Etiqueta: Hipólito G. Navarro

como ustedes saben: sin ánimo de lucro.

Daniel Camaleón en grande (2)

Como ustedes saben, la locución (circunstancial de modo) sin ánimo de lucro es como un conjuro anticapitalista. Señor, señora: lo mío es ‘sin ánimo de lucro’, dice el vendedor de save the children, aunque todos sepan que las ONGs son empresas subsidiarias al Estado: Cáritas, de acción social; Cruz Roja, de sanidad pública; Acnur o Unicef de la misma Onu que a la infancia destroza en origen (con sus ‘misiones de paz’, supongamos Siria), para después venirnos con el cuento de la infancia que sufre y la acogida a refugiados. Hay que haber ido muy poco al cine para no haber visto esa película.

En respuesta a un TeNDeDeRo que apostaba por un futuro de poesía sin poetas con ánimo de lucro, responde un amigo: «no creo que haya ningún poeta con ánimo de lucro. Con ansias de gloria, sí, eso sí; o, en última instancia, que me publiquen y que me lean uno o dos, por favor». Lo cual, ya me dirán si “que me publiquen” no implica ánimo de lucro, habiendo una internet gratis (esta misma, que nos une) y por la que te pueden leer al menos dos, y sin ‘por favor’. Se llama www o http, y una terminal es la pantallita que usted lleva en su bolsillo. Suficiente para leer. Pero lo que usted quiere, pillín, es que yo pase por caja o librería sin ánimo de lucro, o sea, si ver lo que me cuesta.

Como ustedes saben, ánimo es voluntad o designio de algo o para algo, y existe el ánimo aunque no se cumpla. Y lucro significa beneficio o provecho, pago en especie también, empezando por el tiempo libre que el gremio arte y cultura reclama para sí en un mundo feo donde la mayoría se embrutece con el trabajo y con la ideología periférica al trabajo. Si eso no es ánimo de lucro, que venga Marx y lo vea, Carlos o Groucho.

Otro día hablábamos del extremo a que ha llegado un autor de estos de papel, sin ánimo de lucro: Penúltimos percances, de lectura imprescindible. Y, otro día, del libro como ‘tonto el que lo lea’, pues si usted no lo compra o no accede a muestra gratuita, ¿cómo sabe si el libro le va a gustar? Tonto el que lo lea, porque ahora, que ya lo compró, qué hace usted con el dichoso libro que no le gusta; única mercancía, el libro, que burla la regla de oro del consumo: si no queda satisfecho, le devolvemos su dinero.

Por aquí, que te vi.

Queden ustedes con la Canción del que escribía (entrando por Adelfos, Manuel Machado), de uno que fue Gutenberg antes que enlace (a Ediciones eLSoBReHiLaDo):

CANCIÓN DEL QUE ESCRIBÍA. Un vago afán de derechos de autor tuve. Ya lo he perdido. Me ha costado mis siete de imprenta, gracias -he de decir- a mis amigos donde tanto funciona el amiguismo. Podéis buscarme en la Nube, soy ese libro de bolsillo expuesto a los megusta o me disgusta de gente sin escrúpulos: ya es un éxito si alguien me apunta a favoritos o a icono en mi perfil en su pantalla de inicio. Cambié mi ce de copyright con isbn por ué ué ués y hache tetepés. Como un Juan Ruiz, Daniel Lebrato ande de mano en mano a quinquier lo pidiere. También, por defenderme, cuando yo ya no esté.

[Ediciones eLSoBReHiLaDo]


 

El libro como voluntad y representación.

