CUADERNO DE BITÁCORA

para pintar la poesía
con el pincel de la pintura
(Rafael Alberti)

Llega un náufrago a la Casa de las Columnas. El edificio fue sede de la Universidad de Mareantes. Con dos fachadas. A la Virgen de la Victoria, ya en la iglesia de Santa Ana, y a Sanlúcar de Barrameda, calle Betis, mirando al río. Supongamos que somos los dieciocho.

Uno fue admitido a bordo como supernumerario, puesto destinado a jóvenes de familia noble en busca de aventuras, destinado a la nao Trinidad, capitaneada por Magallanes, a quien sirvió como lenguaraz y cartógrafo, dice la Wiki.

Qué vuelta al mundo escribiría. Qué vuelta al mundo, ahora, hoy, en presente sin que medren la Casa Real, la Armada, ni el Juan Sebastián Elcano buque escuela. Qué poema como Alberti a la pintura. Qué ficciones como Borges como Pierre Menard autor del Quijote, primus circumdedisti me. Habría que poner derecho el mundo. Tal vez, las bellas artes.

Mis amigos me invitan que me embarque Daniel Lebrato a hacer de Antonio Lombardo Pigafetta, natural de Bizancio en Lombardía, a dar con su gente la vuelta al mundo de la pintura en lienzos, óleos y acuarelas: témpera o temple, grabados sobre madera o tabla, lino encolado, acrílicos, collages sobre papel o técnica mixta. Se admiten fotos.

Una pintura que no manche el cielo ni la memoria. Una pintura que no aumente el disparate. Desde Colón hasta Magallanes. Y desde Elcano al hombre que puso el pie en la Luna. Nunca fuimos ese hombre. Nunca hicimos un primer viaje. La ruta de las especies. El tratado de Tordesillas.

Ante estos ojos, dios y artista se confunden, pues a ninguno de los dos le cabe la gloria en la cabeza ni otro destino que imaginar el paraíso.

A la pintura, entonces.