Qué pensarán los barcos, cargados de humedad, de óxido y de mugre, de soledad de patria, si la tienen, y de contrabando, al vernos en los restaurantes de Bajo de Guía entre manzanillas, cervezas y langostinos, y haciendo fotos a igual o parecida puesta de sol. Cuando el barco pasa. Flas, flas. Cámaras, las hay profesionales y del móvil. Y marineros, por lo menos, tres. Los de yo no digo mi canción sino a quien conmigo va. Los que habrán leído a Salinas. Y los que, si por mí fuera, le quitarían el tapón al barco.
Siempre me hizo gracia la greguería de Jardiel Poncela de que en esta vida solo unos pocos sueños se cumplen, la gran mayoría se roncan. El otro día, volviendo a la Cartuja de Santa María de las Cuevas de Sevilla, sede del CAAC (Centro Andaluz de Arte Contemporáneo), en su sala capitular me pedí hacerme la foto que ven ustedes. Yo diría que el caballero, don Diego Gómez de Ribera, ligeramente vuelto de espaldas a su señora[1], ni sueña ni está muerto: el hombre ronca como un bendito.
Y eso que armadura con espada debió ser pijama algo incómodo. Y menudo salto de cama. Como para la ducha diaria. Reza el mármol (pues los mármoles rezan): «Aquí yace el ilustre señor Diego Gómez de Ribera (ω-1434), adelantado mayor de Andalucía, hijo de los ilustres señores Perafán de Ribera, asimismo adelantado, el cual, después de haber ganado Iznájar en el Reino de Granada y otras muchas fortalezas y vencido muchas batallas contra moros, cercó la villa de Álora, asimismo en el dicho reyno y, habiéndola combatido y hecho un portillo, y viniendo a partido[2] y a hablarle, él se quitó la babera[3] y le dieron una saetada por la boca de que murió. El cual gastó todo su tiempo en guerra contra moros por cuya causa su memoria siempre vive y vivirá porque quien a Dios sirve es razón que sea así.»
De manera que este era el adelantado del romance de Álora, la bien cercada, uno de los romances más vivarachos del romancero viejo (sección fronterizos) y yo sin saberlo y a dos pasos de mi casa. Menos mal que al revelar la foto he caído en la cuenta y me permito el disfrute de tanta gentil coincidencia: el CAAC, a donde íbamos a ver la Confesión general de Luis Gordillo antes de que la levanten y los 25 años de ¿Qué piensan los artistas andaluces de ahora? que incluye la película La Alameda(1978), donde vivimos, película que disfrutamos hora tan larga que nos dio la del cierre. Y todo, buscando el paraguas que el Centro nos habían retenido en su paragüero, para no mojar ni estropear nada, mientras duraba nuestra visita la tarde de un viernes de lluvia y de febrero que mi novia y yo no teníamos nada mejor que hacer. Dirán que esto de ser tan inculto no tiene sus entresijos y sus divertimentos.
Romance de ÁLORA LA BIEN CERCADA
Álora, la bien cercada, tú que estás en par del río, cercóte el Adelantado una mañana en domingo, de peones y hombres de armas el campo bien guarnecido; con la gran artillería hecho te habían un portillo. Viérades moros y moras subir huyendo al castillo; las moras llevan la ropa, los moros harina y trigo, y las moras de quince años llevaban el oro fino, y los moricos pequeños llevan la pasa y el higo. Por encima del adarve su pendón llevan tendido. Allá detrás de una almena quedado se había un morico con una ballesta armada y en ella puesto un cuadrillo. En altas voces diciendo que del real le han oído: -¡Tregua, tregua, Adelantado, por tuyo se da el castillo! Alza la visera arriba por ver el que tal le dijo: asaetárale a la frente, salido le ha al colodrillo. Sácole Pablo de rienda y de mano Jacobillo, estos dos que había criado en su casa desde chicos. Lleváronle a los maestros por ver si será guarido; a las primeras palabras el testamento les dijo.
–Romance de Álora en Wikipedia
–Álora, página municipal
–película La Alameda(1978) de Juan Sebastián Bollaín (hora y 10 minutos de duración)
[2]venir a partido : sacar provecho o ventaja, aunque aquí parece que es ‘por hablarle aparte’.
[3] Pieza de la armadura antigua que cubría y protegía boca, barbilla y mandíbulas.
advierte en greguería Félix Morales Prado:
Los paraguas que se pierden se van a los cuadros de Magritte.
René Magritte, Golconde (1953)
El título Golconda (sinónimo de mina de riquezas según el Oxford English Dictionary) fue sugerido por el poeta y amigo del autor Louis Scutenaire. Golconda es una ciudad en ruinas del estado de Telangana, en India, centro de la legendaria industria del diamante. [Wikipedia]
Discutidísima cuestión, la etimología de aguinaldo. El DAE ve la palabra así: aguinaldo. de aguilando, regalo navideño, quizá del latín hoc in anno, en este año. El Diccionario Etimológico de Chile (que no se deja copiapegar, ahí ven la captura de pantalla), comparte esa procedencia (relacionada con hogaño, este año, hoy, hoc die, pero, per hoc) y añade -y esto es lo interesante- el voto particular del académico Víctor Daniel Fraile, quien plantea que aguilando podría venir del francés a gui l’an neuf [aguilán], que quiere decir “al muérdago, el año nuevo”, fórmula de los druidas celtas en petición de una buena cosecha para el año nuevo todos los solsticios el 21 de diciembre, con vistas a primavera, de donde, aguinaldo: petición-regalo de uno, que coincide con una petición de todos, o sea, los Reyes Magos de ahora.
