es permanente, dispuesto a ser escrito en un cristal/ que se parte en su reflejo, que se derrumba en el tiempo”.
Joaquín Carbonell (Alloza, Teruel, 1947 – Zaragoza, 2020), De Teruel no es cualquiera
He viajado a pueblos sin sacristán
Donde no sangran por rencor
He llorado al ver una catedral
Levantada con dolor
El amor me brotó un día de abril
Bajo una higuera del edén
Noche mágica de Nueva York
La recuerdo con desdén
Yo nací en un parto sin doctor
Una noche de vendaval
Cuando abrí los ojos me inundó
Un asombro mineral
Jamás puede ver luego de mayor
Ese cielo tan maternal
Una vez me pasé en soledad
Siete días sin hablar
Por más que te esfuerces
No lograrás poderlo entender
Hay un sitio, hay un lugar
Donde no es fácil converger
La noche brilla más que el sol
Donde tú eres el timonel
Por más que lo busques, no
Solo es Teruel
El desierto será tu inmenso hogar
Y la nieve te abrazará
El mudéjar no es una decoración
Hay estrellas para comprar
Es extraño, pero es pura verdad
En Teruel quisieron nacer
Gente rara como Chomón
Gente rara como Buñuel
Si no tienes cerca un manantial
Si tu patria no tiene luz
Si las calles muerden al pasear
Si no puedes llevar tu cruz
Si el paisaje tuyo es una pensión
Sin domingos y sin pastel
No te amargues por una vez
Te dejamos ser de Teruel
Por más que te esfuerces
No lograrás poderlo entender
Hay un sitio, hay un lugar
Donde es fácil envejecer
La noche brilla más que el sol
Donde tú eres el timonel
Por más que lo busques, no
Solo es Teruel
Por más que te esfuerces
No entenderás está quimera
Es muy fácil ser de Pekín
Es muy fácil ser de Estambul
Es muy fácil ser de Madrid
Mas de Teruel no es cualquiera, uhh
Canción de Joaquín Carbonell. Estrofas de la misma son delantal en el prólogo, Un lugar para quedarse, que firma Nacho Escuín.