por una pestaña

ojos para una imagen, miradas para una cara

(a propósito de la Macarena)


Preguntando a Google {{por una pestaña}}, Google IA responde 345.000 resultados.
Preguntando {{por unas pestañas (en plural) + esperanza macarena}} los resultados, pocos pero sabios, dan 363, empezando por El País, La Razón y Abc, hasta La Verdad, La Vanguardia o Diario de Sevilla, y eLTeNDeDeRo.

«Por una pestaña» envía al tango «Por una cabeza», letra de Alfredo Le Pera y música y voz de Carlos Gardel, para la película Tango Bar de 1935. En jerga hípica de Río de la Plata, “por una cabeza” expresa una diferencia mínima en meta entre caballos de carreras, suficiente para ganar una apuesta. En relación al dicho y al tango, «por una pestaña» titula la que se ha montado en círculos mediáticos o polemistas por una Macarena que era o no era la que era o la que fue. «Por una cabeza» para Tango Bar dio un policial romántico entre un apostador (Carlos Gardel) que abre un tango bar en Barcelona (Gardel era del Barça) y una ladrona de joyas (Rosita Moreno), que resulta chantajeada. Gardel y Le Pera morirían, meses después de la película, en accidente de un avión que no acertó a despegar del aeropuerto de Medellín, el 24 de junio de 1935, hace ahora 90 años.

Carlos Gardel grabó en disco «Por una cabeza» para RCA·Víctor en marzo de 1935 y la cantó en la película Tango Bar hasta en dos ocasiones, con John Rainhardt, director, y Le Pera, libretista, su última película, tras «El día que me quieras». «Por una cabeza» suena después de todo en bandas sonoras de películas como Delicatessen (1991), La lista de Schindler (1993) o Perfume de mujer (1992), donde el coronel Frank Slade Al Pacino se baila un tango impresionante con la joven Donna Gabrielle Anwar.

Bríndense un tango con el instinto de Al Pacino, y otro día, el día que me quieras, hablamos de lo que va de por una cabeza, a por una pestaña o a por unas pestañas.


por unas pestañas


algo que circula
entre Andy Warhol y Marilyn Monroe

Andy Warhol: Díptico de Marilyn (1962)



Para leer en teléfonos móviles, pantallas de once pulgadas, sírvanse ver en horizontal imágenes o ilustraciones y sigan la prosa en vertical tal como nos acostumbran las imbatibles columnas periodísticas.


Luz de Guía.

Antes de entrar en carrera, tengo que darles dos noticias, una buena y otra mala, como en los viejos chistes.

Lo malo es lo que me ha costado encontrar fuentes de autoridad para la léxico semántica de lo que hablamos: pátina, mascarilla, rostrillo o lágrima o pestaña de dolorosa tiran de Google IA hacia la cosmética de salón.

Se ve que el arte imaginero custodia sus Termópilas, como todas las artes, y queda mudo en bibliotecas de facultad o salida profesional tipo efepé. Lo que si ha dado algún resultado, han sido tesis o trabajos doctorales, pese a que especialidad de doctorandos tampoco ha sido publicarse en internet, ese patio de Monipodio. Hago excepción con Alberto Hinojosa Monedero, por su tesis sobre Juan Manuel Miñarro López y los estudios de escultura en la Escuela Superior de Bellas Artes de Sevilla.

Lo segundo y lo bueno es lo bien que me han tratado páginas de restauración y merca de segunda (pasen y vean: aquí se vende todo) que me han enseñado detalles de lujo y de gruesa estampa, glosario en fin para gobernar este artilugio.


Prólogo al clásico Trianera / Macarena.

Basta igualar, si fuera posible, la Esperanza de Castillo Lastrucci o de Álvarez Duarte, con la que sigue siendo la Esperanza Macarena. Hay que envidiar a Triana las pasiones que levanta, semejantes al Rayo Vallecano o al Betis manque pierda. Pero, aparte hinchada, no hay nada que comparar entre las fases de una y otra imagen.
Vean cuántas Trianeras han sido, hasta ser una, la Esperanza de Triana.
Conectamos:


seis Trianeras en Abc


El Correo de Andalucía 


ojos para una imagen, miradas para una cara


por unas pestañas



Mi punto de partida, que es llegada, sobre la Macarena, sería el de ustedes:

Ningún país del mundo o ningún coleccionista consentiría el mínimo cambio en su tesoro, dicho también bien cultural o patrimonio. Nadie se ríe de la risa de la Mona Lisa ni de las pestañas de La joven de la perla. Nadie permitiría la alteración de una perla cualquiera de sus collares.

