
por Antonio Delgado Cabeza
Queridas Majestades Satánicas:
Soy fan, seguidor desde que tengo memoria musical. Fui partidario vuestro cuando nos hacían elegir en artificiales dicotomías de la España casposa. Canarios o Bravos, Serrat o Raphael , Beatles o vosotros. Os apoyé hasta cuando incondicionales históricos empezaron a dejar de serlo alegando que repetíais y repetíais el mismo sonido de los primeros éxitos. Incluso me puse a defenderos, cuando ex forofos os llamaban acabados, momias, zombis y otras lindezas que os daban por finiquitados. Me mantuve fiel argumentando que me gustaba vuestra imagen alegre y juvenil, vuestras estilizadas siluetas rockeras, las viejas caras maquilladas, caricaturizadas por arrugas esculpidas por la edad, las jeringuillas y el Jack Daniel’s.
Ayer tarde, después de una larga marcha solidaria en recuerdo de La Desbandá, me preparé un merecido baño reparador con sal y oí relajado y muy atento vuestro último trabajo. What a disappointment, Darlings!, qué decepción, queridos. Blue & Lonesome, a pesar de la advertencia del título, son sólo doce temas trasnochados más propios de vuestros comienzos sesenteros que del siglo 21. Hay cantidad de músicos en todo el mundo investigando, innovando, evolucionando y revolucionando, esforzando su creatividad por hacer cosas nuevas y vanguardistas. La mismísima Amy Winehouse hacía blue y soul más actuales y frescos. Ni la perfección del sonido ni el virtuosismo instrumental ‑especialmente, la armónica- justifica o valida esta regresión para obtener resultados que BB King, Fleetwood Mac, Johnny Winter o Eric Clapton lograron hace mucho, mucho tiempo. Decía mi madre que para ese viaje no se necesitan alforjas.
Y hablando de decepciones, fui a La Habana especialmente para veros por cuarta vez en directo. No era mi intención tomarle el pulso a la Revolución. No era mi intención encontrarme unos cubanos más inermes, desilusionados y tristes que cuando estuve en el verano del 84. Ni era mi intención comprobar que había más jineteras, jovencísimas y esculturales vendiendo su cuerpo por casi nada a esos occidentales fantasmas que vuelven contando que han ligado. Fui expresamente a veros. A las tres de la tarde, bajo un sol ecuatorial de justicia, estaba ya en aquel enorme y destartalado recinto deportivo, dispuesto a presenciar el concierto anunciado para las ocho y media. Quería disfrutaros en primera fila, como en aquel Madrid ilusionado de la Movida o en el puerto de Málaga con mi hija sobre los hombros.
Para mi sorpresa, junto al escenario había una zona VIP reservada de alrededor de cien metros de larga, ¡vallada! Aunque no le daba crédito, me tuve que conformar con veros desde lejísimo por las pantallas gigantes. Fue como un jarro de agua fría. Me pregunto por qué aceptasteis esas condiciones, para quiénes era ese espacio privilegiado prohibido, si para las autoridades y enchufados del PC o para vuestros amigos. O ambos. Qué fea esta discriminación en un país en el que se supone que la igualdad es una de sus mayores señas de identidad ideológica.
Me fastidia pensar, Queridas, que ya no sois ni Majestades ni Satánicas. Me avergüenza sorprenderme especulando con los motivos que os llevarían a aceptar esa área exclusiva para personas muy importantes en un concierto gratuito de rocanrol en una isla comunista. Y me niego a aceptar que el CD blusero y el concierto habanero sean el principio del final de una idílica relación de cuarenta años.
No me doy por vencido. Volver a hacer de ave fénix. Reinventaros otra vez. Poneros las pilas. A currar. Ha habido, hay y habrá músicos extraordinarios abriendo caminos, partiéndose la cabeza para crear sonidos originales. Jackson, Manu Chao, Bjork, Ferdinand, Coldplay, Chemical Brothers, Prodigy, Rage Against The Machine y miles más. Así que pegar la oreja y al tajo. ¿Lo pilláis?
You can!!!
Antonio Delgado Cabeza
09/02/17

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