Nuria Salagre @TruncNhi, La Ventana de Overton (2010). Sobre la Ley Trans. Cómo imponer leyes usando ingeniería social
Una idea se define por contraste o comparación tanto o más que por opciones políticas. En teoría de la comunicación política, la ventana de Overton representa una escala de más libertad de expresión a menos libertad real, pasando desde lo impensable a lo legislado, por grados: 1lo impensable, 2lo radical, 3lo aceptable, 4lo sensato, 5lo popular, 6ley. La ventana de Overton está pensada para que la sociedad acepte un cambio sin darse cuenta. Es lo que pasa con la ley Trans.
La ley Trans se carga las cuotas de paridad, la ley integral de violencia machista, los espacios protegidos, reimplanta roles sexuales, abre las puertas a la experimentación médica con criaturas dejando que sean ellas quienes decidan sobre sus cuerpos, deja a padres y madres sin capacidad de decisión bajo amenaza de pérdida de custodia y vuelve a establecer mecanismos de censura donde cuestionar algo es punible.
Para ver cómo el cambio de sexo es posible y necesario, vamos a contar los pasos hasta la ley Trans (Ley 4/2023, de 28 de febrero, para la igualdad real y efectiva de las personas trans y para la garantía de los derechos de las personas LGTBI) desde los años feministas, esos que fueron los 70 y los 80, con derecho a firma y a gestionar nuestro propio dinero y posesiones, y con leyes del divorcio o del aborto.
Paso 1. De lo impensable a lo extremo.
En aquella época, afirmar que un hombre podía ser una mujer y viceversa era impensable. Es más, cuando apareció el «no hay cosas de niño o de niña» a través del juego infantil y juguetes, se hubiese considerado una barbaridad sexista afirmar que alguien no pertenecía al sexo con el que había nacido por gustarle la estética o las normas sociales que se imponían al sexo contrario. ¿Qué pasó? Que comenzaron a aparecer personajes como Carla Antonelli o Bibi Andersen (por citar conocidas) y empezó el neurosexismo: mujeres y hombres procesábamos la información de forma diferente. No en vano, este paso se ampara en libertad de expresión y se envuelve en ciencia. Bajo la ciencia todo es cuestionable.
Paso 2. De lo extremo a lo tolerable.
Se comienza a utilizar el término transexual para sustituir lo que había sido el travesti de toda la vida (un hombre que está más cómodo con la estética de una mujer). Comienzan a salir neologismos tipo transgénero o infancias trans. También se apela a la historia y a la cultura y a la mitología. Se ponen de ejemplo culturas cuyas formas de vida nada tienen que ver.
Paso 3. De lo tolerable a lo lógico.
Aquí entra en juego la prensa, será la que envuelva en la capa de normalidad a estas ideas publicándolas como ciertas. Para ello usará voces expertas y periodistas de prestigio. Tirando de hemeroteca, podemos encontrar a Carla afirmando en la portada de una revista que la mejor mujer es un varón o a Bibi recorriendo todos los platós explicando por qué es una mujer pese a haber nacido como hombre. Es la época en la que empiezan a aparecer en televisión Cristina la Veneno o Carmen de Mairena: que existen hombres que parecen y/o se consideran mujeres. Asimismo se resalta que se hace necesario hormonación y amputación de partes sanas del cuerpo para que personas como ellas puedan ser quienes quieren ser. Además, se empieza a señalar como enemigo radical cualquier voz que cuestione la información que se está difundiendo.
Paso 4. De lo lógico a lo popular.
Medios de comunicación y personajes públicos (influencers, tertulianos, políticos) hablan de transexualidad. Empiezan a aparecer en películas, canciones, vídeos, redes sociales, actos políticos, se les incluye en agendas públicas y políticas. Se comienza a publicitar la transexualidad/transgenerismo de personajes históricos. Se apela a los roles machistas diciendo que quien hace algo de hombres es hombre y quien hace cosas de mujeres es mujer. Se tergiversa y manipula la historia o se eliminan personajes contrarios a lo que se predica (ved, si no, lo que se difunde respecto a las revueltas de Stonewall). Ya no es necesario seguir tirando de Bibi o Carla, aunque a este último se introducirá en la política para reforzar que hay un problema e importa darle voz y poder.
