
A CONTRAMANO
A contramano, contramano, contra mano, suena a llevar la contraria, a ser alguien anti algo. Esa percepción de ir contra la corriente se debe al peso del vehículo automóvil no solo en el tráfico y en las señales y lenguajes del tráfico, sino en nuestro modo de razonar y en nuestras vidas.

Ciudades donde las bicicletas circulan por la calzada contemplan para las bicis itinerarios específicos, distintos de los vehículos automóviles, que siguen su propia reglamentación. En la confluencia de las ordenanzas del tráfico de bicicletas con el tráfico de coches puede parecer que uno de los dos va en contramano o a contramano, pero es solo una percepción, una apariencia fruto de compartir los dos vehículos el uso de las mismas calzadas.

Un debate interesante para la bicicleta, como vehículo lento y perdedor en caso de accidente, es si le interesa circular por la izquierda (igual que viandantes o peatones) mirando siempre de frente al poderoso y temible vehículo automóvil que si viniera por detrás se le podría echar encima. Si esa lógica se impusiera, las bicicletas, también por carretera, circularían siempre a contramano. Pero esa contramano seguiría siendo un punto de vista cochecentrista.