La buena gente que dio en reírse de la Macarena, simplemente es insensible con un viejo icono que procede de 1680, un siglo antes de abrirse al mundo el museo del Louvre, tras la Revolución haber puesto al público colecciones reales o a nobles y a iglesias confiscadas. 1793.

¿Qué falta o qué sobra a la Macarena para ser tratada igual que sus colegas de galería, como La joven de la perla, de Johannes Vermeer, 1667, Las meninas, de Velázquez, 1656, o la Santa Teresa, de Bernini, 1652?

Por 1680, Bartolomé Esteban Murillo pintaba en paralelo a las manos que imaginaban una Virgen de la Esperanza para un hospital, de las Cinco Llagas, en la Macarena de arrabal. (Hospitales y cementerios extramuros, lo explica Bécquer en La Venta de los gatos, 1854.)

A la Virgen de la Esperanza Macarena sí la esperaban, desde el siglo 13 con la Virgen de los Reyes, primera de vestir en candelero, María Santísima de la Soledad, de San Lorenzo, siglo 16, la Virgen del Rosario, de Montesión, la Virgen de Montserrat, la Virgen del Socorro, del Amor, la Virgen de la Victoria, la Virgen del Mayor Dolor, de la Carretería, las Vírgenes de la Encarnación, de San Benito, del Valle o de la Estrella.

Lo que ha sobrado al pelotón de risas a chorro ¡por unas pestañas!, ¡qué escándalo!, ha sido la religión de la banda del copyright ©: la que sienten cultos por derechos de autor en versión original. Esa que le ha faltado al ñoño catolicismo español, como andaluz, por unas pestañas que podrían ser así o así. Y no, mire usted, no podrían ser más que las que han sido, según nos dicen la inteligencia artificial, la perspicacia natural, el gato con botas de Andy Warhol o el club de fans de Marilyn (como si fuese la Barbie: qué más dará en un mundo al yomismo consagrado).

Y lo que ha sobrado también a la imagen Macarena, ha sido la propiedad de cofrades patosos y el lío que se han hecho con su propio lenguaje. En una sociedad de extras dobles y doblajes, en un mundo © o (™) de impresoras 3d, en una ciudad donde no se distingue el Giraldillo original del Giraldillo copia, bueno estaría que no se pudiera fijar (y abaratar) la mejor y única imagen de la Macarena, puesta de cara o de bulto redondo.

Antes de entrar en cuestiones, piérdase en la Madrugá por unas pestañas, por una cabeza del viejo tango.





La imaginería es especialidad de escultura religiosa con fin litúrgico o procesional. Lo más habitual es la talla en madera policromada, a veces mediante vestidos y ropajes auténticos, como cabellos postizos, etcétera. Es menos frecuente el barro cocido, la escayola o la pasta de papel.

La escultura es facultad de talla y cincel, fundido o vaciado. Giorgio Vasari (1511·74), primer historiador del arte (1550), prologa a la escultura, como arte tridimensional y de diseño de bulto redondo: El escultor saca la forma del interior, de su mente. Mientras que el imaginero requiere la pintura y otras artes como habilidades para agregar ojos y lágrimas o pestañas y dientes, además de manejar la simple carpintería. La imaginería de dolorosas tiene algo de predicción de artes escénicas con su atrezo para utilería o vestuario.

Tau Restauración nos ofrece imágenes de una virgen dolorosa por las diferentes capas de ropa que es necesario quitar antes de llegar al soporte.

16/03/2008. El Correo [vasco], con Solange Vázquez al teclado: «Un bordador profesional venido de Cádiz ha ataviado a la Virgen de la Caridad, que hoy recorre Bilbao, y desvela cómo vestir imágenes de Semana Santa».