FNAC

Al repasar yo ahora Gigantes o molinos (2 de mayo 2015), título que di hace cinco años a lo que fue una historia de acoso laboral -repaso que he titulado a la inversa, Molinos o gigantes-, me he dado cuenta que aún me lastra un estilo curricular, por veces funcionario, que puede endurecer la lectura. No obstante eso, y por amor a la verdad, he dejado el estilo tal cual estaba, pensando que, quien quiera leer, sabrá distinguir y apreciar el paño. Se trata de un relato que exige el documental, más que la ficción o la metáfora, por sucesos de hace más de veinte años y que, al principio, solo estaban en la cabeza del presuntamente acosado (donde el ‘presunta’ es concesión de inocencia o culpabilidad, como suele exigirse en estos casos).

Todo empezó a agitarse en mi cabeza el 9 de julio. Hipólito G. Navarro en su Facebook hizo la siguiente pregunta “al dedo fácil del megusta” de sus cinco mil amistades: «¿Le parece a usted bonito que el propio autor deba hacerse con un buen puñado de ejemplares antes de una destrucción parcial de existencias en los almacenes de la editorial por acumulación de títulos?» La preguntita de Hipólito y el abierto reproche de ¿le parece bonito? me derivaron a reflexiones tangentes o paralelas:

Penúltimos percances : el libro de papel frente al teléfono móvil como economía o modo de vida,

Forma y función del megusta (en prensa)

El libro como voluntad y representación:

  • El libro como igualación con los clásicos.
  • El libro como mercancía relativa, pues si no queda satisfecho, NO le devolvemos su dinero.

El libro de librería ejemplifica el «tonto el que lo lea» puesto que, si usted no lo compra o no recibe alguna muestra gratuita para su degustación (lo hace Kindle: “descargar fragmento”), ¿cómo sabe usted si el libro le va a gustar o no? “Tonto el que lo lea” porque usted ya ha sido tonto, ya lo ha comprado, y ahora, a ver, qué hace usted con el dichoso libro.

enlace a Molinos o gigantes, publicaciones de [eLSoBReHiLaDo]

 

libros de papel: penúltimos percances.

Los últimos percances

2005. Hipólito G. Navarro publica Los últimos percances, relatos (Seix Barral, 2005), que incluye, sin aviso al consumidor, relatos de El aburrimiento, Lester (Anaya, 1996) y Los tigres albinos (Pre-Textos, 2000). De los 77 relatos anunciados en contraportada, solo 24 son inéditos, un 31,17 por cien, ni la tercera parte del libro. En términos de páginas hábiles (cuyo número sirve para tasar el libro), un 74,64% de páginas me estaban sobrando pero yo no lo sabía: ese truco en celofán del libro en librería. No recuerdo el precio por caja; sí, que pagué el cien por cien.

El aburrimiento, Lester
Lo que el autor no quiere ver: uno de los libros que insiste en vendernos dos veces.

2020. Quince años después, el 9 de julio 2020, Hipólito G. Navarro en su Facebook hace la siguiente pregunta al dedo fácil del megusta de sus cinco mil amigos: «Pregunta destinada al dedo fácil colectivo del me gusta de los 5.000 amigos de Facebook: ¿Le parece a usted bonito que el propio autor deba hacerse con un buen puñado de ejemplares antes de una destrucción parcial de existencias en los almacenes de la editorial por acumulación de títulos debida a la situación sobrevenida por la pandemia del Covid19? [Nota de eLTeNDeDeRo. Tres meses de Covid19 dentro de los 15 años de ejemplares en venta, no tienen nada que ver: todo menos reconocer el autor su fracaso ante Seix Barral por una edición demasiado numerosa o demasiado hinchada que, a falta de hinchas, no ha cumplido sus expectativas.] Una aclaración, vistas las primeras respuestas. La pregunta va dirigida no a la editorial, que se empeña lo suyo en publicar al autor, sino a los tantísimos me gusta que recibe el autor que no se traducen casi nunca en adquisiciones y lecturas. De esa perversión se trata ahora. Segunda aclaración, vistas las segundas respuestas, tan emocionantes hoy porque parecen verdaderas. La editorial sigue teniendo ejemplares, y puede servir a librerías. Pero no deja de doler por eso una destrucción parcial. Es como si le cortaran a uno un brazo, una pierna, ¿una nariz?»

