Plaza de San Román, Sevilla, 1992, Madrugada de Viernes Santo, la Madrugá. A la salida del paso del Cristo (pasocristo) de Los Gitanos, la Agrupación Musical Nuestro Padre de la Salud, banda de la hermandad, interpreta un arreglo cofrade o cofradiero, que de las dos formas se usa decir, de «La saeta», canción de Joan Manuel Serrat, para marcha procesional. La saeta como marcha no tiene letra pero la tiene: el poema que Antonio Machado debió de escribir estando en Baeza por 1913, poema que montó a su vez sobre una saeta popular y anónima a comienzos del siglo 20 dirigida al pueblo cristiano, la fe de sus mayores.
¡Oh, la saeta, el cantar/ al Cristo de los gitanos,/ siempre con sangre en las manos,/ siempre por desenclavar!/ ¡Cantar del pueblo andaluz,/ que todas las primaveras/ anda pidiendo escaleras/ para subir a la cruz!/ ¡Cantar de la tierra mía,/ que echa flores/ al Jesús de la agonía,/ y es la fe de mis mayores!/ ¡Oh, no eres tú mi cantar!/ ¡No puedo cantar, ni quiero/ a ese Jesús del madero,/ sino al que anduvo en el mar!
La saeta de Serrat había salido en disco en 1969 y ocupaba el sexto corte o pista (track) del álbum «Homenaje a Antonio Machado» lanzado por Zafiro Novola, sello de Serrat, Marisol, Massiel y tantos más. La música era del propio Joan Manuel Serrat y los arreglos, de Ricardo Miralles, graduados y en creciendo desde el recitado inicial y los tambores sordos del principio hasta la apoteosis del pachín pachín final. Antonio Machado y Ruiz pensó en el Cristo simbólico que necesitaban su poema y el creyente, no en la iconografía concreta de un desfile o paso, que le traían sin cuidado.
La casa convida a dos citas. Una es de Cortázar y dice «no se baja vivo de una cruz». La otra es de Borges. «La gloria es una incomprensión, y quizá la peor».
—Metafísico estáis. —Es que ahora como.