Alfileres por aquí, alfileres por allá, tejidos ajustados al milímetro. Preparar una procesión y vestir a una imagen tiene similitudes de alta costura. Hay un creador que se encarga de que las prendas queden perfectas para suscitar la admiración de los espectadores. Y hoy, Domingo de Ramos, es uno de esos días. Nuestra Virgen de la Caridad sale esta tarde ataviada al estilo de la Esperanza de Triana. Jaime Zaragoza ha hecho un viaje relámpago hasta la villa y ha estado más de tres horas vistiendo a la imagen y transmitiendo a dos hermanas para que puedan ataviarla a partir de ahora. Para ese ritual, de indudable vertiente didáctica, todos tres tuvieron que encerrarse a la hora de comer: «A nadie cabe en la cabeza que esta labor se lleve a cabo delante de los fieles, hay que aprovechar a una hora que no haya gente, para hacerlo a puerta cerrada», explica Jaime. Lo que ocurre en la intimidad donde se arregla una Virgen es un misterio. El maestro comprende la curiosidad que reviste la operación y, con toda solemnidad, la explica como quien transfiere un secreto, pero sin entrar en detalles que puedan desilusionar. Una Virgen siempre lleva puestas unas enaguas blancas y un camisón enterizo; es decir, que nunca aparece despojada de ropa. Pero, en otro caso, no escandalizaría a nadie. Las vírgenes de candelero tienen cara y manos y brazos articulados, pero el cuerpo está compuesto por un armazón de madera. Una vez la imagen queda a solas con el vestidor y sus ayudantes (nombrados como don y doña prioste o camarero o mayordomo), empieza la tarea de bajarla a un lugar cómodo donde ir colocando las prendas. No pesan demasiado y las ropas son abiertas por la espalda. En vestir vírgenes, como en todo, hay innovadores, aunque parezca un terreno poco proclive, porque a nadie se le escapa que una mujer pobre de Judea de hace dos mil años no podía ir ataviada con brocados y filigranas. A Jaime Zaragoza, bordador, vestidor de altísima costura sacrosanta, lo de quedarse para vestir santos le suena a gloria.





El bulto redondo de la Esperanza Macarena está fechada en torno a 1680, de autor anónimo, atribuida al taller de Pedro Roldán o a su hija la Roldana. De ahí al paso en procesión (de la Macarena y de todos los pasos de su género), corre un sinfín de artistas o artesanos y de currantes, a partir de «los que limpian la plata», último grado de noveles voluntaristas. De la imagen al paso, se involucran orfebrería, carpintería, talla o fundición, bordado y confección, diseño y montaje, cerería, floristería, iluminación. Y en procesión participan el de las velas, el del incienso, el del agua, los costaleros, y así hasta el bombo que cierra la banda en procesión.

Para la cara y el paso, en toda esa legión manda todavía Juan Manuel Rodríguez Ojeda (1853·1930), original diseñador y bordador que tuvo la Semana Santa de Sevilla (SSS) en la cabeza desde 1870, cuando llegó a la Hermandad, y que acabó revolucionando la estética de la Macarena y de la SS de Sevilla. Como pesarán todavía los vestidores hermanos Garduño, Antonio y José o Pepe Garduño, entre 1957 y 2014.

El poderoso influjo de la Macarena con Rodríguez Ojeda y hermanos Garduño se expande desde su epicentro en San Gil o Basílica (inaugurada en 1949) hasta barrios como el Tardón o el Tiro de Línea, pasando por tramos de corte clásico como la Amargura, el Calvario o la Estrella. Todo iba a dar rumbo y proa a Triana. También hacia la Esperanza Marinera, empeñada en ser o no ser menos que la Esperanza de Sevilla, la Esperanza Macarena. Y lo «de Sevilla» no es parcialidad. Recuerden el espejito espejito que vimos antes de todo.

Penitentes de Santa Genoveva, Tiro de Línea, sobre Juan Manuel Rodríguez Ojeda, busto junto al Arco de la Macarena. 

La Macarena aparece representada con cinco esmeraldas engarzadas en forma de rosas, denominadas mariquillas, que le traspasan el pecho, regalo del torero sevillano Joselito el Gallo, y que simbolizan los siete puñales que acostumbran a llevar las dolorosas clavados en el pecho (en alusión a los Siete Dolores padecidos por la Virgen María); recorren sus pómulos cinco lágrimas de cristal (por las Cinco Angustias padecidas por la Virgen). Sus manos se encuentran abiertas, con dedos torneados y palmas extendidas portando un manípulo en la mano derecha y un rosario en la izquierda. Luce en el pecho la medalla de oro de la ciudad de Sevilla, que le fue impuesta en 1971.