En literatura, el aguinaldo más famoso del que tengamos noticia es el que pidió Jimena Gómez, la del Cid, cuando todavía eran novios, al reinante Alfonso VI, dentro de los romances épicos emparentados con los cantares de gesta. Como es sabido, el Cantar de Mío Cid (siglo 12) presenta al Cid ya casado con Jimena, pero la curiosidad popular haría con el héroe lo que los Evangelios apócrifos hicieron con Jesús y se hace en todas partes: vestirlo hasta los pies, inventarle una infancia y juventud, lo que en Castilla originó el posterior ciclo de Las mocedades del Cid. Según esa leyenda, el joven Rodrigo se habría visto obligado a batirse en duelo con el altivo y poderoso conde Lozano, padre de Jimena, su prometida, por haber ofendido a su viejo padre, Diego Laínez de Vivar, de un mal bofetón. Total, que en el duelo el joven Rodrigo mató a su suegro, con lo que echaba a perder su enlace con Jimena. (Hasta aquí la parte trágica, ahora empieza la cómica.) Jimena, astuta ella, encontró manera de salirse con la suya, con la honra y con la boda, y fue pedirse a Rodrigo como regalo de Reyes, como aguinaldo que el rey estaba obligado a dar por vínculo de vasallaje. Conectamos con el Romancero Viejo[1]. Las moralejas a favor y en contra, se sacan solas. Felices Reyes y que todos los reyes sean como los Reyes Magos.
ROMANCE DE JIMENA GÓMEZ
Día era de los Reyes, día era señalado, cuando dueñas y doncellas al rey piden aguinaldo, sino es Jimena Gómez, hija del conde Lozano, que puesta delante el rey de esta manera ha hablado: -Con mancilla vivo, rey, con ella vive mi madre; cada día que amanece veo quien mató a mi padre, caballero en un caballo y en su mano un gaviláne: otras veces con un halcón que trae para cazar: por hacerme más enojo, cébalo en mi palomar, con sangre de mis palomas ensangrentó mi brial. Enviéselo a decir, envióme a amenazar que me cortará mis haldas por vergonzoso lugar, me forzará mis doncellas, casadas y por casar, matarame un pajecico so haldas de mi brial. Rey que no hace justicia no debía de reinar, ni cabalgar en caballo, ni espuela de oro calzar, ni comer pan en manteles, ni con la reina holgar, ni oír misa en sagrado, porque no merece más. El rey, de que esto oyera, comenzara de hablar: -¡Oh, válame Dios del cielo! ¡Quiérame Dios consejar! Si yo prendo o mato al Cid mis cortes se volverán, y si no hago justicia mi alma lo pagará. -Ten tú las tus cortes, rey, no te las revuelva nadie; al Cid que mató a mi padre dámelo tú por igual, que quien tanto mal me hizo sé que algún bien me hará. Entonces dijera el rey, bien oiréis lo que dirá: -Siempre lo oí decir, y agora veo que es verdad, que el seso de las mujeres que no era natural: hasta aquí pidió justicia, ya quiere con él casar. Yo lo haré de buen grado, de muy buena voluntad.
*
–enlace a Lenguarelio.com Canta Joaquín Díaz y letra para seguir la canción.
La estrofa romance suele comportarse y dividirse en tres: el de versos de 8 sílabas, propiamente para narrar; el de 7, (también llamado endecha), para la lírica; y el romancillo, de 6, para canciones infantiles. De a 6 o de a 8, niños o niñas en los fríos patios de recreo de los colegios franquistas (no solían mezclarse en coros mixtos) han dado voz a lo más terrible, crueldades y sucesos que diríamos para mayores de 18 años que se cantaban sin aparentes problemas de censura. De esa clase es el romance de Delgadina (octosílabo), que narra un incesto y es también el romancillo del mal curita, que cantan, entre otros, el Nuevo Mester de Clerecía y Tío Maxi. Como villancico, lo recoge en Fuenteheridos (Huelva) José Luis Macías Rico, con esta letra:
Estaba un curita malito en la cama y a la media noche llama a la criada. –¿Qué quieres, curita, que tanto me llamas? –Quiero chocolate y no tengo agua. Acércate al pozo, anda y ve a por agua. –La soga es muy corta y el cubo no alcanza. –Toma este pedazo, a ver si te alcanza. Y a los nueve meses, barriguita hinchada, y parió un curita con capa y sotana.
vio venir una galera que a tierra quiere llegar.
Marinero que la manda diciendo viene un cantar.
Allí habló el conde Arnaldos, bien oiréis lo que dirá:
–Por tu vida, marinero, dime ahora ese cantar.
–Yo no digo mi canción sino a quien conmigo va. [1]
Dedicado a José Antonio Moreno Jurado, cuyos Veinte momentos de lucidez(Point de Lunettes, Sevilla 2016) son una muestra de quien anda con la inspiración como José Alfredo, con el amor: que estás que te vas, y te vas, y te vas, y te vas y te vas, y te vas, y no te has ido y de quien dice y no dice su canción. No sé cuántas veces ha echado JAMJ el cierre a su obra poética. Y, de pronto, ahí vuelve otra vez como en estos veinte poemas de lucidez y una edición desesperada. Les gustará si les gusta José Antonio Moreno Jurado. Y así no se quedan ustedes como el conde Alarcos, que se quedó con las ganas.
[1]Romance del conde Alarcos sobre la versión del Cancionero de Amberes, 1548, en la página Washington Faculty de la profesora Suzanne H. Petersen.