De las respuestas, el oportunista que no falla para auto promocionarse: Jesús Barroso Torres: «Querido Poli: Me ha pasado igual con mi último libro de poesía, Contrapunto y fuga: he tenido que comprar algunos ejemplares antes de su destrucción por cierre de la editorial. Una pena.»

Y el que la clava y [eLTeNDeDeRo] suscribe: José Luis Trullo. «A usted le parece una perversión que yo le dé me gusta a un estado suyo que me ha gustado pero no compre su libro. A mí me parece una perversión que tras mi gusto espere usted una venta, ya ve.» Repetimos: Me parece una perversión que tras mi gusto espere usted una venta.


Casos que vienen a cuento para ver cómo está el patio.

Un coetáneo de Hipólito G. Navarro hace a un hijo suyo, nacido en 1991, fundador de un sello editorial. Menuda carrera le espera.

Autoeditores.com (el autor compra su propia edición): PuntoRojo, UnoEditorial, Autoediciones, Extravertida.es.

Extravertida.es incluso se permite burlas con lectores que querrían el libro en digital (y, presuntamente, gratis), no se lo pierdan:

Extravertida Editorial

Si a esto unen el lloriqueo del sector pequeñas librerías, de cierre inevitable como han cerrado salas de cine, el sector literatura retribuida está fatal. La Galaxia Gutenberg, antes de extinguirse, nos tocará las teclas y más. Hoy el libro de bolsillo es el móvil dispositivo o celular que llevamos en bolsos y bolsillos, que no podrán negar.

Gutenberes, déjenlo ya.

Y conste que a Hipólito lo sigo, lo compro, lo quiero y hasta lo imito, como él bien sabe.


La posdata la pone Hipólito G. Navarro, en respuesta a esta entrada al día siguiente:

«Esto es ‘ansí’, Daniel Lebrato. Si tienes la desgracia/suerte de escribir en julio de 1981 un cuento que desarrolla su peripecia en una bañera, Sucedáneo: pez volador, y cuarenta años después no se te ha ocurrido otro de ese cariz, habrá que seguir alimentando al pescaíto de la mejor manera que se pueda. Si de camino con todo eso damos cancha por igual a los amigos y a los desalmados a expresar sus cuitas, tanto mejor.«

Y termina con esta auto promoción:

»En cuestión de pequeñas editoriales, una que me gusta y me da alegría por el homenaje que en sus cubiertas hace de mi cuentecillo es esta: Pez Volador Colección. Buen día, muchacho.»

Buen día, Hipólito.


CONTINÚA en [eLSoBReHiLado]

Antonio Jiménez Casero, cuando un amigo se va.

En Antonio Jiménez Casero, algo se muere en el alma abrí, sin querer, hilos de conversación que habrá que responder. Un hilo va sobre la edición y, el otro, sobre el mundo de AJC.

Sobre la edición, tendríamos que distinguir entre editado por y editado en. editado por (complemento agente) sería el libro publicado a iniciativa de la editorial y, editado en (circunstancial de lugar), el libro publicado a iniciativa del autor-a, quien en principio compra a la editorial todos los ejemplares y confía en recuperar parte mediante actos de venta directa por presentación o promoción.

En un mundo de libre comercio y diversificado –donde la pequeña librería no es más que una alternativa en medio de otras– la edición en, pagada por adelantado por el propio autor, adopta el valor de lo que con palabro horrible se llama crowdfunding, digamos micromecenazgo o financiación colectiva. Nada que objetar. Nada que objetarle a Antonio ni a quienes se hicieron la foto con él y con su No vuelvas, Odiseo, libro en mano: es el cierre lógico de un ciclo. Si la cosa funciona, quién soy yo.

