HOY ES EL DÍA DE LOS ENAMORADOS
Quienes abominan de San Valentín tienen hoy su día perfecto para vindicarse o reivindicarse, que de las dos maneras se puede decir para decir lo mismo: hoy es el día de los enamorados. Pasando olímpicamente de lo que diga la Iglesia y su leyenda en torno a un obispo Valentín del siglo 3, ejecutado un 14 de febrero, famoso y venerado por casamentero, y pasando de El Corte Inglés, que adaptó la fiesta en los 80 con objetivos obvios (el grande de los grandes llegó a proponer un Día del Niño, del Estudiante, de los Abuelos, e intentará colarnos el Día del Perro) y pasando de la importación ‑otra más‑ de una fecha anglosajona; pasando de todo eso, el refranero y el santoral nos avisan que hoy, 3 de febrero, es San Blas y, por San Blas, las cigüeñas verás. O sea: que los días se notan más largos y el tiempo, mejorcito, como para que regresen del África, a donde fueron a pasar lo peor del frío y del invierno, esas aves migratorias reinas de las torres y de los campanarios y portadoras a los nueve meses de los frutos del amor, que también los traen las cigüeñas. Porque, antes de ser amor, el amor es sexo y la sexualidad se apunta a la primavera que la sangre altera. Y perdonen ustedes esta antropología de andar por casa. Decía Friedrich Dürrenmatt (1921‑90) que es triste tener que luchar por lo que es evidente. Pues eso, a arreglarse, a ponerse guapos y a buscar sus amores, quien no los tenga, y, sobre todo, a cuidar sus amores, quien los tenga. Feliz día de los enamorados.
Otro día hablamos de cómo las fiestas que van con el Sol esperan tres días, les dan tres días de plazo al Sol, para que el Sol confirme sus monerías y sus resultados. Los solsticios, días 21, se señalan en el santoral tres días más tarde: 24 de diciembre, Navidad, y 24 de junio, San Juan. Quizá por eso, también, lo de al tercer día resucitó, como en el un, dos, tres de los cuentos populares, donde, a la tercera, va la vencida, lo que divide a la cristiandad entre quienes, desde el viernes santo, cuentan tercer día inclusive, y lo hacen resucitar en domingo, y quienes cuentan exclusive, y se van al lunes de pascua. Rocío conozco que todavía duda si los cincuenta días del Pentecostés de su nombre vencen en domingo o en lunes, día que manda en la Aldea. Para lo que hablábamos, que eran las primeras señales de la primavera, lo que importa es “a principios de febrero”. Un fraile debió mirar el santoral y, de entre las fechas disponibles, le debió parecer la de san Blas la más adecuada. El 2 estaba ocupado por la fiesta de la Candelaria en recuerdo de haber salido María de la cuarentena y acudido al templo donde ofrecer su hijo y cumplir con el rito de su purificación. San Blas, pues. Y a la primera señal de la primavera, que era la vuelta de las cigüeñas, que estarían de vuelta mucho antes, le pusieron San Blas. Y el cronista local, puesto en poeta, lo expresó en refrán. Hoy, como todo el mundo sabe, esto no es más que un relato mitológico porque, desde el cambio climático, las cigüeñas no es que no vuelvan: es que las joías ni se van.
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