La vida social dibuja una esfera en cuatro hemisferios bajo el ecuador de las clases sociales entre quienes tienen o no capitalismo y bajo el meridiano del nivel de estudios entre quienes hacen o no la carrera o el currículo. Y hay quien viaja en clase culta capitalista y quien viaja en clase inculta obrera, que serían como cigarra y hormiga o como princesa y cenicienta, según el cuento que nos queramos contar. Para la constitución de la clase media hace falta que existan la clase capitalista hidalga, que es Berlanga y patrimonio nacional, junto a la clase obrera espabilada y rápida, pícara de picaresca como ella sola. Tomando esos cuatro personajes {capitalista, obrero, hidalgo, pícaro} pongámoslos en una ciudad donde da para vivir del turismo nacional y extranjero. Película Sevillanas de Brooklyn del año 21. Una familia sevillana de barrio conflictivo y con su amenaza de desahucio decide engañar para acoger en su casa a estudiantes extranjeros de familia adinerada; que uno salga negro y yanqui, es la anécdota y es lo de menos. El caso es el guiri como pretexto de turismo o de acogida. En una ciudad marcada por sus fiestas de primavera y por la propiedad a mansalva del suelo urbano y ante una izquierda que ha fracasado con el Yankee, go home!, qué malamente suena salir ahora con el ¡Guiri, go home! ¿Está en juego nuestro estilo de vida?, ¿nuestra sevillanía? ¿Yo tengo que defender el alma de mi barrio? Cualquier economía genera su antípoda o inconveniente, desde el sector primario de campo y pesca, hasta el secundario de industria o el de servicios. ¿Qué Sevilla quisiera vivir de otra manera que no fuera del turismo? ¿La Sevilla del capitalista, la Sevilla del obrero, la Sevilla del señorito hidalgo o la Sevilla del pícaro Guzmán de Alfarache? Se nos olvidaba un quinto personaje, un nuevo trepador entre las enredaderas de Podemos. Se trata del mendigo.

