Tres avisos por lo que pasa en Cataluña.

(teoría de conjuntos de incluye o no incluye)

Busco el Procés [prucés] o Procés Català, tanto en Wikipedia como en IA, y me responden que el proceso independentista de Cataluña (desde 2012 hasta 2022) no mezcla ni incluye ni la «cuestión catalana» ni la «guerra de sucesión española». Primer aviso.

Un segundo aviso me lo daba un acto central el 01 10 2017 (el 1-O) cuando se iba a celebrar un referéndum de independencia convocado por la Generalitat, declarado ilegal por el TC, que alcanzaría un voto a favor del 90,18 de un 43,03 de participación frente a la Policía y frente a la Guardia Civil y frente a los demócratas.

El tercer aviso vinieron a dármelo mis demócratas desde Andalucía. Porque al demócrata andaluz vino a sumarse el andalucista y el marxista con la factura de lo que «Cataluña le había robado a Andalucía» y con «la deuda que desde Cataluña a Andalucía se debía». 

Así que todos mis contactos y allegados se posicionaron en bloque del lado de Mariano Rajoy y del Rey de España frente a Cataluña. El Procés era muy de derechas y mis andalucistas y marxistas, muy demócratas y muy de izquierdas.

El cuarto aviso, por cierto, lo estaba dando la absurda Ley de Amnistía, que amnistiaba a policías y guardias civiles y no amnistiaba al cabecilla del Procés y del proceso juidicial, Carles Puigdemont.


Los últimos años del franquismo se produjo en toda España un amplio proceso de movilización social y política que en Cataluña estuvo liderado por el catalanismo de izquierdas. El autogobierno se percibía como un paso más del camino hacia la democratización del Estado. «Llibertat, Amnistia, Estatut d’Autonomia» era el eslogan que reunió al antifranquismo catalán, a partir de 1971, en torno a la Assemblea de Catalunya, una amplia coalición de partidos políticos, sindicatos y grupos profesionales. En 12 1975, después de la muerte de Franco, el protagonismo político le correspondió al Consell de Forces Polítiques de Catalunya. La llegada al poder de Adolfo Suárez, en 06 1976, permitió la apertura de un proceso de reformas más abierto y tolerante que culminó con las elecciones generales celebradas en 06 77. Los resultados electorales dibujaron un mapa político en Cataluña muy diferente al del resto de España. Las fuerzas socialistas (28,4) y los comunistas catalanes del Partit Socialista Unificat de Catalunya (18,2) consiguieron casi la mitad de los votos. En tercera posición (16,8) quedó el Pacte Democràtic per Catalunya, en el que se integraba Convergéncia Democràtica de Catalunya, el partido creado por Jordi Pujol. En cuarto lugar la Unión de Centro Democrático y mucho más lejos, con apenas representación, la Unió del Centre i de la Democràcia Cristiana, Esquerra de Catalunya y Alianza Popular. Las fuerzas políticas catalanas, incluidos socialistas y comunistas, compartían la reivindicación de autogobierno. Las imágenes de la Diada celebrada el 11 de septiembre de 1977 en Barcelona, con un millón de manifestantes en la calle, obligaron a Suárez a actuar. El 29 09 1977 un decreto-ley ordenó de forma provisional la constitución de la Generalitat. El Gobierno intensificó sus contactos con Josep Tarradellas, el presidente histórico de la Generalitat, con el que acordó su regreso del exilio. El 23 10 77 Tarradellas llegó a Barcelona. La maniobra de Suárez consiguió dejar en vía muerta una alternativa más rupturista, como la que propugnaban socialistas y comunistas catalanes, y allanó el camino para que la futura constitución fijara los límites de la autonomía. La Constitución de 1978, que declaraba al mismo tiempo “la indisoluble unidad de la nación española” y el derecho a la autonomía de las “nacionalidades y regiones que la integran”, consiguió el apoyo del 90,5 de los votantes catalanes, con una participación similar a la del conjunto de España. El proyecto de autonomía, elaborado por la asamblea de parlamentarios catalanes, fue aprobado en el Congreso y recibió el voto afirmativo de un 88,1 de los electores que acudieron a las urnas el 25 10 1979. Llegaron así las primeras elecciones autonómicas catalanas, el 20 03 1980, con unos resultados inesperados para muchos. El primer puesto fue para la coalición nacionalista de Convergencia i Unió (Convergència Democràtica de Catalunya y Unió Democràtica de Catalunya), con el 27,8 de los votos. Por detrás quedaron los socialistas catalanes del PSC (22,4), el PSUC (18,7), la UCD (10,6) y ERC (8,9). El éxito de Jordi Pujol, candidato a la presidencia de la Generalitat de CiU, tenía que ver con su capacidad para ocupar el espacio del nacionalismo moderado de centro-derecha. Comenzó entonces un período de hegemonía nacionalista en Cataluña que iba a durar más de veinte años. El primer gobierno en minoría de Pujol dio paso a las sólidas mayorías absolutas conseguidas en las siguientes convocatorias, entre 1984 y 1999. El liderazgo de Pujol se vio notablemente favorecido por el proceso de negociación de las competencias estatutarias. CiU fue capaz de aglutinar el voto conservador y liberal y de representar, al mismo tiempo, los sentimientos catalanistas. Eso explica, en parte, el fenómeno del llamado voto dual: el hecho de que un grupo significativo de electores catalanes, durante muchos años, dieran su voto al PSC en las elecciones generales y municipales, cuando la competencia política se percibía en términos de izquierda-derecha, pero al llegar los comicios autonómicos se abstuvieran o depositaran su confianza en CiU, otorgando en este caso un peso mayor a la identidad nacionalista. Pujol representaba, para un electorado sin una identidad ideológica marcada, una garantía de estabilidad y continuidad en la Generalitat y la defensa de los intereses de Cataluña frente a los gobiernos centrales. El pujolismo terminó en las elecciones de 2003 cuando el PSC, que había obtenido más votos que CiU, aun con menos escaños, alcanzó el poder gracias a un acuerdo con ERC y con Iniciativa per Catalunya (IC), el llamado Gobierno Tripartito. A su frente estaba el socialista Pasqual Maragall, defensor de un federalismo asimétrico e impulsor de una reforma estatutaria que superara el marco autonómico existente desde 1980. El texto del nuevo Estatuto, de raíz confederal, fue aprobado por el Parlament en septiembre de 2005, por el Congreso, con algunas modificaciones, en marzo de 2006, y por el 73,9 de los electores catalanes, tres meses más tarde, en un referéndum con una participación muy baja. Los resultados de las elecciones autonómicas celebradas en noviembre de 2006 permitieron la reedición del tripartito, esta vez con el socialista José Montilla al frente de la Generalitat. Pero al término de esa legislatura el escenario político en Cataluña cambió de manera sustancial. En 07 2010 el TC publicó una esperada sentencia, motivada por un recurso del Partido Popular, que anulaba algunos de los artículos del nuevo Estatuto catalán y subrayaba que la definición de Cataluña como nación no tenía valor jurídico. La sentencia fue el comienzo de una amplia campaña de movilización nacionalista en Cataluña, con una tensión secesionista que ha llegado hasta la consulta soberanista celebrada el 09 11 2014. En medio han quedado las victorias electorales de CiU en las autonómicas de 2010 y 2012, esta última con muchos apuros, que han permitido la llegada al poder de Artur Mas. Y también los efectos más duros de la crisis económica y el malestar social provocado por la reducción de los servicios públicos, los casos de corrupción y el descrédito de la clase política. Las grandes manifestaciones nacionalistas que han recorrido las calles de Barcelona, como la del 11 09 2012, hacen visible un descontento ciudadano que en Cataluña encuentra la vía de expresión de una identidad nacional alternativa, visible y cercana. Lo decía Ortega y Gasset en 05 1932: “Un Estado en decadencia fomenta los nacionalismos; un Estado en buena ventura los desnutre y los reabsorbe”. Nada está escrito. Las identidades colectivas son múltiples, evolucionan, cambian y se reelaboran constantemente. La cuestión catalana no es un drama histórico, decía Manuel Azaña también en 1932, es un problema político. “La solución que encontremos ¿va a ser para siempre?”, se preguntaba delante de las Cortes republicanas: “Pues, ¡quién lo sabe! Siempre es una palabra que no tiene valor en la historia, y, por consiguiente, que no tiene valor en la política”.

