COLILLAS A UNA MACETA
El otro día, yendo yo despacio por el Paseo Marítimo de una ciudad desconsolada, oí un gargajeo a mis espaldas. Ya saben. El preparatorio de alguien que va a escupir. Cuál sería mi sorpresa cuando, al volver la cara, vi que era una muchacha, de pinta bien educada, la que soltó el gargajo en la acera y se quedó tan fresca. Supongo que eso entiende ella por incorporación de las mujeres a los roles masculino. Se puede seguir fumando. No, echar colillas a una maceta.
No sabemos en qué medida la expulsión del gargajo le pudo salvar la vida a la criatura. Mujeres y hombres tenemos nariz, boca y moccogg. Hay mocos que ahogan más que un corsé.
Que no es defensa del gargajismo en la acera pero, amigo mío, a veces una expulsión a tiempo es una victoria.
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