Paso 5. De lo popular a legislar.
Llegados a este punto, ya solo queda preparar una normativa que legalice que un hombre es mujer si así lo afirma. Se publican encuestas que confirman el amplio porcentaje que apoya la nueva legislación. En el imaginario popular, una mujer trans es una mujer. A qué se refiera ese término trans es lo de menos: ¿para qué sirven los delitos de odio o la nueva ley de libertad de expresión? La ventana de Overton utiliza el lenguaje, una serie de eufemismos para camuflar lo que se pretende implantar. Si nos hablan de comprar o vender recién nacidos, nos echamos las manos a la cabeza, pero de legalizar la gestación subrogada, permitimos el debate. Viene la resignificación y mujer deja de ser hembra humana adulta para pasar a quien asume estereotipos estéticos sexistas, y al feminismo van posturas que no lo son.
Principio 1: de la simplificación y del enemigo único.
Adoptar una única idea, un único símbolo. Individualizar al adversario en un único enemigo. Consiste en enfocar toda la información a divulgar en la solución de un único problema. Todo es llegar al mismo punto: la gente trans tiene un grave problema social.
Principio 2: método de contagio.
¿Os suenan las terf, trans exclusionary radical feminist? Son el enemigo común. Quien se oponga a la ley Trans será catalogada de terf, al margen de que sea feminista o no. El neologismo implica una despersonalización brutal de las feministas para facilitar el ataque y el desprestigio, con ataques tan directos como la incitación a la violencia de forma impune. Es la razón por la que podemos encontrar a transfemeninos con camisetas con el lema kill the terf, fotografiándose con bates con la palabra diálogo escrita refiriéndose a la posibilidad de debatir con una feminista, o tuits de políticos con insultos directos hacia ese colectivo.
Principio 3: transposición.
Cargar sobre el adversario los propios errores o defectos, respondiendo al ataque con el ataque. Si no puedes negar las malas noticias, inventa otras que las distraigan. Uno de los principales problemas que presenta la ley Trans es que se carga todas las políticas y leyes basadas en el sexo. Por ejemplo, la ley de paridad deja de tener sentido y deja de poder aplicarse, ya que cualquiera puede ser hombre o mujer. Es necesario entender que el objetivo de la ley de paridad es que las mujeres tengan representación en los puestos de poder. El que un señor autoidentificado como mujer y sin necesidad de modificar ni un ápice su apariencia, pueda ocupar uno de estos puestos reservados, desmonta la razón de ser de esta ley: visibilizar y normalizar a la mujer en puestos reservados hasta ahora para los hombres. El contraataque es sencillo: una mujer trans es mujer, por lo tanto tiene derecho a cuota. Es más, incluso se argumenta la necesidad de que gente trans es más merecedora de cuotas inventando estadísticas o usando otras. Es conocido el famoso 82 % de paro por parte de este colectivo o la estadística de tener una esperanza de vida de 35 años. También tenemos otro ejemplo con las infancias trans. El feminismo ya ha señalado numerosas veces que las llamadas infancias trans no son más que sexismo: terapias de conversión para criaturas que no asumen los roles sexistas impuestos. La contra es que tratar a alguien con malestar con su propio cuerpo sí es una terapia de conversión.
Principio 4: exageración y desfiguración.
Convertir cualquier anécdota, por pequeña que sea, en amenaza grave. Cualquier mujer, a lo largo de su vida, recibirá cartas o e-mails encabezados con estimado o apreciado señor, ingeniero, fiscal, juez, músico. ¿Es molesto? Sin embargo, para el colectivo trans esto es violencia y punto. Incluso existe un término para ello: missgender. Según defienden, puede ser una inducción al suicidio. En realidad, no es más que un chantaje en toda regla: o niegas la realidad o eres violenta. Se exagera el impacto que puede causar en alguien el que le traten con el género gramatical que en realidad le corresponde y se desfigura el concepto de violencia para manipular. Otro ejemplo muy habitual son las reacciones que provocan que una madre/padre pida ayuda cuando una de sus criaturas se declara trans y tiene dudas sobre animarle a seguir con ello. Demandas de retirada de custodia por maltrato, cuando el maltrato es convertir un cuerpo sano en uno mutilado y medicalizado de por vida, acusaciones de exponer a un menor y acusaciones de querer llevar a la criatura a terapia de conversión.