Lo chocante es la burla que Extravertida Editorial se permite sobre un tercer tipo de publicación (que es el mío y de quien conmigo va) que el establecimiento del libro teme y denuesta: la edición digital en html que una juventud, ya sin libros en casa, sin pecés ni impresora, va a poder leer por pantalla del teléfono móvil. Ese es el libro de bolsillo del que el sector del libro, culto él, no quiere ni oír hablar. De ahí, la gracieta de Extravertida Editorial: «Si deseas el ebook o libro electrónico de este libro [que había costado en caja 23 euros], envía una foto con tu nombre escrito o con tu sello ex-libris en la página 5, donde se sitúa el título, y envíanos esa foto a editorial@extravertida.es. Recibirás el ebook en varios formatos gratuitamente por correo electrónico.» [1]

La otra rama que al tronco sale de Antonio Jiménez Casero se refiere al gran tema de su vida: Penélope, la mujer que espera y como punto de vista. A mí, como maquinista de eLSoBReHiLaDo, me cupo el honor, y la trabajera, de haber editado la primera Penélope que AJC sacó al público. Fue en un SH por narrativa dedicado a la prosa de tres maestros del género: Juan Antonio Rodríguez Tous, Eliacer Cansino y Antonio Jiménez Casero.

Mis afanes por eLSoBReHiLaDo lo hice cuento o novela corta en Vocaciones, vacaciones, mismamente (2003), título que pedí prestado al número uno, Hipólito G. Navarro.

Mañana, más hilo y más rollo al carrete.

[1] También afecta a quien, en días de confinamiento, nos ha ofrecido el pdf gratis de tal o cual libro suyo, por supuesto por privado. El pdf (antes facsímil) hoy queda para el lenguaje notarial pero en pantalla se lee fatal –si es que se lee– y en papel, vuelta a lo mismo, requiere impresora, tóner o cartuchos de tinta, además del papel, claro.


cantar y contar (con Salvador Compán).

El-hoy-es-malo-pero-el-mañana-es-mío

(Artículo de Alejandro Luque, pinchando aquí.)

(Salvador Compán entrevistado por Jesús Vigorra en Canal Sur, pinchando aquí.)


cantar y contar. Por alguna razón ‑bastante obvia‑, la poesía es género de adolescencia y juventud, y la prosa se alcanza con los años. Es lo que vimos en Antonio Machado. El mito está en morir joven quien los dioses aman dejando una obra única. O la chulería de Arthur Rimbaud, quien abandonó la literatura a los 19 años. Entre mis amigos, el camino verso prosa, de poetas novelistas, lo han andado Juan Cobos Wilkins (1957), J.J. Díaz Trillo (1958) o Manuel Moya (1960). A su lado tengo quien no se movió de la prosa, novelistas o cuentistas, como José María Conget (1948), Salvador Compán (1949), Juan Villa (1954) o Hipólito G. Navarro (1961). Mi conclusión provisional es: aunque el poeta se vista de novelista o dramaturgo, poeta se queda, lo cual no es ni un mérito ni un demérito, sino una marca de agua. Y entiendo cuando se habla de narradores de raza. Véanlo, si no, en la última novela de Salvador Compán, El hoy es malo, pero el mañana es mío, que vivamente les recomiendo. Con novelas así, diga usted ahora que la novela está muerta.

Salvador Compán

(Artículo de Alejandro Luque, pinchando aquí.)

(Entrevistado por Jesús Vigorra en Canal Sur, pinchando aquí.)

El aburrimiento, Lester

Hipólito G. Navarro

(Hipólito G. Navarro)

EL ABURRIMIENTO, LESTER
–maneras de pensar 2–
Cataluña, Filosofía y Podemos

El tema Cataluña cansa. Desprestigiar un asunto por agotamiento es una táctica estudiada. Entre las dudas de la gente y la impericia del pensamiento tópico, quien pierde es lo nuevo, el cambio, y quien sale ganando es siempre lo establecido. Desde junio de 2010, que el Constitucional echó para atrás el proyecto soberanista catalán, son más de 5 años que a Cataluña se le niega el derecho a decidir. Cinco años cansan. La reacción del pensamiento simple, a nivel de calle, es la deseada: sin haberse dado la experiencia soberanista, el anticatalanismo sube en las encuestas, en las tertulias y en los bares. Esto recuerda el enorme anticomunismo ambiental que dejó el comunismo en el siglo 20, comunismo que tampoco se llegó a dar en ninguna parte porque no se le dejó.

