Una sobrina me manda un informe Verne El País sobre familias numerosas. Y pico, claro. El tema es apasionante. Mi sobrina (dos veces madre) pertenece a la generación de mis hijos y un lema que me aplico es no criticar nunca a mis menores. A mis iguales, pues.
Me imagino que soy el Estado como el Estado tendría que ser, es decir, no contaminado ni por la Iglesia, de la democracia cristiana, ni por el Bienestar, de la socialdemocracia. Soy el Estado en tanto Administración (no en tanto clase política) y mi regla de oro es muy simple, dos en uno: «Vive y deja vivir y la vida que tengas págatela». Habrá quien salte ¡Menuda chorrada! pero, si lo piensan, bajo ese lema, Cataluña habría ejercido hace años su derecho a decidir y hoy estaríamos hablando de otra cosa. Bajo ese lema, se acabaron los oficios parasitarios, aquellos que no producen valores de uso, como los militares (cuyo uso es la guerra y nadie quiere la guerra, ¿verdad que no?). Bajo ese lema, las clases y personas parasitarias serían mantenidas, en todo caso, por esa fórmula tan a la última que es el crowdfunding [crodfondain], micromecenazgo voluntario o financiación colaborativa para sacar adelante creencias o proyectos en los que no todo el mundo tiene que proyectarse ni que creer. Algunos ejemplos. La monarquía, reinante o no, sería financiada marcando casilla Casa Real en la Declaración de Hacienda, no por quienes somos republicanos. Por el cura y el obispo, que coticen sus fieles; por el político, su partido, sin un euro del Estado. La procesión de Semana Santa, desde la cruz de guía hasta dejar la ciudad tal como estaba, todo, todo (limpieza, servicio de orden, protección civil), a cargo de la cofradía y sin dinero público. Y ese partido de fútbol de alto riesgo sería desarriesgado por policía privada, no como ahora, que aficionados o no al fútbol o a las procesiones o a la clase política o a los curas o a doña Letizia, allá que vamos todos con euros a María a través de impuestos y Presupuestos del Estado.
En materia de familia, el Estado, ¿subvención?, ninguna: intervención arbitral en defensa de quien ha de nacer, defensa que debe incluir el antes, el durante, el después y el postdespués. Respetando el deja vivir, el Estado tiene que vigilar que el niño o niña que venga al mundo (no solo al territorio del Estado) podrá vivir y dejar vivir y pagarse la vida digna que tenga, al principio por padre y madre, por mitad o en proporción o por uno de los dos, si así lo acuerdan. Estamos hablando de capitulaciones o acuerdos bilaterales que ordenen la constitución de la familia en régimen mono o biparental (matrimonial o conyugal) y con separación de bienes. Estamos hablando de la viabilidad económica de la maternidad, el régimen financiero que tendrá quien ha de nacer y convenios de asociación, emancipación o disolución (divorcio) y sucesorios. Como gusta lo práctico y concreto, si yo fuera el Estado, legislaría desde ya la implantación (exigencia y obtención) del permiso de maternidad (¿no hay carnet de conducir? y ¿no es más importante una vida que un coche?), permiso unido, compatible o ya incluido en las capitulaciones pactadas.
Una vez la criatura en el mundo, legislaría una Ley de protección del menor de máximos, en el sentido de otro lema, y será el último: No decidir por el menor, niño o niña, lo que le corresponde decidir en la edad adulta, es decir, no usurparle al menor su soberanía. Me refiero a cosas tan sin importancia como pintar las uñas, poner tacones; hasta otras de más hondura y calado, como iniciarles en religión: prohibido el bautizo de menores o prohibido ponerles el velo islámico. La excepción a esta regla sería siempre por la salud del menor, como hacerle la fimosis. Y si hubiera, como tendría que haber, una vía de educación única, ni siquiera padre y madre tendrían que decidir entre educar por la pública, la privada o la concertada.
No puedo exigir ni al Estado ni a la actual política que estén de acuerdo o apliquen esta legislación sobre familia, pero sí puedo exigir a hombres y mujeres en edad de procrear o de prolongarse que piensen en conciencia y de uno en uno. Para que el Estado (esa imponente máquina) deje de meterse en la vida del individuo, hace falta que el individuo, hembra o varón, se autogestione. No, que, ahora, entre subvenciones, prestaciones, pensiones o ayudas, toda la ciudadanía se ha hecho dependiente y a todos nos cabe la ley de dependencia con pérdida de libertad. La vida que tengas págatela, y eso incluye tu familia. Verás qué bien vives y dejas vivir.