/ En respuesta a @Eva_Cami_Setas y @CasviFactory /
Del lastre descargado por Navidad o Pascua 2023 (pendiente lo que diga el año nuevochino o islámico o judío), dos deserciones públicas: Vargas Llosa, de Isabel Preysler, y Benedicto 16, de la vida.
Vargas Llosa distinguió entre el querer con el corazón o con la pichula (palabra no menos vulgar que nabo, carajo, falo o pene, y que utilizó en Los cachorros, relato o novela corta publicada por Lumen en 1967: “Todavía llevaban pantalón corto ese año, aún no fumábamos”). Así que menos escándalo por el nombre del sexo que el varón acarrea (Vargas Llosa: “Fue un enamoramiento de la pichula, no del corazón. De esa pichula que ya no me sirve para nada, salvo para hacer pipí”): pichula admitido por la Academia por la parte Chile y Perú del diccionario. Vargas Llosa reconoce su impotencia bajo el sexismo. ¿De qué modo me too lo hubiera o hubiese expresado la infame turba de nocturnas aves que se rasgan las escrituras en red?
En cuanto a Benedicto 16, cuenta diario Público: Joseph Ratzinger (quien juró lealtad a Adolf Hitler a los 16 años cuando se unió al ejército nazi; acabó desertando y nunca perteneció a las juventudes hitlerianas) anunció su marcha el 11 de febrero de 2013 como el primer papa que afrontó los abusos sexuales en la Iglesia:
—Una vez más solo puedo expresar a todas las víctimas de abusos sexuales mi profunda vergüenza, mi gran dolor y mi sincera petición de perdón ‑se desahogaba Ratzinger en una carta a principios de 2022.
Un informe señalaba que el papa emérito estaba al tanto de cuatro casos de curas pederastas en sus tiempos como arzobispo de Múnich (1977 82) y que estos, como muchos otros, solo fueron trasladados a otras diócesis. El texto documenta casos entre 1945 y 2019, un relato del horror del que responsabilizan a altas esferas eclesiásticas por no haber actuado en consecuencia o, incluso, haberlos encubierto. La reacción de Benedicto 16 ha sido poco creíble sin ningún interés por actuar contra ellos. B‑16 negó la acusación y recordó sus encuentros con víctimas de abusos durante sus viajes por el mundo. Joseph Ratzinger, arzobispo de Múnich-Freising, sabía de un capellán que había cometido abusos, pero aun así aprobó su traslado y no informó del caso al Vaticano. El sacerdote fue condenado en 1986 a 18 meses de cárcel, hecho que llevó a los responsables a trasladarle de nuevo.