La bicicleta y los trenes.

La diferencia entre «La tierra es redonda» y «La tierra es azul como una naranja» es conceptual, y no lingüística. Que la tierra es redonda se toma por verdadero (o ‘no falso’) y que la tierra es azul como una naranja, como un flas literario, su autor, Paul Éluard. Todo es ponerle enunciativa afirmativa a la teoría más descabellada.

Del mismo modo, «El medio es el mensaje» y «Los medios de comunicación y de transporte son iguales». Por transporte se entiende ‘de personas o mercancías’ y, por medios, ‘de mensajes’. En medios de transporte, el medio sigue siendo el mensaje: yo, en primera; tú, en tercera; aquel en clase vip.

Los medios de transporte más literarios han sido el barco y el tren. La navegación en barco ya estaba en la literatura homérica y, de ahí, hasta series de televisión, pasando por Poe, Melville, Rimbaud, Stevenson o Conrad. Nadie recuerda el nombre de la cóncava nave de Ulises pero todos conocen (incluso han creído estar en) el Titánic. Agatha Christie nos llevó en barco en Muerte en el Nilo (1937, película del 78: barco: SS Sudam) y poco antes por tren en el Orient Express. En tren llegó ese pasajero llamado cinematógrafo al rectángulo de los teatros (1895) y, en tren, se fue a la guerra El maquinista de La General (1927).

Tras el barco y el tren, medalla de bronce es la bici. Si ustedes teclean bicicleta y literatura o bicicleta y arte obtienen en Google, solo en castellano, más de 28 millones de resultados. Con Roue de bicyclette, de Marcel Duchamp (1913), se acabó el viejo arte figurativo y empezó el arte nuevo (no arte o ready made), rueda de bici anterior al mismísimo urinoir. Hacer frases sobre la bici ya no es fácil. A más millones en redes, menos milagro de peces. Vamos a intentarlo:

«El Plan Bici de Sevilla fue obsequio a las mujeres» de parte de sus varones BBB (bourgeois bohèmes en bicyclette). Estamos pensando en familias de segundas nupcias o parejas cuyo madurito interesante, tal vez ya padre, se cruza con mujer más joven y en edad de ser madre o de adoptar como suya la criatura que trae consigo, de su primera pareja, el macho primordial:

—¡Por aquí, vidas mías!

Y señalaba la alfombra roja donde transcurriría la bicicleta de sus sueños; sueño que habían soñado, para Sevilla, en vacaciones por las calles de Ámsterdam.

Bicis y aviones comparten la inercia y, con los barcos, el equilibrio de carga. Con los trenes no compartían nada, salvo el romanticismo, pero ahora sí, que si no hay carril, no hay bicicleta, en plan anuncio La Casera: Si no hay Casera, ¡nos vamos! Desde el primer trazado del ferrocarril (1825) no se había visto algo semejante.

Que votantes BBB de ciudades como Sanlúcar todavía insistan en el carril bici, es comprensible. Que el plan general de Urbanismo o PMUS lo contemple, no tiene la menor explicación.

A menos que usted crea que la tierra es azul como una naranja.

Sobre estas líneas: foto montaje animado sobre el carril bici a la altura de la antigua esquina del Bienve, Quinto Centenario con avenida de la estación, Sanlúcar de Barrameda. En portada: ferrocarril y carretera Bristol – Bath, en Reino Unido.

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