Por qué tanto revuelo con la restauración de la Macarena. Por Marina Prats, HuffPost, 28/06/2025.

Sigo sin ver su mirada, disculpad, pero no veo su mirada, la de ahora está más apagada.


Desde el lunes 16 de junio al sábado 21, cuando volvió con su nuevo aspecto, su mirada y otros detalles del rostro, con pestañas de mayor tamaño, difería de la Macarena según los fieles, al parecer la tez más clara y perdiendo la zona oscurecida de sus ojos y sus mejillas. Tal fue el revuelo que provocaron tanto las instantáneas compartidas por la Hermandad como las visitas de los fieles in situ, que incluso ese mismo sábado fue retirada del culto para modificar las pestañas. [Abc: tras la celebración de una boda y entremedio la sabatina, el templo (y atrio y plaza) estaba lleno de hermanos, mientras una coral interpretaba música religiosa.] La Macarena no acabó de convencer. La Hermandad pidió disculpas y el sábado por la noche se realizaron otros retoques en cara y mirada, sin reponer el tiznado, que se limpió tras la restauración. El lunes 23, multitud de hermanos acudieron a las puertas de la Basílica solicitando una Junta extraordinaria. De madrugada casi ya el martes, la Junta de Gobierno emitió una nota de prensa que volvía a pedir perdón e informaba que mayordomo y prioste habían dimitido. La Junta de Gobierno también ha aprobado que sea el Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico (Iaph) quien supervise futuras actuaciones.

¿Habría pasado esto si no hubiera sido la Esperanza Macarena? Probablemente no. Ya lo cantaban Amigos de Ginés por sevillanas: “Y se te encienden las venas, al pasar la Macarena, y por fuerza hay que decir y es que en Sevilla señores, hay que morir”. Es difícil pasear por la capital hispalense sin toparse en tiendas o fachadas con azulejo o altar cerámico macareno, o con la venta de alguna otra iconología. Se ve también en las más de mil mujeres llamadas Esperanza Macarena que hay en Sevilla.

Las leyendas de la Macarena empiezan con su nombre. El barrio de la Macarena tomó su nombre de un viejo santo, San Macario, anacoreta martirizado en esta ciudad a finales del siglo tres.

Santo sobre santa, en 1595 se fundó una hermandad de gloria en el convento de San Basilio. Los monjes invitaron a los hermanos a que la Virgen a la que daban culto llevara por advocación de la Esperanza. Sin embargo, ya fuera la primitiva o la actual imagen, el pueblo la bautizó con el nombre del barrio. Así hasta que en el siglo veinte la corporación decidiera añadirle el apellido Esperanza Macarena. El nombre Macarena fue reconocido oficialmente en 1964.

Leyenda es también, pero de leer y de antiguos topónimos, que la puerta norte de la muralla de Isbiliya la musulmana llevara por nombre Bab al Makrin. Como que el Hércules de la Alameda, fundador de Sevilla, tuviese una hija llamada Macarisuena, a la que el latín simplificó como Macaria. O que hubiese un patricio llamado Macarius, con una villa que acabaría fijando la etimología del barrio. El término se castellanizó añadiéndole el sufijo -ena como otros topónimos (Aracena, Chucena, Mairena, Gerena o Marchena) y de Macario pasó a Macarena.

Otra leyenda paleocristiana está relacionada con una santa muy venerada por los basilios de San Basilio: Santa Macrina. La Hermandad de la Esperanza se creó en 1595 en el convento de San Basilio de la calle Relator, fundado dos años antes por un comerciante griego llamado Nicolao Triarchi, quien importó a Santa Macrina desde su Iglesia Oriental. La Hermandad de la Esperanza dejó el convento en 1653. En 1868, el monasterio se cerró y al poco tiempo la escultura de Santa Macrina llegó a San Gil, pudiendo unir ambas imágenes sus caminos. La imagen de Santa Macrina fue destruida en 1936, pero perdura en fotografías del Laboratorio de Arte de la Universidad de Sevilla. Hela aquí por gentileza del diario Abc:

Los historiadores ven rasgos similares entre ambas imágenes. Unos ven la mano de Roldán o de su discípulo Cristóbal Pérez. La reciente atribución a Juan de Mesa tampoco iría desencaminada si se tienen en cuenta las fechas. El escultor que transformó a la Macarena de una Virgen de gloria a una dolorosa pudo ser el mismo que el de Santa Macrina.

