UNA CUESTIÓN DE CABILDOS
–Viaje Sanlúcar Sevilla Córdoba–
cabildear. gestionar con maña
A propósito del Día de la Biblia en el Cabildo
La polémica está servida. Si una religión pasa por un Ayuntamiento, otras religiones también quieren pasar. En lo antiguo, se decía cabildo municipal a los ayuntamientos. cabildo. (Del latín capitŭlum). Cuerpo o comunidad de eclesiásticos capitulares de una iglesia catedral o colegial. Ayuntamiento o corporación municipal. Junta de hermanos de ciertas cofradías, aunque sean legos.
Del Diccionario, se deduce que de lejos viene lo de los dos poderes, el civil y el eclesiástico, y por eso, por Semana Santa, las hermandades tenían que cumplir con los dos. En Sevilla, el cabildo municipal se instala en el palquillo de la plaza de San Francisco y el cabildo catedral o catedralicio estuvo en la plaza de ese nombre frente a la puerta de San Miguel y hoy, en el Palacio Arzobispal, plaza Virgen de los Reyes. En Sanlúcar, la división es más clara a efectos procesionales. En el Barrio Alto, iglesia de la O, las cofradías cumplimentan al poder eclesiástico y en el Barrio Bajo, edificio de la plaza del Cabildo, al poder civil. Por eso hay dos carreras oficiales.
O sea que quienes pedimos la separación Iglesia‑Estado no estamos pidiendo nada nuevo. Estamos hablando de una división que viene de la Edad Media. Conclusión: volvamos a esa antigua separación y allá la Iglesia, como particular, que haga lo que quiera, y con sus cabildos catedralicios. Eso nos deja las manos libres para pedir a nuestros cabildos municipales que se dejen de intervenir en materia de Iglesia o de iglesias. Lo que hay en el Ayuntamiento, en su fachada, en sus banderas, tiene que vincularnos a toda la ciudadanía, y solo en lo que nos une.
Por lo tanto, fuera el Belén del Arquillo del Ayuntamiento de Sevilla cuando llega la Navidad (si acaso, que ponga un arbolito, que es universal) y fuera la presidencia en San Francisco en la carrera oficial. Las hermandades, con tener derecho de paso por la Plaza es suficiente, si es que cumplen la normativa municipal que debería regular cortejos, desfiles y manifestaciones por la ciudad. En Sanlúcar de Barrameda, el palquillo del Cabildo habría que quitarlo también. Así, cuando lleguen los del Día de la Biblia pidiendo guerra (pancarta en la fachada y tarima en la puerta), el Ayuntamiento les podrá decir que No, cosa que ahora no puede porque está pillado de manos por su implicación en la Semana Santa. El coste de todo esto sería cero cero. Los de la Biblia se irían con la Biblia a otra parte y las procesiones seguirían teniendo sus dos carreras oficiales a condición de que dejen Sanlúcar tan limpia y limpia de cera como se la encontraron antes del desfile procesional. Seguro que las hermandades y confesiones lo entenderán: el Ayuntamiento solo presta su imagen a lo que está dentro de sus competencias municipales, y la religión y la Coca Cola y Salvemos Doñana no pueden pedir otra cosa. Y, si no lo entienden, hay que decirles lo que aquel buen alcalde al obispo de su diócesis: Señor obispo, yo soy su alcalde pero usted no es mi obispo.
En cuanto a hacer mezquita la catedral de Córdoba, ¡qué peligro!: dos religiones en vez de una, faltaba que también sirviera de sinagoga judía. La Mezquita de Córdoba (hay que llamarla así, como llamamos circo al de Roma, aunque ya no lo sea) debe pertenecer al Estado, que es quien suelta la pasta para obras, mantenimiento y gastos de personal. Si el cabildo catedralicio de Córdoba tiene alguna parte de esa propiedad, que en esa proporción tenga voto en la gestión de la Mezquita o, mejor aún, que el Estado le compre a la Iglesia esa parte y la Mezquita pase a Patrimonio del Estado, que es donde debe estar. Luego, Patrimonio decidiría si se cede parte de la Mezquita para qué usos religiosos, pero también civiles y culturales. Esa expropiación se haría por decreto, como se expropian terrenos para el Ave o una autopista. La autopista del laicismo Córdoba Sevilla Sanlúcar por Andalucía, España y la Humanidad.
Daniel Lebrato, WordPress, 21 del 4 de 2015

