Por no confundir cola, cola de rabo o de toro, con “lo añadido al final de una obra musical”, la cultura fue hasta Italia y se trajo la palabra coda, que allí sigue significando cola o rabo de toro, pero el pueblo qué sabe de italiano. Es el varón que acude al médico y prescinde del polla o carajo y lo que le lleva a consulta es su pene (de pana o de pena), de pen penis, cola o rabo otra vez, estilográfica en inglés (no ingles, sino english).
Esto es coda –y no digresión– porque discurre detrás de un hilo que viene a mi ovillo desde Gonzalo Rivas, pasando por Tres estampas de Ronda (Málaga); Ronda donde echó Gonzalo su infancia y, con él, su hermana Carmen, Carmen Rivas Rubiales, la del Viaje al sur Rilke en Ronda. En ese libro que me ha venido como un pájaro anillado a este lado de la playa
(“Para Daniel, por nuestro hermoso coincidir en tus estampas de Ronda: Rilke, Vilima, tu libro Hacia y Gonzalo. Con todo mi cariño, Carmen Rivas Rubiales, Ronda, julio de 2019”)
se puede leer:
«A primeros de año se compraban fanegas de picón de orujo, se subastaba el estiércol del matadero y se acordó aumentar el alumbrado en la Plaza de Lamiable para las fiestas de carnaval que ya estaban cerca. En las primeras semanas de 1913 en la misma Ronda que estaba siendo para Rilke un ‘apartado retiro’ se libraba una partida en el capítulo de “calamidades” por socorros facilitados a pobres transeúntes. No había celebración que no incluyera 100 hogazas para los indigentes e, incluso, en ocasiones se les ofrecía pan en sufragio del alma de algún finado. Pobres mendicantes a los que debió encontrar el poeta en sus paseos por Ronda como ya antes lo había hecho en Toledo o en Córdoba. De cuantos pudo cruzarse en las calles de entonces, guardará la imagen que desde París le describe en marzo de 1913 a Katharina Kippenberg: El mendigo es en España como una mano que intentase detener el destino que irrumpe embozado por todas partes; en París es sencillamente como un arbusto en donde la miseria florece antes de echar hojas.»
Concluye [eLTeNDeDeRo]: Si no queda satisfecho de biografía y geografía y conciencia social; sabiduría y compromiso, le devolvemos su dinero. Gracias, Carmen. Gracias, Gonzalo. Y gracias, Álvaro Martín y Zafarrancho Vilima que los trajo a mi vida, esta es su coda entre el jardín de senderos que se bifurcan y ríos que van a dar en la mar.
Daniel Lebrato, 31 de julio de 2019
coda de la coda.
Todos los 31 de julio son el día cristiano de Ignacio de Loyola, muerto tal día como hoy en 1556 (hace 463 años), día de vísperas (palabra antónima de coda) cuando las vacaciones valían un mes y ese mes era, en nuestro hemisferio laboral, el caluroso agosto. Sobre esa base, queden ustedes con esta Teoría del sismógrafo:
Ignacio de Loyola, sacerdote vasco y santo, prototipo del noble caballero de la cruz y la espada, fundador de la bulliciosa Compañía de Jesús, privilegiada por bula pontificia del mare magnum, como decir nostrum pero de los siete mares y cinco continentes para la mayor gloria de Dios, aconsejaba a los suyos no hagáis mudanza en tiempos de mudanza, no os mováis cuando todo se mueva, lo que viene a ser un modo, y seguramente el mejor, de inventar el sismógrafo. Nacido al mundo en Azpeitia, 1491, y bautizado Íñigo López de Recalde o Ignacio d’Óñez y Loyola, murió en Roma la tarde del 31 de julio 1556 años después de su señor Jesucristo, de quien fue peregrino. Los ángeles del Vaticano repartían propaganda del cielo en vacaciones.
Daniel Lebrato, escrito en Agosto
Estos son los enlaces:
Gonzalo Rivas, por Álvaro Martín,
Carmen Rivas Rubiales, por Paco Correal.