La leyenda de origen más conocida sobre la Macarena, relata que su cara llegó a Sevilla en la maleta de un viajante mercader italiano que enfermó y falleció en el Hospital de las Cinco Llagas, actual sede del Parlamento de Andalucía. Al abrir el equipaje del difunto, encontraron la imagen de una Virgen, que posteriormente se convertiría en la Esperanza Macarena.

De la leyenda del vaso, cuentan que tuvo lugar el Viernes Santo de 1892, que fue 15 de abril. Un hombre, en evidente estado de embriaguez, viendo el discurrir de la Macarena, dando constantes vítores y con un vaso de vino en la mano, lo arrojó al paso hasta dar en la mejilla izquierda de la Virgen, lo que provocó un tumultoso escándalo público contra el demonio y hereje, aunque el asunto no llegó a mayores. Al año siguiente, un nazareno penitente hizo estación detrás de la Macarena, descalzo y con grilletes y cadenas. Era el hombre que lanzó el vaso como quien lanza sombrero o gorra, como almohadilla, al albero o al torero en la Maestranza.

Ante la Segunda República, el sacristán de San Gil trasladó a la Macarena, vestida de paisana, hasta su casa y la acostó en su cama. Por la noche, la trasladó al cementerio de San Fernando y la depositó en la sepultura de Joselito el Gallo, fingiendo ser un marmolista, sin que nadie, salvo Ignacio Sánchez Mejías, cuñado de Joselito, supiera la verdad de aquella trama.

Llegado el franquismo, una última leyenda negra salpicó a la Casa Hermandad levantada junto a la Basílica, de 1941 a 1949, por unos hechos que en realidad ocurrieron en la Semana Sangrienta del verano de 1931, al principio de la República. Casa Cornelio, bar y taberna de ambiente izquierdoso, fue primero destrozada a granadas por unas disputas entre anarquistas y comunistas. La prensa habló de una veintena de muertos y, en consecuencia, el Gobierno republicano mandó cañonear Casa Cornelio. La familia Cornelio nunca fue indemnizada y la sombra de la infamia cayó, años después, sobre Queipo de Llano, sobreviviendo la leyenda a los restos del propio Queipo, sepultado junto a su esposa Genoveva, bajo lápidas planas a nivel del suelo, en la capilla primera izquierda según se entraba al templo, hasta su exhumación definitiva en 2022.

En total, hay 44 altares en España dedicados a la Macarena, cifra que a nivel global asciende a 61, con siete en Estados Unidos. Sin contar la hermandad originaria de Sevilla, en España la más antigua es la fundada en Madrid, año 1940, por un grupo de emigrantes sevillanos que tiene como titulares a Jesús del Gran Poder y a la Esperanza Macarena. La Macarena, como dice uno de los participantes del documental Dolores, guapa, trasciende la religiosidad y es parte de culturas variopintas y folclores. “Soy defensor de que si tú estás en tu casa y ves un azulejo con una virgen por la ventana todos los días, tienes algo que decir sobre eso. Si vas por la calle y te encuentras con una procesión, tienes algo que decir sobre eso, está ocupando el espacio público y está alterando tu vida”, señaló al HuffPost, Jesús Pascual, director de Dolores, guapa. “Tú tienes una figura tallada en madera que tiene una expresión artística, que está expresando algo, que tiene una emoción. Se la sube a un altar más arriba que cualquiera, hay música, hay olor. Por lo tanto, se convierte en un espectáculo cultural. Da igual que seas creyente o no”, dice Esteban Garrido, uno de los dos de Volante de la Puebla.

Más allá del fervor religioso, la cara y la mirada de la Macarena son marca registrada desde 2014, prohibida su reproducción sin permisos adecuados. Eso no quita múltiples reinterpretaciones. Si hay una que rompió moldes, fue el cartel de la cofradía para la SSS 2019, a cargo de Manolo Cuervo:

“Hice varias versiones, cuatro, y el que caía un chorreón en la cara de la virgen era el que gustó más a comitiva y Junta Directiva. De las otras versiones, todas propiedad de la hermandad, una estuvo colgada en la uci del hospital Virgen Macarena; otro, en el Hotel Colón, que es donde se alojan los toreros cuando vienen a la Maestranza, y otro lo tenían en el museo de la cofradía”.

