Etiqueta: Juan Antonio Gallardo

la tristeza de las fiestas laborables.

1º    Se exige y pondera, y se busca, el trabajo pero lo que todos quieren es una renta o un trabajo para no trabajar.

2º    El sector servicios, de ocio o tiempo libre, obtiene sus máximos beneficios en días de fiesta y con cuanta más población ociosa (turistas, rentistas, creyentes, etc.), mejor que mejor .

3º    ¡Felices fiestas!, pues, porque quien está de fiesta y la disfruta no está en paro ni de guardia ni echando horas extra. ¡Felices fiestas!, porque la patronal del sector se frota las manos y se pone las botas. ¡Felices fiestas!, porque el máximo tiempo libre es la máxima humanidad que la humanidad puede permitirse.

Otro día hablamos de cómo las fiestas deberían ser todas laicas y de libre disposición según credos, situaciones y emergencias personales. De cómo el Estado no tendría derecho a imponer ninguna fecha de obligada celebración. Y de la injusta alegría de quienes se felicitan las fiestas mientras hay quien, en días de fiesta, experimenta, Gallardoski, la tristeza de las fiestas laborables.

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EPÍTETOS Y BOLOS VERANIEGOS

EPÍTETOS Y BOLOS VERANIEGOS

pinza tadega

¡Pues sí que hay que currarse las merecidas vacaciones!, por culpa de la terca realidad que nos saca de nuestra hamaca y de nuestro botijo, noticias que oímos también como trending topic. Por trending topic, tema tendencia o tema punta, se entiende máxima actualidad, máxima, otro epíteto. Viene esto a cuento de que mis merecidas se ven alteradas por la terca del trending topic elegido por Álvaro Martín, esa llama de amor viva a la radio, para su editorial del 18 de julio (79 aniversario de Franco y sus secuaces). Pinchen en http://www.ivoox.com/4938430 y escuchen qué opina mi querido Álvaro, le encanta opinar, sobre la venta del aeropuerto de Ciudad Real por el precio de un Opel Corsa, 10 mil euros. Ahí oirán otro anglicismo (anglicanismo, en boca de mi querida Yéssica del Rocío): low cost, que bien podría quedarse en bajo costo. En fin, que las vacaciones, si lees el periódico, si oyes la radio, si ves el noticiario, ya no son vacaciones y lo de merecidas se puede quedar en bolo veraniego. Hacer bolos es reunirse artistas o actores para hacer espectáculos en distintos pueblos para explotar alguna obra famosa con el fin de aprovechar circunstancias que se juzgan económicamente favorables. Quien me viene con el bolo o bolos es Manuel Ruiz, de Elcano Libros, mi quiosquero y, sin embargo, amigo (nada más que vender El País, debería estar prohibido). Manuel organiza en Sanlúcar un Encuentro con escritores que traerá esta vez, y él me pide que le dé difusión, Conversación con Luis García Montero, con Luis García Montero, Jesús Maraña, de infoLibre, y Mariano Martínez, de Editorial Turpial, moderados todos, si es que hubiera que moderarlos aún más, por Juan Antonio Gallardo. Será el lunes 3 de agosto. Pero como de aquí a entonces se les va a olvidar, para qué voy a decirles que será en las Bodegas Barbadillo de la calle del Callejón (o sea en el Callejón) y a las 21:30, muy buena hora para echar un trago a la salud del mundo. Ya que es un encuentro, yo anticipo lo que diría si me dieran voz (voto sería pedir demasiado). Izquierda Unida ha cometido tres fallos de garrafa. Primero, usurpar como nombre propio, Izquierda Unida, con mayúsculas, un nombre común: la izquierda unida. Segundo, tapar la mala conciencia del PCE, partido que a su vez ha atrofiado el comunismo utópico. Y lo tercero ha sido no verlas venir. Me explico. La derecha tiene sus ideas muy fáciles, lo suyo es conservar lo que hay; la izquierda, en cambio, tiene que cogerle el pulso a la actualidad para imaginar la sociedad que vendrá y anticiparse, como en el juego del ajedrez, a la jugada del enemigo, o, como a Lázaro de Tormes dijo el ciego en su primera lección para que espabilase: Necio, aprende, que el mozo del ciego un punto ha de saber más que el diablo. Más que el electorado, quiso decir. Ahora, que Izquierda Unida da todas sus siglas por la unidad popular, lo mismo que Blas de Otero, todos sus versos por un hombre en paz, puede que sea tarde porque parte esencial de esa unidad era el proyecto (no el partido) Podemos, y aquel proyecto dejó Izquierda Unida que se deteriora, en vez de haberse sumado a él (con doble militancia), cuando Podemos era un fenómeno, un magma sin programa pero con el programa: acabar con el bipartidismo y con la Constitución de 1978, con la España de la corrupción y del triángulo de las ver mudas: PP, PSOE y Casa Real. ¿Tenía Izquierda Unida algo mejor que ofrecer? La unidad popular pasó por la puerta de Izquierda Unida: Izquierda Unida ni se enteró. En la deriva lamentable de Pablo Iglesias y del oficialismo de Podemos, tiene mucho que ver Izquierda Unida, sobrada de sedes, base social, cargos electos y presencia en los medios, que en vez de agrandar el sueño de Podemos, fue su rival y se quedó a ver cómo entre Prisa y La Sexta destrozaban a Podemos, para que luego a Izquierda Unida (por la sigla muere el pez) la destrozara la Ley D’Hont electoral, y ahí está Luis García Montero, con 130 mil votantes tirados a la basura. Vanguardias, hay dos: una, ególatra, tipo Dalí, y otra autocrítica, tipo Picasso. Para estar en la vanguardia, hay que hacer autocrítica y estar en contra de los epítetos, ir cambiado de adjetivos. Izquierda Unida, si lo pensamos, ¿a qué y en qué?

eLTeNDeReTe, 20 del 7