La cuestión catalana es una cuestión de titularidad y definición: si Cataluña es o no una nación y de quién depende administrativa y políticamente: si de Madrid o de sí misma. Quien en ese debate introduce factores como la corrupción (de los Pujol, de Convergencia) o la deuda histórica de Cataluña con Andalucía o Extremadura provocada por los desequilibrios territoriales, debiera razonar como en matemáticas y descartar factores comunes a un lado y otro de la ecuación: corrupción y desequilibrios pertenecen al campo capitalismo y clase política, y no deben mezclarse, sino anularse en el debate. De hecho, corrupción y desequilibrio se dan en y entre Andalucía y Navarra, Extremadura y País Vasco, Gibraltar y La Línea, Ceuta y Tánger o Tetuán.

Se entiende que si alguna disciplina o asignatura nos enseñara desde chicos a pensar, los dardos de nuestros pensamientos irían dirigidos al punto del que se habla, no a lo que nos dicen unos y otros que tendríamos que pensar. El profesorado de filosofía se queja de la suerte de su asignatura, en vías de extinción. A bote pronto, uno se pregunta: si se pierden horas de filosofía, ¿quién va a enseñar a la gente a pensar? En la respuesta, el profesorado de filosofía no sale muy bien parado. En el fondo, todos sabemos que muy pocos son los profesores o profesoras que nos enseñan a pensar (pensar la historia, pensar la lengua, pensar pensar) y, muchos, los que nos enseñan a obedecer. Para lo cual, vamos con Sócrates, con Platón, con Aristóteles, panda de ilustres reaccionarios elevados por el sistema a los altares de la memez y de la democracia.

Que se conserven y respeten los derechos adquiridos por el profesorado no nos obliga a conservar ni a respetar el cuerpo de doctrina que se transmite en su asignatura. Vaya desapareciendo en buena hora. Y conste que yo, profesor de lengua, voy detrás, y le tocará el turno a mi asignatura concebida como un arma de poder y de distinción de la clase alta sobre la baja a través del vulgarismo y de la ortografía. Cuando es un hecho que la gente ni sabe hablar ni sabe pensar, lingüísticos y filósofos ya podríamos planteárnoslo en serio y dejar de caer en el tópico de que sin nosotros no habría lengua o no habría ideas. Y conste también que soy firmante de la petición en Change Org y doy el enlace para que, quien quiera, lo firme.

La última perversión de las ideas es que alguien aplauda el fichaje del tal general para ministro de Defensa de Podemos. Pablo Iglesias, ¿no sería mucho mejor y más económico (no digo más progresista) meter en programa el Cuerpo Único de Seguridad del Estado (CUS), por cierto, algo pedido por los sindicatos de la Guardia Civil desde hace años, Guardia Civil que, a su vez, nadie sabe, la mayoría de las veces, en qué se diferencia de la Policía Nacional? Y a ustedes, ¿no les parece que quien entra en política debería quedar en excedencia y renunciar a la paga del Estado para ponerse en nómina del partido que lo ficha? ¿No hay algo perverso en que del Presupuesto del Estado se siga pagando el sueldo a quien ya no trabaja para todos sino para un partido particular? No tiene nada que ver pero, por eso mismo, eLTeNDeDeRo recomienda la lectura de Hipólito G. Navarro, El aburrimiento, Lester. El aburrimiento, gente.

Ni cultos ni demócratas, 5 del 11 2015

Foto: PáginaDeEspuma.com