Pero también ha roto moldes, no sin críticas, la revista sevillana El Topo:

Agnóstico Cofrade o Proyecto Palio, encargadas de representar de otra forma la SSS, también han realizado versiones del rostro de la Macarena. Una de las más disruptivas fue la del TeVeo, de Rafa Iglesias, donde en una pesadilla de capillitas, Trianera y Macarena empiezan peleando y acaban besándose en el río.

Cristo como Bowie o una virgen con Miles Davis:


Artistas como Soy Lazarus o Su Penkissima han representado imágenes de pasión de forma transgresora. Si no muestro esas imágenes, no es mi culpa. Algunas han sido objeto de persecución o secuestro, y otras han sido retiradas a tiempo por sus autores, y un veto han puesto otros, por ánimo de artistas por previsiones coleccionistas. Vean un maratoniano nazareno, según Rafa Iglesias, currante de Teveo:

Macarena, guapa. Sobre el ¡guapa!, guapa!, guapa!, Juan Luis Romero Peche (1954·2002) escribió una Historia del Teatro Real, referida al local de la Calle Joaquín Costa, barrio de la Alameda. En aquel teatro okupa de los 1970, Macarena, guapa fue uno de los montajes más celebrados.

Coño Insumiso, penúltima leyenda que pasa por la Macarena desde diciembre de 2013. El Consejo de Ministros, del pepé de Aznar, aprobó el anteproyecto de ley orgánica de “protección de los derechos del concebido”, contra la ley de plazos para el aborto, del psoecialista Rodríguez Zapatero, vigente desde el 2010. La procesión del Coño Insumiso es una acción performática y reivindicativa que surgió en Sevilla en 2014. Se trata de una marcha que satiriza las procesiones religiosas y que incluye una representación de una vulva gigante en un trono como elemento central. La acción ha generado controversia y ha sido objeto de procesos judiciales por supuesta ofensa a los sentimientos religiosos. Las procesiones del Coño Insumiso tuvieron uno de sus polos bajo el Arco de la Macarena, donde fueron a cumplir su estación desde el Pumarejo.

Y dejamos el coño insumiso con una reflexión de Rafa Iglesias, de Teveo, el fanzine más sureño, desde una preguntada sobre la SSS: «El fenómeno social de la religión se comprende mejor sin dogmatismos. Después de todo, las teorías de Darwin son pura evidencia, mientras que la existencia de algún dios, es un poné, como diría Stephen Hawking, más de acuerdo en que Dios no es necesario. La caricatura no tiene cura. Y mucho menos, fecha en el calendario».

William Bill Papas (1927·2000), dibujante y caricaturista político, autor de libros e ilustrador. En las décadas de 1960 y 70 trabajó para The Guardian, The Sunday Times y la revista satírica Punch. Papas visitó Sevilla durante la Semana Santa de 1968 e interpretó en ilustraciones sus vivencias:

Y de colofón, Macarena 2025, por Ricardo Suárez y Luis Gordillo:








Dentro de la imaginería dolorosa, tienen gran importancia los postizos que se añaden para ojos, pestañas, lágrimas y dientes. Los ojos de cristal vienen del siglo 17. Imágenes antiguas, de ojos pintados sobre la mascarilla, fueron sustituidas por ojos de cristal. Una vez practicados con la gubia desde el interior de la mascarilla los orificios oculares, se introducen las piezas de vidrio ajustándolas con cera en la madera hasta dar con la expresión de la mirada. El modelo es el ojo esférico hueco, que son los llamados de prótesis. Las pestañas se realizan con pelillos de pincel. Se saca una plantilla del arco interior del párpado superior y a esa plantilla se pegan con cola los pelillos en forma de abanico. Para pegarlos al rostro, se rasca el párpado hasta que aparece la preparación de yeso que hay bajo la capa de la policromía, se fija con cola y se pinta con óleo de color oscuro. Para hacer las lágrimas se derrite una fina barra de cristal haciendo gotas en un recipiente, seleccionando las más perfectas. Para pegarlas, se liman las bases con pegamento que las fije a las mejillas. Se suele pintar desde el lagrimal hasta las lágrimas una suave línea con barniz incoloro, brillante y transparente, insinuando el reguero de las lágrimas. Para vírgenes de boca entreabierta, los dientes van tallados en madera de ciprés, en marfil o últimamente de prótesis.

