yo el supremo.

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De lejanas cortes y extrañas embajadas
llegaban hasta el juez queriendo conocerlo
pues eran fama sus sentencias, todas
de original y copia, de imputación y de orden
de extradición, de calabozo o cárcel.
Aquel buen juez había patentado
la democracia perpetua, la cámara de más,
el banquillo eléctrico y la constitución letal.


[LA CORTE DEL REY BOBO]


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