En 12 2012, el presidente de la Generalidad, Artur Mas (CiU), y Oriol Junqueras (ERC) firmaron un pacto por la celebración de una consulta de autodeterminación en Cataluña. En 01 2014 el Parlament solicitó al Congreso las competencias para un referéndum independentista, solicitud que fue rechazada. En 09 2014, el Parlament aprobó la Ley de consultas de Cataluña, que fue suspendida por el Tribunal Constitucional. El 09 11 2014 se celebró el proceso participativo sobre el futuro político de Cataluña convocado por el presidente de la Generalidad Artur Mas en contra del Gobierno español y de la ley: con una participación estimada del 37,02, el 80,76 votó a favor de que Cataluña fuera un Estado independiente. No hubo intervención policial para impedir la celebración de la consulta. En 09 2015 se celebraron elecciones autonómicas que ganó la coalición independentista Junts pel Sí. En 09 2017 el Parlament aprobó la Ley del referéndum de autodeterminación, que fue suspendida por el TC. 

El 27 10 2017 se aprobó en el Parlamento de Cataluña la declaración unilateral de independencia, que no fue reconocida por ningún Estado del mundo. Ese mismo día el Gobierno de España presidido por Mariano Rajoy intervino la autonomía de Cataluña mediante la aplicación del artículo 155 de la Constitución española y destituyó al presidente Puigdemont. La intervención de la autonomía catalana terminó cuando, tras la celebración de elecciones autonómicas, Quim Torra fue nombrado presidente de la Generalidad en 06 2018. Entre 02 y 06 de 2019 se celebró el juicio del procés, cuya sentencia se emitió en 10 2019, condenando a penas de entre 9 y 13 años de prisión a los líderes del proceso independentista por delitos de sedición, malversación de caudales públicos y desobediencia. El 22 06 2021 estos presos fueron indultados por el gobierno de Pedro Sánchez y fueron excarcelados al día siguiente. En 10 2022 se rompió la coalición de gobierno independentista catalana y ERC pasó a gobernar en solitario. Actualmente se está tramitando la Ley de amnistía de España de 2023.

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