La Dolorosa enmarca su rostro en el tocado, que constituye la prenda más difícil de colocar. El tocado sería la versión sevillana de una pieza que usaba la mujer judía en Nazaret y suele hacerse con una mantilla de encaje, cuya dificultad para su plegado y recogida en el pecho de la imagen hizo que fuera sustituida por tiras de encaje, más fáciles de manejar y disponer. (Surge así la figura del vestidor.) Los tocados suelen ser de tul, de raso o de encaje, siendo su diseño y disposición lo que caracteriza a la imagen.

Antes que los vestidores coloquen el tocado a la Virgen, las camareras se habrán encargado de vestir interiormente a la imagen con una camisa y, sobre la camisa, las enaguas. Encima viene la saya, enteriza o dos piezas, corpiño y delantal, bordados a juego con el manto. La saya se ciñe a la cintura por un cíngulo o fajín. Del mismo tejido y color que la saya son dos mangas independientes que se bordan hasta los codos. En su interior y forrando el antebrazo van los manguitos o puños, sin ornamentación. A continuación se hace el tocado y se coloca el manto, cubriéndose finalmente la imagen con una toquilla de sobremanto, y encima la corona. La dolorosa está vestida según sea la festividad que reza el santoral.

Para cerrar el baile, métanse en la bulla un día de esos de Semana Santa de Sevilla. Será tan culto (de cultura y de liturgia) como pasarse por la Maestranza, aunque no le gusten los toros, o pasarse por la Catedral, aunque no le vayan los rezos. Algún pellizco se siente. Va por ustedes.





Sobre el origen o significado de la palabra ‘macarena’

—Consulta a pregunte.es, las bibliotecas responden:

macarena. El barrio de la Macarena tomó su nombre de un viejo santo, muy relacionado con la tradición hispalense: San Macario, que fue un anacoreta martirizado en esta ciudad a finales del siglo tres. El nombre de Macarena fue reconocido oficialmente en 1964.

—Consulta a Google Chrome, la IA responde:

El nombre “Macarena” tiene un origen incierto, pero se asocia con el barrio de La Macarena* en Sevilla. 1) Podría derivar de un topónimo romano o visigodo, o incluso tener raíces fenicias. 2) También se ha relacionado con el griego makarios, que significa feliz o bendecido. Esta teoría también relaciona el nombre con las islas macaronesias. Macaronesia es el nombre colectivo de cinco archipiélagos del Atlántico Norte, más o menos cercanos al continente africano: Azores, Canarias, Cabo Verde, Madeira, islas Salvajes. El término procede del griego islas benditas, islas afortunadas, islas de los bienaventurados o de los héroes difuntos según la mitología. 3) También con la antigua puerta de la ciudad, Bab-al-Makrin en árabe. 4) Otra hipótesis, menos extendida, sugiere un origen fenicio para el nombre, relacionado con un territorio o camino de la zona.
*importan las mayúsculas y el determinante “La Macarena”, que distingue el barrio, del nombre de mujer, que es “Macarena”. Particularmente doloroso fue oír decir *la Macarena* a la canción «Macarena» de Los del Río.


Cinco teorías sobre el origen del nombre de la Macarena
Javier Macías, Abc, 26/01/2021

En 1595 se fundó una hermandad de gloria en el convento de San Basilio. Los monjes invitaron a los hermanos a que la Virgen a que daban culto llevara por advocación de la Esperanza. Sin embargo, ya fuera la primitiva o la actual imagen, el pueblo la bautizó con el nombre del barrio. Así hasta que en el siglo veinte la corporación decidiera añadirle el apellido Esperanza Macarena.

Al igual que el gran enigma de la autoría de la Virgen, sobre el que circulan teorías muy diversas (la última apunta a Juan de Mesa), la etimología del término Macarena no ha puesto de acuerdo a los historiadores, aunque con algo en común: el nombre es anterior al proceso de ocupación que originó la trama urbana del barrio. Así, existen cinco planteamientos diferentes: la fenicia, la griega, la latina, la paleocristiana o la almohade: la puerta norte de la muralla de la Isbiliya musulmana llevaba por nombre Bab al Makrin.

partido fenicio: El nombre Macarena tiene un origen relacionado con un territorio amplio: el camino de los macarenos y el Cerro Macareno, en La Rinconada, yacimiento del siglo ocho a.C., habitado desde los tartessos, primeros en la actual ciudad de Sevilla.

