EPÍSTOLA MORAL A LOS CRISTIANOS

diostres religiones

 

Escrita en pareados alejandrinos (7/7) y un pie quebrado final (7 ‑ 7/7), que recuerda el par de versos que rematan cada cuento de El conde Lucanor, esos que encierran la moraleja. Un total de 102 versos que podían ser 103 si los dichos dos últimos se leen como redondilla (a ‑ a). La rima es consonante con licencias, particularmente en las eses, que en andaluz no se pronuncian.

No quieren los católicos bajarse de su cuota
de Estado, la que tienen y la que no se nota.
De tanto ver un cosmos con cielo y con infierno,
creerán también que ellos serán igual de eternos.
No miran que nos van a dar por todas partes
en un mundo de extremos que no puedes quitarte
cambiando de canal. La Cía y lo judío
han puesto un islamismo creído en su albedrío,
más viernes de la ira, más muertos por semana.
Se escapan del belén beduinos, caravanas,
sus barbas, sus tapadas, sus plañideras tristes
demuestran a la cámara que el pobre Dios no existe.
Ocurre que el demócrata cristiano occidental,
de ver solo su historia, no mira su historial,
qué hicieron las metrópolis, su afán imperialista,
Lawrence de Arabia queda de guapo de revista.
En busca de petróleo, turismo y otros bienes,
dejaron a estos pueblos sin nada y ahora vienen.
Los muchos, como espermas para follar a Europa,
si alguno cae en el mar, no importa, hay cien en popa;
los pocos, por avión o en tren en plan suicida;
unos, buscan la entrada y, todos, la salida.
Pero el islam no es bueno ni es bueno el judaísmo:
islam que es vuelta atrás y, el otro, hacia el nazismo.
Lo sabe Palestina, lo sabe Oriente Medio,
donde Israel va y pisa, no hay vida, es el asedio.
Y todo se hace en nombre de un dios que nadie ha visto.
Los tiene divididos un hombre, Jesucristo.
Primero dividió en dos al pueblo hebreo,
no convenció a Mahoma, ya hay tres para el sorteo.
De crímenes atroces, hicieron una lumbre,
le dieron teología a bárbaras costumbres
y esa mentalidad de piedras y de clanes
la enseñan a los críos en biblias y en coranes.
Los puntos cardinales, después de tanta guerra,
en tres los repartieron para heredar la Tierra.
Y vino la Alianza, la Onu, Zapatero.
Se ha conformado el Papa: Seremos los terceros
con tal de que las otras no pasen de su Oriente,
de acuerdo, tres culturas, la nuestra es Occidente.
Vencido ya el marxismo, sin Muro de Berlín,
no habrá más que un partido, el nuestro, y será el fin
de bloques y de clases en un buen combinado:
católicos, cristianos y laicos educados.
Entonces, el islam se puso de verdad,
primero en las mezquitas y luego en la yihad.
Tumbaron las Gemelas, tuvieron el Pentágono
a tiro: Dile al mundo feliz apaga y vámonos
al cielo del Profeta con todas sus huríes,
que ponen a los mártires los puntos en las íes
y el mártir se levanta y el hombre resucita:
Joder, que os vayan dando y a vuestra dolce vita.
Morir matando vimos al héroe, al kamikaze.
Matar viviendo, nunca; con éstos, ¿qué se hace?
Tan solo los primeros cristianos primitivos
se vieron en su muerte más fuertes que los vivos.
Pasaron siglos. Fueron, del mar de los romanos,
al Índico, al Pacífico, y vuelta al Vaticano.
El clero se relaja. Fray gordo puso a dieta
las reglas de la orden, no el alma y la bragueta.
Los feligreses mecen las cruces del mesías
en sus cunitas blancas de hogar y burguesía.
Ahora, quién les dice en tiempos de bonanza:
Coge tu cruz y sígueme. Que vaya el ordenanza.
Del Testamento, hicieron portales de Belén,
aquí, una figurita, aquí, un pastor, qué bien.
Como que vienen vivos, que cruzan el Estrecho,
por Grecia, por Turquía, vienen buscando techo.
Y allí los talibanes y en Nueva York Al‑Qaeda.
Frente a tanto islamismo la Iglesia no se queda
atrás. Sacan medallas, cruces en el escote,
rosarios, cofradías, lo nuestro, que se note.
Flash back. No hay tres culturas. Usted guarde la suya
para que nadie venga con otra dando bulla.
Así de fácil. ¿Valen mil curas con sotana
millones de mujeres tapadas musulmanas?
Monjitas de los pobres, que vistan como todas
o elijan la clausura, si así se sienten cómodas.
Y por Semana Santa, salgan las procesiones
igual que los obreros en manifestación, es
lo justo y democrático. Y, alcalde, en Navidad,
no monte más belenes, un árbol de unidad.
Hablamos de las calles, plazas y ayuntamientos,
y cada quien que ponga en casa el nacimiento.
Hablamos de dejaros de apoyos del Estado
y haced de vuestra capa un sayo en lo privado.
Seguro que ese dios con nombre de Dios bueno,
si le rezáis más bajo, no va a escucharos menos.
Y así, sin religiones en público, las barbas,
los velos y los burkas, con las kipás que escarban
nuestra moral, se vayan con el rito a otra parte.
Si en todas partes vieran las mismas bellas artes
legales, poco a poco los hombres y mujeres
serían más personas y menos bereberes
por la Aldea Global. Hagámonos apóstatas,
que a laicos y a creyentes no nos toquen la próstata,
digamos, los ovarios. Lo cual no es nada nuevo,
sin voluntad de ustedes, no hay rimas, digo huevos.
Si los cristianos nuevos seguís las viejas tesis,
no le llaméis diálogo, llamadle catequesis.
Cabezas sin ideas,
mejor y más capaces las montan en I
kea.


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