Principio 5: vulgarización.
La estrategia es clara: lanzar una serie de consignas, fáciles de recordar, mostrándolas como verdades universales. No se busca el debate o el convencer, sino que el mensaje cale sin que se cuestione. Ante un tema tan complejo como la ley Trans, lo que se pretende es establecer una serie de falsas verdades de forma que la gente las acepte sin cuestionar las implicaciones que hay detrás. Un ejemplo es que las mujeres trans son mujeres y, otro, que los derechos trans son derechos humanos. Si una mujer trans es una mujer, ¿para qué es necesaria la transición? Si los derechos humanos son sin excepción, ¿por qué derechos exclusivos para un colectivo son universales? Para la divulgación, la ventana de Overton usará voces expertas y de prestigio. Y ¿quién eres tú, pobre individuo que no conoce a fondo el tema?
Principio 6: orquestación.
Cualquier cosa vale para converger en el mismo punto: el colectivo trans es el más oprimido y discriminado que existe y por ello es necesaria la ley. Pero ¿qué opresión o discriminación sufre un señor blanco, que ha desarrollado toda su vida laboral como hombre, si a los cincuenta años decide que se siente mujer y no desea modificar su aspecto? La sociedad seguirá viéndolo como lo que es: un hombre cincuentón, entonces, ¿qué supuesta discriminación sufre?, ¿qué legislación específica necesita para ver reconocidos sus derechos, puesto que el sistema no solo no lo oprime o discrimina sino que le proporciona privilegios por su sexo?
Principio 7: renovación.
¿A que no habéis visto jamás un manifiesto por parte del transactivismo? Ni lo veréis nunca. Emitir un comunicado con todos los postulados que se defienden permite analizarlo con detenimiento y contraargumentarlo. No interesa cuando lo que se busca es que la gente acepte una idea sin más. Estamos más que acostumbradas a un continuo desbarre por parte del transactivismo tan continuo que, cuando se está hablando de una incoherencia, ya ha aparecido otra, táctica para que el mensaje perdure sin oposición. Se empieza lanzando el mensaje de que una mujer trans es una mujer. Cuando se está hablando de por qué una mujer trans no es una mujer, aparecen los trans lesbianos (hombres heterosexuales que se autoidentifican como mujer). Mientras se intenta explicar por qué un hombre no puede ser lesbiana aparece el techo de algodón y suma y sigue. El objetivo es que las voces discordantes no puedan elaborar una contraargumentación. Si al intentar desmontar el techo de algodón se nos acusa de transfobia, dejaremos de hablar del supuesto techo para defender por qué el sistema consigue lo que quiere: que no se señale que defender el techo de algodón es homofobia camuflada.
Principio 8: verosimilitud.
La difusión de estudios sesgados o refutados es vital para dar un barniz de veracidad a las argumentaciones, por absurdas que sean. Presuponemos que la información es veraz y está contrastada, obviando que el sistema, en realidad, difunde y promulga aquello que le interesa.
Principio 9: silenciación.
Poca gente sabe que en países donde las leyes trans están aprobadas se está dando marcha. Poca gente ha oído hablar de las detransicionadoras, y nadie, de Keira Bell: una joven que denunció al sistema sanitario británico por animarla a transicionar a hombre sin haberla tratado antes para su disforia. Keira ganó el caso. En España el ministerio de Igualdad se ha dedicado a anunciar a bombo y platillo haberse reunido con colectivos feministas para el borrador de ley, cuando solo se ha reunido con influencers y personajes del colectivo trans, oculta que el feminismo se opone a la autodeterminación de género (no es posible establecer como identidad aquello que es opresión impuesta) y falsea estadísticas para aparentar que la sociedad reclama y necesita una ley. Los medios nos presentan a transexuales reclamando el derecho de autodeterminación, pero nos ocultan que esa autodeterminación supone asumir como mujer a un hombre que se encuentra comodísimo con su cuerpo y no tiene ninguna intención ni necesidad de modificarlo. Tampoco nos explican que la ley supondrá que estos señores pueden acabar como compañeras de celda de una mujer en la cárcel, tendrán derecho a ocupar puestos reservados a mujeres para corregir la desigualdad existente entre sexos, o que cuestionar que accedan a espacios reservados para mujeres y niñas, creados para protegerlas como puede ser un vestuario, será delito. Los participantes son partidarios de la ley, pero no se invita a ninguna voz que se oponga, y en el caso de que sí se haga, se le interrumpe, se le ataca o no se le deja hablar.