partido griego: Hércules, fundador de Sevilla, hijo de Zeus, tuvo una hija llamada Macarisuena, que el latín simplificó como Macaria.

partido latino: El nombre de Macarena viene de un lugar extramuros en la zona norte de Híspalis. Un patricio llamado Macarius poseía una villa que acabaría fijando la etimología del barrio. El término se castellanizó añadiéndole el topónimo -ena (como a Mairena, Gerena o Marchena) y de Macario pasó a Macarena.

partido paleocristiano: relacionada con una santa muy venerada por los basilios: Santa Macrina. Este planteamiento es el que ha cobrado más fuerza en los últimos años no solo porque todas las piezas del puzle encajan sino porque existió una imagen de aquella santa en San Gil cuyos grafismos encajaban con los de la Virgen de la Esperanza. El historiador Julio Mayo: la Hermandad se creó en 1595 en el convento de San Basilio de calle Relator, fundado dos años antes por un comerciante griego llamado Nicolao Triarchi, quien escogió la ubicación porque la toponimia de los campos de esa zona debía su nombre a una santa de la Iglesia Oriental llamada Macrina, el mismo de la abuela y la hermana de San Basilio. Además de la certeza histórica de que cercano a esta zona de Sevilla existió en época paleocristiana un cordel con el nombre de Santa Macrina, se da la circunstancia de que junto a la Virgen de la Esperanza estuvo en San Basilio y en San Gil una imagen de Santa Macrina que pudo influir en la estética de la dolorosa.

La hermandad de la Macarena dejó el convento en 1653. En 1868, el monasterio se cerró y al poco tiempo la escultura de la santa llegó a San Gil, uniendo de nuevo sus caminos. La imagen de Santa Macrina fue destruida en 1936, pero perduran unas fotografías del Laboratorio de Arte de la Universidad.

Los historiadores ven rasgos similares entre ambas imágenes. Unos ven la mano de Roldán o de su discípulo Cristóbal Pérez. La reciente atribución de Juan Manuel Miñarro a Juan de Mesa tampoco iría desencaminada si se tienen en cuenta las fechas. El escultor que transformó a la Macarena de una Virgen de gloria a una dolorosa pudo ser el mismo que el de Santa Macrina o inspirarse en ésta. Mesa murió en 1627, por lo que conoció a la hermandad en el convento de San Basilio.

versión almohade

El nombre de Macarena proviene del árabe. Durante la época almohade, vivía junto a la muralla una infanta mora o un moro que respondía al nombre de Macarea. Así lo describió en 1587 el escritor Alonso Morgado en su Historia de Sevilla: «Que la Puerta de la Macarena tomó su nombre de un moro principal llamado Macarena, por quanto salía él por esta puerta a una su heredad media legua de Sevilla, donde hasta hoy permanece una torrezilla llamada Macarena del nombre deste moro, que la edificó en aquella su pertenencia. Y por la misma razón se llama hoy también Collado de la Cabeça de Macarena, en el camino de la Rinconada, pueblo de aquel tiempo a una legua de Sevilla». En este camino de los macarenos citado anteriormente, se corrobora que en la antigua Isbiliya existía el qaryat Maqrana (la alquería de Macarena), situada junto al itinerario llamado Mamarr al-Sabila (la vía de los viajeros), de la que formaba parte una torre fortificada. Aquella alquería se situaba en la actual Huerta de la Torrecilla, junto al cementerio de San Fernando.

Macarisuena, Macarius, Macrina, Macarea, Maqrana. El apellido de la Virgen se podría remontar hasta diez siglos antes de Cristo. Como canta la sevillana: Tu nombre qué bien me suena, Macarena.







Gracias obligadas a:

· Alberto Hinojosa Monedero, tesis doctoral Juan Manuel Miñarro López y los estudios de Escultura en la Escuela Superior de Bellas Artes de Sevilla, Universidad de Sevilla, Departamento de Historia del Arte.

· Y a todo quien he citado, parafraseado o copiado sin permiso





Daniel Lebrato

por unas pestañas, ojos para una imagen, miradas para una cara

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/ a Juan Lebrato Rodríguez·Jurado,
toda mi vida siempre
de madrugá en madrugá /



Daniel Lebrato

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publicaciones de [eLTeNDeDeRo] y [eLSoBReHiLaDo]

4 de julio de 2025










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