Por Semana Santa y Feria aplaudía el coro de los laicos que cantan a la Luna: ¡cultura popular!, ¡cultura popular! Olvidaban que en la Semana Santa mandan Iglesia y Cecop (orden público) y que, en la Feria, mandan nobleza y burguesía (el paspartú de la foto lo ponía el turismo).
Y olvidan que ese enjuague entre tradición y progreso ya lo quiso hacer gente como Isidoro Moreno, Jorge Jiménez Barrientos y Manuel José Gómez Lara bajo la sombra de la Crónica sentimental de España (1971) de Manuel Vázquez Montalbán, con mucho Pacto por la Libertad con el franquismo.
Eso fue en los años 80. Quienes, cuarenta años después, vuelven a desempolvar viejas querencias que son fantasmas, simplemente se postulan como caso y como ejemplo de que «quien olvida su historia está obligado a repetirla como parodia o como pantomima».
Dice PabloMM:
Como cada Semana Santa llega desde el resto de España el tufillo clasista y de fobia contra Andalucía. No tienen ni idea de lo que significan las hermandades para los barrios obreros de esta tierra. Espero que en verano nos sigáis odiando tanto y os quedéis en vuestra puta casa.
Dice Ezequiel García:
https://elcorreoweb.es/movil/opinion/columnas/la-semana-santa-ha-muerto-FK7873502
Una cosa son los valores, el respeto y la tradición, que tienen que nacer en la familia, y otra bien distinta es no querer avanzar por miedo a perder ese estatus chovinista que te da el recordar tus batallitas setenteras de pensamiento único y “aquí mandan mis bemoles”.
Dice Susana Moreno:
La vida colectiva, la única que nos salva y merece la pena, es la que hace barrio y la que resucita, una vez al año, el casco histórico de Sevilla. Lo demás, puro teatro. Falsedad bien ensayada, estudiado simulacro.
Dice Melchor Mateo:
La Semana Santa acabó con pocas fuerzas. El Sábado Santo ha sido incompleto pero en esta ocasión no ha sido la lluvia la que dio al traste con la jornada sino la falta de fuerzas que se ha producido en el paso de la Virgen de la Soledad. La hermandad del Santo Entierro ha tenido que tomar la decisión en el interior de la Catedral de volverse a su templo después de que el paso de la Virgen llegara con muchas dificultades al primer templo diocesano.