¿DE QUÉ SE QUEJAN LOS CRISTIANOS? Los creyentes (3)

tres religiones
¿DE QUÉ SE QUEJAN LOS CRISTIANOS?
Los creyentes (3)

  1. La retórica clásica distinguía tres estilos, humilde, medio y sublime, y dos modos de interpretación y de escritura, a lo humano y a lo divino. Discutir de religión es muy fácil siempre que mantengamos el tono y la unidad temática. A lo humano, pues, y sin ponernos humildes ni sublimes. A un lado, el creyente y, al otro, el ponente. De humano a humano es la conversación, de hombre a hombre. Ni de fe ni de Dios hablamos. Hablamos de religión o religiones como podíamos hablar de fútbol y de Betis y Sevilla, Real Madrid y Barcelona. Dios no es persona de derecho, no es ciudadano, no está en el censo, ni vota ni puede ser votado.

  2. El mundo es fatalmente politeísta por cuanto Dios se lo reparten tres religiones (judía, cristiana y musulmana) y hay otras religiones que no son del libro. Ese politeísmo, que se refleje en el registro de asociaciones, del que las religiones son una parte junto a otras entidades laborales, sindicales, políticas, culturales, deportivas, etcétera.

  3. El ponente plantea neutralizar una religión muy peligrosa para el Estado, que es islam, y como el Estado no puede prohibir una religión y permitir otras, el ponente propone que la sociedad se vaya planteando un Estado sin religión ni religiones en público.

  4. Del ámbito privado y de lo que cada uno haga en su casa no estamos hablando aquí. Hablamos de una religión que no cumple elementales normas que corresponde cuidar al Estado, principalmente en lo que toca a igualdad y coeducación. Si existe un islam bueno, eso al ponente no le interesa. Desde el momento en que escenifica la segregación por sexos, no distingue clérigos de laicos y no permite la libertad de pensamiento (que incluye la libertad de opciones religiosas), el islam todo (el bueno y el malo) debe ser prohibido en público por el Estado, principalmente por nocivo para la educación de jóvenes y por hacer apología de la desigualdad.

  5. Pautas de comportamiento musulmanas han sido o son comunes a la Iglesia católica. Los católicos legos o laicos puede que hayan alcanzado un grado suficiente de homologación, integración y laicidad. No así, los clérigos seglares o seculares ni la jerarquía eclesiástica, que sigue negada a las mujeres a partir de la exclusión primera que impide a las hembras ser curas, lo que resulta igualmente nocivo para la ciudadanía y hace apología, nada ejemplar, de la desigualdad. También el catolicismo externo debiera ser prohibido. Otra cosa es que se respeten derechos adquiridos, de costumbres, y se establezcan plazos para que cristianos y católicos no se den por ofendidos ni se vean sometidos a innecesarias presiones. A este derecho de costumbres no puede acogerse ninguna otra religión que no sea la católica española.

  6. Sacar la religión de nuestras vidas debe empezar 1º por los protocolos del Estado (misas, oficios, funerales, juramentos), 2º seguir por la educación, a través de la enseñanza concertada y otros conciertos que atañen a la pública, y 3º debe terminar con los signos externos de identificación de las personas (crucifijos, vírgenes o escuditos de hermandades) que, en aras de la ejemplaridad, no costaría nada ir guardando de la vista. Y 4º subvención cero cero al fenómeno religioso: fuera la religión de la Hacienda pública y de los Presupuestos del Estado.

  7. Quien no siga esta limpia línea de razonamiento será porque no quiera perder privilegios o carezca de visión de Estado y de imaginación de futuro. El creyente, cualquier creyente, incluyendo el buen musulmán, seguiría teniendo libertad de conciencia, libertad de asociación, libertad de cultos, libertad de manifestación, toda clase de libertades en un Estado de Derecho. A cambio de tan poco, laicos y creyentes estaríamos haciendo algo de verdad útil, y no retórico, por la convivencia y la paz, siquiera en esta parte del mundo que se llama España. Eso es todo. ¿De qué se quejan los creyentes?

Daniel Lebrato, Los creyentes (3), 18 del 11 de 2015

Un comentario en “¿DE QUÉ SE QUEJAN LOS CRISTIANOS? Los creyentes (3)

  1. Daniel, he leído tu artículo. De nuevo no coincidimos.
    Siguiendo la lógica del argumento del ponente, habría que prohibir también las opciones políticas o las prácticas deportivas o culturales que no sean respetuosas con la libertad, entre ellas el laicismo que defiende el ponente.

    Por otra parte, considero que sí me pide mucho el ponente si me prohíbe llevar una cruz al pecho o tener una estampa de la VIrgen en el cabecero de la cama pública del hospital donde me estoy muriendo. Para mí, morirme sin eso es lo más triste que me puede ocurrir. Creo que una sociedad que pretende quitarme una sencilla estampa sería cruel e inhumana. Si a alguien le ofende una estampa de la Virgen, el problema es suyo, no de la Virgen.

    Por último, ¿no crees desmesurado comparar el hecho de que en la Iglesia Católica no puedan las mujeres ser curas, aunque sí monjas, con el hecho de que en la cultura musulmana valga menos el testimonio de una mujer que el de un hombre o que una mujer no pueda ser empresaria ni ir con el rostro descubierto? Ser cura no es un derecho humano, pero la igualdad ante la ley sí. Así que no es necesario impedir la presencia y el movimiento de los cristianos en el ámbito público, porque el cristianismo no atenta contra la democracia ni los derechos humanos, mientras que el Islam sí. No todas las religiones son iguales, del mismo modo que no todos los alimentos o los sistemas políticos son iguales. EL fallo del argumento del ponente es que entra como un elefante en una cacharrería.

    En cuanto a lo de sacar de Hacienda la famosa casilla de la religión, estoy de acuerdo si quitan otras muchas casillas y obligaciones. Pero dado que el Estado nos arrebata el dinero con coacción, me gustaría que al menos me permitiesen decidir a qué se dedica parte del dinero que me quitan y yo, usando mi libertad, prefiero dedicarlo a la Iglesia que a los sindicatos.
    Un saludo.

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