
La educación reglada limita al norte con la programación oficial, que hay que seguir, y, al sur, con la libertad de enseñanza del profe encargado. La tendencia es asegurar la regla “a titulaciones homologables, currículos iguales”. Así que su libertad, su originalidad y su creatividad docente, se las puede usted meter en su valija de profe o en el disco duro de su pecé, si es usted de clases a distancia. Y no hay que echarle la culpa a la circunstancia Covid19: es ley de vida y puesta al día de un oficio no tan imprescindible ni tan fieramente humano como se quiere hacer creer y parecer.
De profesor en el Ies La Paz, de Sevilla, me tocó vivir ese tiempo cuando la hegemonía del programa se iba imponiendo hasta hacer del profe un rutinario: Por aquí vamos. Esto para mañana. Esto entra. Eso no entra. Eran muy fuertes las presiones, empezando por el alumnado que -como público de mis representaciones- se iba desinteresando de la obra que yo representaba, masa estudiantil anguitista:
–Profe: programa, programa, programa.
Yo me escapaba pidiéndome, siempre que podía, las asignaturas residuales más al margen de la rigidez de las troncales, esas que llevan escrito, desde el libro de texto hasta el expediente final, su peso en nota; calificación donde ya asomaba, sin nombrarla, la excelencia académica por la décima, la centésima o la milésima en el tablón de honor o en selectividad y salidas profesionales. Ahí, entre el bilingüe o el bachillerato internacional, la originalidad del profesor no era más que un estorbo. Programa, programa, programa.
Hablo de asignaturas optativas de nueva implantación (y, a veces, sin ni siquiera libro de texto) agradecidas al aporte de ideas o materiales, vale decir: profesionales dispuestos a trabajar en red sin red, y sin arnés y sin estribos.
Antes de la asignatura TIC, Tecnologías de la Información y la Comunicación, para 2º ciclo de la Eso, hubo otra optativa parecida: Información y Comunicación, siglas ICO, a repartir, su horario, entre los departamentos de lengua, informática o dibujo.

Curso 2004-2005. Ies La Paz. Daniel Lebrato solicita la optativa ICO para cuartos de la Eso. La asignatura venía dándola su compañera de lengua Pilar Meseguer, quien, por alguna razón, la dejaba. Daniel Lebrato pensó y programó que lo primero que debería hacer el grupo Información y Comunicación era darse a conocer y erigirse, por qué no, en portavoz de las voces del instituto [o sea: una especie de El Corcho, el mural que yo tenía en sala de profesores: «Mi medio de expresión lo llamé El Corcho, antes El Nicho, mi periódico mural aprovechando la inviolabilidad de mi taquilla en sala de profesores. El Corcho, “flota, flota y no hace la pelota”, tenía tres suplementos: El Corchete, de picardías; El Córcholis, de cotilleos, y La Balalaica, defensor de la enseñanza única y no religiosa] solo que ahora iba a tener un animoso equipo de redactores y un público que iba a ser el instituto entero.
–¿Daniel Lebrato, al frente? ¡Qué peligro! -debió pensar la terca oposición monarquicana.
Dispusimos un tablón para prácticas periodísticas y, por concurso de ideas entre mi grupo, fundé y dirigí un espacio: Estilo Urbano (nombre idea de Álex Olguín), con su logo, sus secciones, su página web. Yo irradiaba aún con fuerza, y logré transmitir el orgullo ico entre mi gente. El caso es que nuestro entusiasmo no fue compartido precisamente por directiva, claustro y consejo escolar, que inmediatamente fueron a por nosotros.
Un flanco de ataque fue el aula que ICO utilizaba cuando quedaba libre de asignaturas más troncales: la sala de audiovisuales; sala, hay que decir, que alguna empresa patrocinó o financió en premio a lo que había sido la puesta en marcha de las Jornadas por la Paz, de manera que aquella sala circulaba en el instituto poco menos que como el “Aula de Santi” (Santiago Agüero Muñoz, de quien ya hemos hablado). En noviembre, la directiva mandó cambiar sin previo aviso la cerradura. Motivo: destrozos en el material informático y colapso en el uso de la sala. Puro invento.
Otro flanco fue nuestra participación en la Bienal de Arte de Sevilla. En noviembre, Daniel Lebrato colabora con Juan Antonio Cortés, de dibujo, en las actividades escolares paralelas a la Primera Bienal de Arte de Sevilla. Sobre metáforas visuales hechas con más imaginación que materiales nobles, el profesor de ICO Lebrato propuso un montaje o performance semi viviente con el sello de quien tenía por costumbre reírse de su propia sombra: desechos de ordenadores, teclados, ratones, pantallas, esas cosas. El lunes 15 iban a ir los reyes a aquel Reina Sofía a inaugurar la exposición. En su retrato oficial (cedido gentilmente por la propia secretaría) se veía al rey Juan Carlos con doña Sofía del brazo:

–Arte ni arte, ¿a dónde me traes, Mari Sofi?, ¡qué cochambre!
Al día siguiente, el director, al profesor de Ico:
–Quita eso de ahí, que es una falta de respeto y nueve profesores se han quejado.
–Quítalo tú con tus huevos o con tus nueves (la grabación no está clara).
–Ni para ti ni para mí, dijo el director, conciliador: que lo quite el conserje.
Entre el 17 y el 19 de noviembre 2004, fue el cierre y levantamiento gubernativo del espacio ICO/Estilo Urbano, como un okupa o asentamiento ilegal en el vestíbulo del instituto. Lo de ‘cochambre’ de don Juan Carlos era verdad. Dos días enteros de limpieza.
EPíLOGO
El jueves 24 de febrero de 2005 Daniel Lebrato dio en La Paz su última clase. Como al joven Werther, nadie salió a despedirle.
–Pues aquí no está, han respondido a eLTeNDeDeRo un perro y Andrés y Lupe, conserjes residentes, cuando hemos vuelto a La Paz para cubrir este reportaje.
Un par de semanas después (el 18 de marzo) el CEP o Centro de Profesores convocante de la actividad de la Bienal reconoció a Daniel Lebrato Martínez las diez horas de dedicación lectiva por su participación en la Bienal de Arte de Sevilla, actividad que, según el director de la Paz a alumnos de ICO y de no ICO, se salía de las competencias del profesor Lebrato.
/ a aquella tropa de ICO, de tan grato recuerdo /
ENLACES
- Sobre el Corcho
–Mientras por competir con tu maestro