Visto el estado de las cosas y por donde va el mundo, cada vez oiréis hablar más de la ilustración oscura o movimiento neorreaccionario, más simplemente neorreacción (abreviado NRx por sus defensores), que es un movimiento de extrema derecha, antidemocrático, reaccionario y tradicionalista que se considera a sí mismo como la antítesis de la Ilustración. En general, rechaza el igualitarismo y la opinión de que la historia muestra un progreso inevitable hacia una mayor libertad e iluminación, por lo que es en parte una reacción contra la historiografía liberal y marxista. El movimiento favorece el retorno a construcciones sociales y formas monárquicas de gobierno propias del Antiguo Régimen (como el cameralismo) y la Edad Media (como el feudalismo). Sus defensores en general también apoyan puntos de vista socialmente conservadores sobre temas como los roles de género, las relaciones raciales y la migración.

Primer corte. La caída del imperio ni está reconocida por el imperio Trump ni está dicha por Trump. Es el lenguaje de crítico o redactor periodista o profesor. Tiempo atrás vimos caer imperios que caerían (el de la Urss fue el más notorio) sin que el lenguaje imperial pareciese reconocerlo. Vimos así caer al Imperio Romano y al Sacro Imperio Romano sin que al parecer lo pareciera. Es la falacia de la Historia, que pasa al Periodismo y al lenguaje de la Política. Trump se escenifica como republicano tanto como Biden o Kamala Harris tienen de verdad de demócratas o progresistas.

Segundo corte. Basta comparar los lenguajes de Trump en relación a Groenlandia o al Canal de Panamá. Ese lenguaje no está muerto y sigue vivo por vías militares y otánicas. Ahí está el reto o el desafío para la supuesta Europa democrática (Onu, Otan, Zelenski). Seguir o no seguir el cuento de todos contra Rusia o todos contra China etcétera o plantar de una vez el ¡Otan no, Bases fuera! y mandar a Estados Unidos a ocupar el sitio que realmente le corresponde donde habíamos dicho que “todo es economía”.