Principio 10: transfusión.
Podemos definir la tolerancia como el respeto a las ideas, creencias o prácticas de los demás cuando son diferentes o contrarias a las propias. Nadie, con dos dedos de frente, debería cuestionar a quien se sale de la norma mientras no perjudique a los demás. Pero ¿qué pasa cuando unas ideas perjudican a parte de la sociedad? La ley Trans perjudica tanto a las mujeres como a la infancia, ya que destruye las leyes en base al sexo para proteger a las mujeres haciendo, de la opresión, identidad. Y condena a aquellas criaturas que se salen de los roles establecidos a una vida medicalizada en un cuerpo mutilado. Sin embargo, el sistema tiene el escudo perfecto para protegerse: la intolerancia. Se confunde el estar en contra de la ley con estar contra el colectivo. Es el odio que tanto tememos y del cual se aprovecha el poder para imponerse. El problema que presenta la intolerancia es el mismo con los delitos de odio: se transforman en censura contra de la libertad de expresión. ¿Por qué es intolerante decir que la biología define ser hombre o mujer y es tolerable que si te gusta llevar el pelo largo y calzar tacones entonces eres mujer? El ejemplo más claro lo tenemos con el no existen las cosas de niña y las cosas de niño. Ha costado mucho conseguir que la sociedad aceptara que el sexo no define preferencias ni gustos ni habilidades o aptitudes. Sin embargo, nos encontramos con una ley que defiende que si te gusta un estilo de ropa o peinado, eres mujer y, si te gustan otras, eres hombre. La propaganda busca atiborrarnos de información bajo expertos que faciliten tragarnos eslóganes baratos y sin cuestionarnos nada.
Principio 11: unanimidad.
Llegar a convencer a mucha gente que se piensa como todo el mundo, creando impresión de unanimidad. Hace poco, antes de la aprobación de la tramitación de la ley, el ministerio de Igualdad lanzó un sondeo para conocer el sentir de la población. El ministerio comunicó que el borrador de ley contaba con un 96 % de apoyo entre quienes habían dado su opinión. Visto lo visto, daría la sensación que todo el mundo, excepto un puñado de retrógrados, está a favor de la ley. La verdad es que poca gente se enteró del sondeo y entre los pocos que se enteraron, más del 56 % votó en contra. No es raro: recordemos que la manipulación de la información y la connivencia con los medios es parte imprescindible de la ingeniería social. Una ley que supone una pérdida de derechos para más de la mitad de la población y que atenta contra la salud física y psicológica de la infancia necesita de un apoyo más que amplio para aprobarse sin problemas. Se necesita que quien conoce el tema o está dudoso se deje llevar por la mayoría para no ser la voz discordante: si la mayoría cree que está bien es que está bien.
CONCLUSIÓN.
La ley Trans se carga de un plumazo las cuotas de paridad, la ley integral de violencia machista, los espacios protegidos. Reimplanta los roles sexuales, que tanto ha costado denunciar y que se estaban perdiendo, para hacer de ellos identidad y redefinir qué es ser hombre y qué es ser mujer. Abre las puertas a la experimentación médica con criaturas dejando que sean ellas quienes decidan sobre sus cuerpos sin ser maduras ni conscientes para asumir las consecuencias. Deja a padres y madres sin capacidad de decisión bajo la amenaza de la pérdida de custodia. Establece una legislación en base a sentimientos en vez de en hechos reales. Y, lo más peligroso: vuelve a establecer mecanismos de censura donde cuestionar algo no demostrable es multable y punible. Es significativo que ningún partido se haya opuesto y que el poder religioso y social apoye la dichosa ley.
→Ley Trans. Cómo imponer leyes usando ingeniería social, enero 2022
